Turbias vidas privadas
Freddy Sánchez martes 27, Jun 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Bien dijo el presidente Peña, en relación con el espionaje: “hay que tener cuidado con lo que se dice”.
Pero, más que eso habría que cuidar lo que se hace.
Porque, nos guste o no, legal o ilegal, oficial u oficioso, el activismo desaforado de los espías no se va a terminar.
Las denuncias sociales y las que se formulan ante el Ministerio Público, las protestas e indignadas manifestaciones de censura de todo género y procedencia, evidentemente, a los que andan metidos en el espionaje, hurgando hasta tuétano de las personas, los tiene sin cuidado.
Políticos, periodistas, figuras relevantes del espectáculo y los deportes, curas de alto rango, intelectuales, líderes sindicales, renombrados profesionistas y cualquier sujeto de ese reluciente estatus social e incluso simples mortales seguirán expuestos a la ventilación pública de sus vidas privadas.
Poco o nada se ha hecho para impedirlo desde el poder público y por lo mismo los dedicados al espionaje parecen actuar sin mesura ni control alguno.
Y lo que es más grave: “donde ponen el ojo ponen la bala”.
A consecuencia, naturalmente, que sus actividades se realizan con absoluta impunidad. “meten sus narices” donde les da la gana, exhiben al que sea si les conviene y si no, lo más seguro es que se guarden las evidencias.
En ese sentido, bien podría pensarse que la aplicación de severas sanciones para algunos espías, podría ayudar a moderar ésta práctica, pero lo más probable es que no acabaría con ella.
De modo que no basta cuidar lo que se dice, sino que lo más importante es cuidar lo que se hace, particularmente si el sujeto a espionaje pudiera ser una persona corrupta o “lengua suelta”.
Y es que los espías han demostrado no tener escrúpulos al hacer lo que hacen, al servicio del mejor postor, teniendo a su merced, no sólo el material propicio que les permite armar un escándalo, sino pudiendo echar mano de cada vez mejores y más sofisticadas herramientas para el espionaje.
Así que hay que cuidarse de no hacer lo que no se debe, porque sólo de esa manera se puede evitar que un “fisgón” de las vidas privadas descubra y exponga la bochornosa conducta de los que en público se comportan con aparente decencia y rectitud y en su vida privada incurren en faltas a la moral y la probidad.
Que no se quejen entonces, los espiados que algo indecente o deshonesto se proponen ocultar.
Porque todo indica que en México y en el mundo, el espionaje llegó para quedarse.
Y si alguien de los que son objeto de la violación a su vida privada, es de los que piensan cínicamente que hay que cuidarse de los espías, suponiendo que “no es vergüenza robar, sino que lo pesquen a uno”, de ahora en adelante simplemente tendrá que pensar que lo malo no es que lo espíen, sino que saquen a relucir “sus trapitos al sol”.
Algo que sin lugar a dudas seguirán haciendo todos esos espías, facultados o no legalmente y más que prestos a sacar a la luz cuantas constancias puedan encontrar de algunas turbias vidas privadas.