4,515 horas sin dormir
Alberto Vieyra G. viernes 7, Abr 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¡Maldito horario de verano! ¿Verdad que es odioso? ¿Habrá algún mortal que esté contento con el horario de la globalización imperial y no con el horario de Dios? ¿Cómo anda su reloj biológico?
Apuesto que destartalado y con varias horas de retraso. ¿Cómo se siente hoy? ¿Cansado? ¿Turulato, como yo? La verdad yo me siento muy atontejado. ¡No rindo igual! ¡Maldigo este horario! La culpa de todos nuestros males es el capitalismo salvaje, que a producto fiel de la consorte del gallo, nos obliga a perder una hora de sueño todos los días.
Hasta este abril del 2017, ese capitalismo salvaje en la era económica neoliberal, nos ha robado a usted y a mí la nada despreciable suma de 4,515 horas de sueño, con la complicidad de unos políticos adheridos al imperio capitalista del mal.
Con ese reloj biológico destartalado se pone el mundo al revés, anda uno volando bajo.
Estamos ante un problema de salud pública, por cada hora menos que dormimos, tenemos problemas físicos y emocionales. Aumentan los problemas cardiacos, la obesidad, los accidentes viales, hay poco rendimiento en la escuela y el trabajo ¡Todo mundo se duerme!, hay ansiedad, neurosis y un larguisísisimo etcétera, por culpa de unos gobernantes tecnofondomonetaristas o falsos profetas de la globalización imperial, que nos engañan con la maldita mentira del ahorro energético. ¡Puro choro! ¡Nadie ahorra nada! Todo es cuestión bursátil.
La cuestión es que a ningún cerebrito de las más de 70 naciones involucradas en el horario de verano se le ha ocurrido la brillante idea de promover ante las cortes internacionales, amparos contra esa barbarie llamada horario de verano. Los estragos causados por el horario de verano de la globalización imperial son demoledores para el reloj biológico de los mortales.
Todos los grandes que han reformado el calendario y el horario, desde César hasta Gregorio y los sabios mayas, ha sido para ajustarlo más y más astronómicamente a la naturaleza, y no para adecuarlo vanamente a los intereses de una chupeteadora globalización imperial.
El gobierno no tiene potestad para decidir a qué hora es qué hora y si lo hace, como lo han hecho, se excede en sus funciones de manera flagrante y autoritaria al mover las horas, aunque nos digan que lo mismo ocurre en más de 70 países dizque para ahorrar energía.
Yo me pregunto, ¿qué es más importante, un supuesto ahorro de energía o la salud de los mexicanos que durante siete meses andaremos como caballos lecheros? Es decir, durmiéndonos parados, igual que otros mil 500 millones de piochas que andan como sonámbulos en otras naciones.
Desde la Primera Guerra Mundial en 1916, el tiempo se comenzó a mover para favorecer a intereses de trasnacionales del imperio yanqui, pero desde entonces nadie ha podido engañar a la naturaleza.
En México y otras naciones, el horario de verano no tiene otro propósito más que el de hacer que las Bolsas de Valores -sí, los especuladores del dinero-, permanezcan abiertas a la par con la de Nueva York, que se tiene como referencia para ganar o perder, lo cual puede ocurrir en un minuto o segundo, en los que los grandes financieros del dinero pueden perderlo todo o hacerse como Pedro, de muchas mulas.
Tome nota, anualmente nos roban alrededor de 215 horas de sueño.
El gobierno podrá engañarnos a los simples mortales, pero no a la madre naturaleza, y si no, que les pegunten a las gallinas de mi rancho, porque esas, desde que se suben al palo no se bajan de él, hasta que al día siguiente les canta el gallo a la hora de Dios y no a la hora de los gobiernos globalizadores.