Pérdida de la confianza
Freddy Sánchez jueves 20, Abr 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
¡Agárrenlo que es ratero!
Esa expresión popular dicha en una plaza pública, inevitablemente pondría en estado de alerta a los concurrentes del lugar y aunque nadie se diera a la caza del presunto ladrón, la mayoría al verlo correr daría por cierto que lo es.
Esto último, tristemente, suele pensarse de muchos, (si no es que de todos los aspirantes a un cargo de elección popular), cada que se avecina una nueva elección y se les ve andar corriendo de una lado a otro, en su afán de pedir el voto de los electores a los que pretenden convencer de que son personas honorables.
Claro que salvo honrosas excepciones (si es que las hay en la lucha por el poder en México), desde que alguien se comienza a placear para promover su candidatura, queda bajo sospecha de ser uno más de esa nefanda ralea de los que sólo buscan sacar provecho personal en cualquier encomienda, sea en donde sea que el voto popular les permita encontrar un medio para su enriquecimiento.
Suspicacia alimentada por el pobre y corrupto desempeño de un alto número de políticos de la vieja y nueva guardia, (incluidos los de larga carrera, meros improvisados, aquellos que llegaron por sus propios fueros, los herederos del poder dizque que por “derecho de sangre” o sea los hijos, sobrinos y nietos de “papi” o de “mami”, aquellos más que fueron “paridos” por compadrazgos, amiguismos o los acuerdos secretos de las connivencias nacidas de la compra venta de los favores de la carne y lógicamente los que teniendo dinero de sobra y mucha codicia se compran una candidatura), siendo todos ellos cobijados y promovidos por siglas partidistas y hoy por hoy hasta los candidatos independientes, supuestamente ajenos a intereses de los grupos con gran poder económico e inclusive las mafias del delito.
La supuesta amistad y estrecha relación de quien se hizo del poder desde una candidatura independiente, “El Bronco”, gobernador de Nuevo León, y “El Diablo”, presunto narcotraficante preso en los Estados Unidos, inevitablemente ha puesto en entredicho la reputación de quienes aspiran a un cargo de elección popular, sin algún aval partidista.
Qué hay o no de verdad en cuanto a que el mandatario neoleonés recibió dinero de un presunto mafioso para apuntalar la campaña política que le permitió ganar la gubernatura, es una cuestión que requiere ser aclarada, pero si tal cosa sucediera o no en el corto plazo, el mal está hecho contra las candidaturas independientes.
La sola suspicacia acerca de que los interesados, por más que nada los ligue a los tradicionales grupos partidistas, emporios económicos y personajes siniestros de la delincuencia organizada, podrían llegar a tener tratos en lo “oscurito” con personas deshonestas y corruptas, lógicamente desfavorece la credibilidad de los que en otro momento pudieron ser vistos por la sociedad como una opción plenamente confiable para desplazar del poder a los políticos partidistas.
Así que la posibilidad de que los electores acudan a las urnas sin el resquemor de estar dando poder a un “títere” de rufianes de toda laya, cada vez es menor.
Mucho se tendrá que hacer entonces para que la gente vote con la certeza de que los cargos de elección popular quedarán en buenas manos, sin importar la procedencia de los elegidos, sean estos candidatos partidistas o independientes, cosa que en la actualidad sencillamente es mucho pedir dado que los novatos y viejos practicantes de la política llevan a cuestas la más absoluta pérdida de la confianza.