El dinosaurio priísta, al museo
Augusto Corro miércoles 18, Jul 2018Punto por punto
Augusto Corro
El esqueleto del dinosaurio priísta se encuentra listo para llevarlo a museo de historia natural. Quién lo creyera. Tras décadas de poder omnímodo el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue vapuleado por sus adversarios en cuanta competencia electoral participó el 1 de julio; principalmente la presidencial.
¿Qué sigue para lo que quedó de esa organización política?
Pues aplicar una buena dosis de paciencia para recuperarse poco a poco. Claro le llevará muchos años a sus líderes volver a los años dorados, cuando se ufanaban del “carro completo”.
Esa época arrolladora en la que no tenían enemigo importante y gobernaban a su antojo, con el eje principal de la demagogia. Ensoberbecidos de poder se alejaron de sus bases, que al final acabaron en una rebelión cansadas de tanta violencia, crímenes, impunidad y pobreza.
A lo anterior debe sumarse el pésimo manejo de la política priísta y la ineptitud y corrupción de sus gobernantes para brindar seguridad a una sociedad harta de funcionarios saqueadores del erario.
La jerarquía del PRI con sexenios de anticipación empezó a recibir mensajes de los ciudadanos que advertían sobre el descontento con sus candidatos a cargos de elección popular. Nadie hizo caso. No les sirvió de experiencia la derrota frente a Vicente Fox, abanderado de Acción Nacional.
Tampoco los tricolores tomaron nota de los errores del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, quien, sin reflexión alguna, decidió enfrentar a la delincuencia organizada con resultados catastróficos.
Como pudieron, los priístas recuperaron la Presidencia de la República. Enrique Peña Nieto tuvo la oportunidad de gobernar durante seis años. No pudo brindarle a la sociedad mexicana la seguridad que reclamaba. El propio mandatario dijo, al referirse a la delincuencia y al crimen organizado, que a pesar de los esfuerzos realizados para combatirlos, “los resultados están lejos de ser satisfactorios”.
En números prácticos, más de 250 mil personas fueron asesinadas en México en lo que va de la llamada “guerra contra el narcotráfico”.
A lo anterior deben sumársele las cifras de miles de desaparecidos, viudas y huérfanos. Ningún país sería capaz de vivir tranquilo con una espiral de violencia creciente. Los errores de los gobernantes priístas fueron aprovechados por sus adversarios políticos que encontraron un terreno abonado para sembrar sus proyectos políticos que, sin mayor problema, se lograron, fructificaron. Ahí está la votación más copiosa en años a favor de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No solo fueron la corrupción y la ineptitud las que llevaron al rotundo fracaso a los priistas. También fueron determinantes la inexperiencia y las malas decisiones.
Quizá sabedores de la imagen deteriorada del partido, la jerarquía tricolor optó por un candidato ciudadano que reflejara honestidad. Cambiaron los estatutos y el indicado para competir como aspirante presidencial fue José Antonio Meade Kuribreña, sin las tablas suficientes para la contienda.
Con anticipación, el PRI arrastraba cierta inconformidad con sus líderes de partido. Sin ninguna actitud democrática, Enrique Ochoa Reza, un frívolo funcionario público, fue designado para dirigir al tricolor. No pudo con el paquete. A unos cuantos meses de la elección fue relevado en el cargo por René Juárez Cisneros. El cambio fue demasiado tarde, según los expertos.
El sustituto, Juárez Cisneros, encontró el tramo de la justa electoral muy avanzado. No estuvo en condiciones de inyectar fuerza a la imagen de Meade Kuribreña, poco conocido por las bases priistas.
Es necesario señalar que los asesores del candidato priísta en nada lo ayudaron. Su simple presencia al lado del aspirante presidencial le restaba votos. Otro aspirante de extracción priísta pudo correr con mejor suerte.
Quedó, pues, para la historia política de México la derrota del PRI, un “partidazo” que desgobernó por muchas décadas hasta que reventó la paciencia de los electores. Hoy, casi pulverizado, sus dirigentes, los que quedaron, tendrán que partir de cero para echarlo a andar. Remar contra la corriente será su principal actividad.
Los errores de la derrota priísta no son nuevos. La soberbia de sus líderes fue definitiva para fracasar. No escucharon las voces de inconformidad de millones de electores que se sintieron defraudados por los gobernadores y funcionarios públicos ladrones.
El 1 de julio, alrededor de 30 millones de mexicanos le manifestaron su repudio al Revolucionario Institucional por los errores y abusos de sus gobernadores y funcionarios públicos. Se cerró así un ciclo de poder despilfarrado, que parecía ser eterno.
Antier, tras la histórica derrota, el presidente del PRI, René Juárez Cisneros, fue sustituido por Claudia Ruiz Massieu, sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari. Los dinosaurios no entienden de razones ni de experiencias. Allá ellos. Ya veremos sus esqueletos en los museos.