Pícaros y pirruris
Alberto Vieyra G. miércoles 20, Dic 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Usted sabe qué son los pícaros pillos?
El tumbaburros de la Real Academia de la Lengua, nos dice que pícaro es un individuo tramposo y desvergonzado, malicioso, personaje de baja condición, astuto, ingenioso y de mal vivir.
Y, entonces, ¿qué son los pirruris? El mismo tumbaburros define que es un término coloquial que se utiliza en México para referirse a los “hijos de papi ricos”; aquellos que se caracterizan por un comportamiento preponderantemente déspota, hacia los que no son iguales a ellos y se sienten hechos a mano, insoportables por sus riquezas, en la mayoría de los casos, mal habidas.
El primer término le queda como anillo al dedo a Andrés Manuel López Obrador El Peje, que lleva 18 años sin trabajar y ningún mexicano sabe realmente de qué vive. ¿Será de sus rentas mal habidas, de su mercenarismo y lucro con el poder político?
Pues sí, ese señor ha impuesto siempre, entre los politicastros de México, una agenda como un pícaro, que siempre está picándoles la cresta a sus enemigos políticos. Esa conducta, por desgracia, gusta a la gente, que suele disfrutar cuando alguien le llama pirruris a los gallos a presidentes de la República, José Antonio Meade, del PRI, o el insoportable pirruris del PAN, el niño chillón, Ricardo Anaya, que habla igual que el nuevo “líder” del PAN, Damián Zepeda, con voces muy fresas.
El Peje ha generalizado con ese piquete de cresta a ambos políticos, pero creo que en el caso del priísta no aplica, porque hasta hoy no se le conocer ningún escándalo por cuestiones inmorales de corrupción o enriquecimiento inexplicable, como ocurre en el caso de Ricardo Anaya, quien hasta hoy no ha podido explicar a los mexicanos de dónde se hizo como Pedro, de muchas mulas, él y su familia, en el corto tiempo que lleva como simulador y demagogo de la política totonaca.
Esos calificativos endosados por El Peje a sus rivales, pueden convertirse en un arma de dos filos, porque, por un lado, pueden crearle adeptos y votos potenciales, pero por el otro, también pueden quitárselos, porque saben que estamos ante un politicastro con muy poca seriedad, otro Vicente Fox ocurrente, que resultó ser una decepción para los millones de mexicanos que creyeron en el “gobierno del cambio”.
Fox llamaba “chachalacas”, “víboras y tepocatas” a los priístas, y al candidato presidencial de ese partido, Pancho Labastida Ochoa, solía llamarle “Pancho Labestida”, ocurrencias con las que hacía que panistas y no panistas, rieran a mandíbula batiente, pero la realidad es que, ya en el poder, se lo chupó la bruja, por no poder. ¿Seríamos capaces los mexicanos de hacer que la historia se repita?
Todo indica que ese pícaro pillo llamado López Obrador Don Peje, seguirá haciendo cera y pabilo con sus contrincantes políticos, porque esa es su naturaleza, su estilo de bajo mundo, que raya, incluso, en cuestiones criminales de esas bajas esferas sociales, ¿O qué, ya se les olvidó a los mexicanos que, cuando El Peje tenía 14 años, mató a otro imberbe de su misma edad cuando jugaban beisbol, pegándole intencionalmente un pelotazo en la nuca, allá en su natal Nacajuca? ¿Seríamos capaces, los mexicanos, de llevar a la Presidencia a otro asesino, como ocurrió en el caso de Carlos Salinas?
Por lo pronto, el vulgo mexicano hace cera y pabilo de los hombres del poder, y así se dice recio y quedito, que sí con Peña Nieto vivimos en el despeñadero, con El Peje viviríamos en Pejelandia, y con Meade viviríamos en el Meadero.