Impredictible 2018
Freddy Sánchez jueves 8, Jun 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Hartazgo y miedo fueron los principales componentes sociales de la elección para gobernador en el Estado de México.
Hartos de un priísmo que ha quedado a deber con las reformas estructurales, la mayoría de los electores mexiquenses expresó su deseo de un cambio en el manejo de la política de gobierno en aquella entidad, pero los atemorizó la posibilidad de un cambio radical.
Por eso, Delfina, de Morena, no ganó la gubernatura y Alfredo del Mazo, del PRI, apenas logró una mínima diferencia.
En el Estado de México, el miedo al “Peje” fue mayor que el hartazgo contra el priísmo, evidenciado también por los votos a favor del PRD y los que favorecieron al PAN, lo cual hizo énfasis en dos cuestiones perfectamente claras: el repudio al PRI de quienes al mismo tiempo le hicieron “el feo” al tabasqueño.
Los que se abstuvieron de votar, simple y llanamente volvieron a dejar constancia de su desconfianza en todas las opciones electorales, su marcado desinterés en los asuntos de la política electoral o de plano una lamentable apatía ciudadana, debido quizás a lo mismo: descontento con el gobierno del PRI y temor de que un cambio radical pudiera hacer mucho peor el status de la mayoría de la población.
El caso, es que en el Estado de México se trazó la ruta de lo que será la sucesión presidencial.
Tres fuerzas políticas (con sus mismos aliados, más otros o menos otros actores, intelectuales y grupos económicos), se disputarán la presidencia en el 2018, sin que en torno a la sucesión presidencial haya de momento una sola opción que cuente con el respaldo mayoritario de la nación y mucho menos la voluntad de sumarse a su favor por parte de los apáticos y abstencionistas electorales.
Gane el partido que gane (por sí sólo o con todas las vejigas de las que eche mano para nadar), difícilmente contará con un arrastre popular y el entusiasmo de las masas, sino que será el grupo político menos vituperado y despreciado por la mayoría electoral.
O sea, la misma historia de las tres últimas sucesiones presidenciales.
Aunque esta vez, la minoría electoral (frente a la gran mayoría de electores y abstencionistas), que llegue al gobierno de la República en el 2018, podría ser cualquier fracción ideológica y partidista.
Suponer que el PRI, tras lo sucedido el pasado domingo la tiene más que segura en la contienda presidencial, está lejos de ser un cálculo objetivo y realista.
La unión del PAN y el PRD (anunciada y por ratificarse), de lograr la candidatura de un personaje en verdad bien visto por la sociedad, podría revertir el colapso panista sufrido en el Estado de México, pero eso tampoco puede darse por hecho.
Un sorpresivo triunfo de Morena y Manuel López Obrador (suponiendo sin conceder que la tercera será la vencida para el tabasqueño), es lo menos probable, aunque no imposible.
Todo dependerá de lo que ocurra en los siguientes meses y de cómo diversos factores se acomoden con motivo de la lucha por la sucesión presidencial, que obliga a los interesados en no quedar mayormente rezagados a buscar nuevos acuerdos con otros grupos concurrentes en torno a lo que está por venir.
Y ante lo que los partidos políticos pudieran hacer o dejar de hacer, lo único cierto por ahora es que tendremos un impredictible 2018.