El aprendiz de Hitler
Augusto Corro lunes 13, Feb 2017Punto por punto
Augusto Corro
Las órdenes deshumanizadas de Donald Trump empezaron a cumplirse al pie de la letra en materia de deportados. Desde el inició de su campaña política, el republicano prometió echar del país a los indocumentados como personas de la peor ralea. No distinguió las razas, pero sí las nacionalidades. Los mexicanos fuimos calificados como violadores y criminales.
De esa manera el troglodita se convirtió en el enemigo de México. Aún no cumple con un mes en el cargo del hombre que encabeza la nación más poderosa del mundo, pero que es presa del odio irracional.
Millones de personas elevaron sus protestas contra Trump y sus políticas racistas y xenófobas, por decir lo menos.
Acciones fuera de la ley surgieron ya en los Estados Unidos, un país sumido en el terror por la persecución de inmigrantes en condiciones difíciles de defender su estatus de persona y sus derechos humanos. Detrás de cada ilegal detenido se encuentra una historia dramática.
Simplemente la lejanía de sus lugares de origen los coloca a los indocumentados en condiciones difíciles de vivir, pues en el afán de buscar mejores condiciones de vida dejan a sus parientes y a sus amigos. Las familias sufren la falta de presencia del jefe, el hermano, etc.
A esta situación hay que agregar los malos tratos e innumerables muestras de humillaciones y desprecios de que son objeto la mayoría de aquellos que no solamente dejan sus hogares en busca de empleos, sino también por las personas que huyen de la violencia de criminales o políticos.
A raíz de los primeros viajes de deportados, se multiplican las historias de tristeza, infortunio, drama e injusticia, porque miles de inmigrantes llegaron a Estados Unidos desde hace varios años y tuvieron la oportunidad de formar familias.
Ahora, con la política represiva de Trump, esos núcleos familiares son desintegrados como si se tratará de animales. Los sentimientos humanos no cuentan en un país que por su origen fue formado por migrantes. Eso ya se le olvidó al troglodita, cuyo árbol genealógico cuenta con extranjeros que arribaron a Estados Unidos en busca de mejor suerte.
Desgraciadamente, el cavernario fue el fruto podrido que tiene a los inmigrantes sumidos en el peor de los terrores, víctimas de persecuciones como aquellas que practicaban los policías de Hitler contra los judíos, en la Segunda Guerra Mundial, con los resultados que todos conocen.
Esa lección de historia de la humanidad que debió aprenderse y memorizarla no le interesó a Trump y lo convirtió en un personaje ruin que tarde o temprano será juzgado, como ocurrió con los sátrapas o dictadores que dañaron a la raza humana, con sus desplantes criminales.
El presidente estadounidense empezó a gobernar con la imprudencia de un neófito en política y en relaciones internacionales, con decretos ejecutivos que pusieron los pelos de punta a los mandatarios de otros países, que no tardaron en manifestar su descontento por las medidas irreflexivas del gobernante gringo.
Si bien es cierto que fue vetada su orden de evitar el ingreso de islamistas a EU, en lo general sí se aplicaron las razzias y las deportaciones de indocumentados, quienes son detenidos y expulsados de ese país, sin la posibilidad de defender sus derechos mínimos. En las fotografías y videos de las aprehensiones, se ve a los ilegales que son capturados en plena vía pública, en sus casas y centros de trabajo. Son imágenes de personas esposadas, vejadas y humilladas.
Quizá los seguidores de Trump, los irreflexivos que lo llevaron al poder, se encuentren satisfechos, llenos de orgullo, porque su candidato si cumplió las promesas de campaña, a cambio de sembrar el odio y destruir familias. Miles de hogares quedarán desintegrados por la separación de los parientes.
La figura de la familia, hogar y sus respectivos valores se esfumaron por las ambiciones indefinidas de un empresario metido a político, sin los menores rasgos humanitarios. Estamos frente a un déspota, pagado de sí mismo, decidido a darle más que dolores de cabeza a los seres humanos.
Mientras más débil sea el país que lo enfrente, mayores serán los males que lo amenacen y reciba. Así le sucede a México que no solamente no pudo hacer entender a Trump de sus errores políticos, sino que somos su más próximo vecino.
¿Cuáles serán las consecuencias del gobierno de Trump? Nadie sabe leer el futuro, aunque queda claro que no serán nada buenas. Destruir los hogares y pisotear los derechos humanos no le conviene a nadie. En fin, triste realidad la que enfrentamos en estos días aciagos derivados de la cerrazón de un émulo de Hitler.