El PRD se desmorona
Augusto Corro miércoles 1, Mar 2017Punto por punto
Augusto Corro
El coordinador de los senadores perredistas, Miguel Barbosa Huerta, manifestó que apoyará a Andrés Manuel López Obrador, líder de Morena, como candidato presidencial en el 2018, pero que seguirá en el sol azteca.
El legislador se sumó a la inconformidad que existe en el PRD que empezó a desmoronarse hace varios años, pero que recibió la puntilla cuando ocurrió la tragedia en Iguala, Guerrero, con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
A los amarillos se les complicó el problema porque desde el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, hasta el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, ambos del PRD, fueron acusados de participar directa o indirectamente en ese hecho criminal que sacudió a México y al mundo.
El primero, por una supuesta omisión al tener conocimiento real de lo que sucedía en su estado, y el segundo, por su relación con la delincuencia organizada, que junto con policías participaron en la detención y desaparición de los estudiantes.
La cúpula del PRD sufrió una fuerte sacudida y no supo qué hacer ante el conflicto y lo primero que se le ocurrió fue acudir en bola a pedir perdón a los guerrerenses. El entonces líder, Carlos Navarrete, fue el encargado de ir a hacer el ridículo.
No fue suficiente para calmar los ánimos de propios y extraños y Navarrete no soportó la presión política de su partido y renunció. Lo sustituyó Agustín Basave, un ex priísta que tampoco aguantó mucho tiempo al frente del partido. El mismo reconoció que no se puede dirigir una organización política con tantos grupos de poder (tribus) en su interior.
Si bien es cierto que continuó el descontento entre la dirigencia perredista y optaron por dejar el partido, en las bases de esa organización la inconformidad creció y los resultados se vieron en las elecciones recientes, principalmente en la Ciudad de México.
LOS CHUCHOS
La lucha por el poder amarillo siempre tuvo en primera fila al grupo de Nueva Izquierda (NI), encabezada por “Los Chuchos”, Jesús Ortega y Jesús Zambrano, quienes con las riendas del partido decidían su rumbo.
NI decidió apoyar al gobierno federal en sus proyectos de reformas e involucró al PRD que participó en el denominado Pacto por México, sin la aprobación total ni de las tribus ni de las bases. Con el tiempo, confirmaron su error y trataron de enmendarlo. Imposible, el daño ya estaba hecho.
Las tribus no tuvieron la suficiente fuerza para contrarrestar el poder de “Los Chuchos” y únicamente unas cuantas protestaron y sin abandonar el partido apoyaron al Partido Acción Nacional (PAN). Tal es el caso de “Los Galileos”, y los gobernadores amarillos, como Graco Ramírez, Silvano Aureoles y Arturo Núñez, según el propio senador Barbosa Huerta.
“Los Chuchos” nunca fueron aceptados completamente como líderes del PRD por parte de las tribus, que de manera convenenciera decidieron continuar en el sol azteca, sin otro propósito que el de mantener sus negocios y sus intereses. El renglón de la ideología nunca les importó.
Las renuncias de sus principales dirigentes mostraron señales de debilitamiento del PRD, que ahora lo tienen al borde del precipicio, con un divisionismo galopante, en temporada previa a las elecciones más importantes de México, las presidenciales para el 2018.
Antes tendrán que pasar el trago amargo de los comicios del Estado de México, en el que participarán, si es que se ponen de acuerdo, con un candidato que, seguramente, ocupará el cuarto lugar en los resultados electorales. Quizá una alianza con alguna organización política le rendiría mejores resultados que ir solo.
IZQUIERDA DIVIDIDA
Entre los senadores que decidieron decirle adiós al PRD se encuentran Alejandro Encinas, que rechazó ser candidato al gobierno del Estado de México (Edomex); Mario Delgado, Zoé Robledo, Martha Tagle, Sofío Ramírez Hernández, Rabindranth Salazar, Ángel Benjamín Robles Montoya, Carlos Manuel Merino Campos y Armando Ríos Piter. Antes, otros líderes como el fundador del partido, Cuauhtémoc Cárdenas y Manuel López Obrador, también emigraron del sol azteca. El primero, convencido que el PRD cometió el error de no atender los reclamos de la sociedad. El segundo, porque nada tenía que hacer en el sol azteca dividido por las ambiciones de “Los Chuchos”.
Cuauhtémoc ahora encabeza un grupo de seguidores que tienen la idea de cambiar a México. López Obrador sigue en la lucha para participar, por tercera vez, como candidato presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
Ya se esperaba esa ola de renuncias perredistas por un sinnúmero de motivos. Entre otras causas, porque ven el desmoronamiento de esa organización política. Saben que en el PRD no se cuenta ni con una caballada flaca para el 2018. No me digan que los gobernadores Graco Ramírez, de Morelos o Silvano Aureoles, de Michoacán, tienen posibilidades de participar como candidatos presidenciales. Par de aventureros de la política.
A últimas fechas, los legisladores perredistas vieron que no hay un porvenir seguro y lo que mejor les conviene es ingresar a otros partidos, como ya ocurrió con algunos amarillos y otros como el senador Barbosa Huerta, que habló sobre su apoyo a López Obrador en el 2018.
La dirigente del PRD, Alejandra Barrales, quien no ata ni desata, salió a decir que ante la decisión de Barbosa Huerta de cambiar de bandera, deja de representar la posición del partido en la Cámara de Senadores. Vaya castigo.
Con un panorama tan complejo en las filas perredistas, ¿quién será el valiente que acepte la candidatura presidencial de los amarillos? ¿Quién dijo yo? No se necesita mucho. Principalmente no tener ideología y sí mucho instinto para los negocios.