Ambiciones personales ponen a prueba unidad del PAN
¬ Augusto Corro viernes 28, Oct 2016Consensos y disensos
Mario San Martí
- Aspirantes presidenciales repiten la historia del 2012
- “Acelere” puede provocar división o inhabilitación, advierte Marko Cortés.
Los conflictos internos que provocaron la estrepitosa derrota de Josefina Vázquez Mota en la elección presidencial de 2012 no fueron asimilados ni procesados correctamente entre los cuadros dirigentes del Partido de Acción Nacional.
Hoy nuevamente atraviesan escenarios parecidos en una adelantada contienda entre aspirantes a la silla presidencial para el proceso electoral de 2018. Otra vez les está ganando la ambición a sus cuadros dirigentes.
A los panistas pronto se les olvidó el desgaste que tuvieron hace cinco años y de plano no aprendieron la lección cuando Josefina Vázquez Mota, Ernesto Cordero y Santiago Creel, como precandidatos, se dieron con todo sin importar la unidad del partido blanquiazul.
Fueron casi dos meses de insultos y descalificaciones entre grupos, al final ganó Vázquez Mota pero las heridas quedaron abiertas y la operación cicatriz anunciada en la unción de la candidata nunca prosperó, el resultado fue un desastre, la escasez de votos y la pugna interna enviaron al PAN a un lejano tercer lugar ante una cerrada competencia entre las alianzas partidistas encabezadas por Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador.
“Somos ya un solo equipo, un solo partido, un solo PAN”, dijo la candidata a la Presidencia de la República, luego de obtener la candidatura de su partido y el mensaje fue replicado y refrendado por los cuadros dirigentes, los militantes echaron toda la carne al asador en busca del triunfo, pero por más esfuerzos que el equipo de Josefina Vázquez hizo, los apoyos nunca llegaron.
El daño estaba hecho, la unidad del partido quedó a la deriva el mismo día que Josefina se impuso a Ernesto Cordero, candidato del presidente Felipe Calderón.
A los grupos les ganó la ambición, prefirieron perder el poder a buscar hacer equipo entre todos.
Desde aquella noche triste, después de la jornada electoral de 2012, la dirigencia de Acción Nacional se quedó pasmada, fue un duro golpe del que muy pocos creyeron recuperarse en poco tiempo. A la debacle electoral le secundaron eventos negativos, como las acusaciones a la dirigencia nacional por los llamados “moches” y casos de corrupción, factores que poco abonaban a la unidad interna del panismo.
Así, con ese panorama en contra, los de Acción Nacional recibieron verdaderos tanques de oxígeno con el triunfo de sus candidatos en los procesos electorales del presente año, donde estuvieron en juego 12 gubernaturas de las cuales ganaron siete, entre ellas un bastión electoral importante como lo es el Estado de Veracruz.
Y es que, justo cuando los vientos políticos soplaban en su contra, los panistas aprovecharon la coyuntura de los malos momentos por los que la administración del presidente Enrique Peña Nieto ha tenido que pasar desde la desaparición de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.
Después vinieron golpes mediáticos en temas como la Casa Blanca, gobernadores corruptos, devaluaciones de la moneda mexicana frente al dólar, la caída de los precios del petróleo y un comportamiento incierto de la economía nacional.
Entonces, más que aciertos propios, más que propuestas de gobierno, más que candidatos de alta competencia electoral, lo que al panismo ayudó para triunfar en siete entidades en junio pasado, fueron en gran parte los votos de castigo que los priístas mismos dieron en contra de su partido ante eventos como los ya mencionados y a ello se agregó la división que malos candidatos del tricolor provocaron entre su militancia.
Muy poco duraron los días de fiesta, los gritos de gusto, los aires de triunfo, el grato sabor de boca que les dejó la expresión “ganamos”, esos momentos hoy son de incertidumbre, de divisiones internas, de choques de grupo en las filas blanquiazules.
En el PAN se perciben ambientes de división y resquebrajamiento en la estructura interna, situaciones provocadas por las ambiciones personales de quienes aspiran a participar en la adelantada sucesión presidencial.
Otra vez la misma historia, aunque por el momento no hay enfrentamiento verbal o descalificaciones directas, el escenario es el mismo.
Están ante la oportunidad de continuar por la ruta del triunfo, pero si las ambiciones personales los siguen dividiendo, mejor olvídense desde ahorita de la alternancia, porque sus adversarios del PRI y de Morena no se van a bajar tan fácilmente de la contienda que viene.
Ricardo Anaya, Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle, Gustavo Madero y Miguel Márquez, los más visibles aspirantes, tienen que entrar en razón. Ya lo dijo Marko Cortés, coordinador de los diputados del PAN, “cualquier acelere no abona en absolutamente nada para la democracia ni tampoco para la certidumbre. De hecho yo lo diría, puede poner en riesgo al Partido Acción Nacional quienes están de forma acelerada en una pretensión presidencial porque exponen al partido, porque además pueden generar división en el mismo y además algún posible aspirante puede quedar inhabilitado por actos anticipados de campaña”.
Ora sí que como advertía un creativo espot del ya desaparecido IFE, si no quieren escuchar las palabras “te lo dije”, lo que les queda a los panistas es respetar reglas internas y los tiempos legales para este tipo de acciones políticas, de lo contrario será la división interna la que les haga ver su realidad.











