Ricardo y el nopal
Alberto Vieyra G. lunes 28, Ago 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El jerarca nacional del PAN, Ricardo Anaya, alcanzó triste fama por 3 razones: una meteórica carrera política, una sospechosa fortuna y por traidor.
Y póngase cómodo porque le voy a contar.
Hace 14 años, el bebesaurio queretano, Ricardo Anaya, tendría su primer cargo público, y de ahí pal real se encumbraría como si tuviese un poderoso padrino. ¿Lo tendrá?
El año pasado, Ricardo Anaya ganaría notoriedad como todo un fenómeno político en la jerarquía nacional del PAN, arrebatándole al PRI 7 gubernaturas al hilo, y también se pondría al descubierto que el señorito Anaya, vive en un lujoso apartamento de las Lomas de Chapultepec pagando una renta de más de 5 mil dólares al mes, y por si eso fuera poco, sus hijos y su mujer residen en Atlanta, Estados Unidos, y mantener a esa opulenta familia en el primer mundo nos cuesta a los mexicanos más de 5 millones de pesos al año, según publicó el periódico “El Universal”.
Hoy, el mismo rotativo, en su edición del 23 de agosto pasado, publicó que “Anaya y familia tienen inmuebles por 308 mdp”, es decir, que este espécimen de la política totonaca tiene más propiedades que el nopal.
Sabido es que Ricardo Anaya, como senador de la República tenía un sueldo de poco más de 200 mil pesos, y como jerarca nacional del PAN, percibe poco más de 150 mil. ¿De dónde le viene entonces tanta riqueza?
Según el rotativo, Ricardo Anaya, “a partir de su primer cargo como servidor público hace 14 años, así como del inicio de su relación con su esposa, sus parientes pasaron de poseer seis inmuebles por 21.3 mdp a 33 con valor de 308 mdp”.
Esa fortuna, jamás fue declarada por Ricardo Anaya, en la llamada declaración patrimonial 3de3, y la ley reza que ‘si un servidor público esconde su patrimonio, estará cometiendo un delito que lo puede hacer acreedor a cárcel y la inhabilitación del cargo’.
¿Cómo se hizo de tantas mulas, como Pedro?
¿Es esa la democracia que pregona esa maldita lacra social llamada Partido Acción Nacional? ¿Es la democracia de los ricos que viven en la opulencia política, gracias a los dineros públicos del pobre pueblo de México?
¿Merece ser candidato presidencial un individuo que esconde, a la ley y a los mexicanos, su fortuna?
Pero además, hay otro pequeño pero en ese politicastro de la derechona panista. En el ámbito del gran poder político de México, se asegura que, Ricardo Anaya, tiene a su padrino político en Los Pinos, pero que desde hace poco más de un año, el dirigente panista ha dado reiteradas muestras de ser un traidor de siete suelas, al que hoy se pretende parar en su meteórica carrera política que le ha permitido amasar más fortuna y propiedades que las del nopal.
Los paniaguados diputados y senadores del PAN han cerrado filas para arropar a su corrupto líder, y es que todos son coyotes de las “mesma” loma.
Ya se sabe, incluso, que Anaya traicionó al presidente en el asunto del fiscal anticorrupción, pues a toda costa el panista lo quiere con chaqueta blanquiazul y el PRI con chaqueta roja. ¡Así no se puede!
El problema es que, Ricardo Anaya, ya tiene un sellote de traidor, y sabido es que el traiciona una vez, traiciona dos o siempre.
Los rancheros allá en mi tierra le aplican la máxima de que “mujer y pistola que fallan una vez, fallan siempre”. El problema es que, de ese descontón al hígado, Ricardo Anaya difícilmente podrá ser el candidato presidencial del PAN o de la prostituta alianza política PAN-PRD. Aunque usted no lo crea.