Dos tragedias estudiantiles
Alberto Vieyra G. miércoles 3, Oct 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Tlatelolcazo del 68 y el Ayotzinapazo de 2014, son sin duda dos tragedias estudiantiles que tienen todo en común.
En las consignas de los padres y familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, desaparecidos la noche del 26 de septiembre del 2014 en Iguala Guerrero, gobernado por el perredista José Luis Abarca Velázquez y Ángel Aguirre Rivero gobernador de Guerrero, se escuchan consignas idénticas a las de los familiares acallados por las bayonetas del ejército mexicano el 2 de octubre del 68 en Tlatelolco.
Sí, ambas tragedias estudiantiles comparten sentimientos, motivaciones, reacciones, reclamos, plegarias y consignas políticas ante un sordo Estado mexicano que se ha negado a esgrimir la verdad en ambos casos que mientras no se demuestre lo contrario son crímenes de Estado o de lesa humanidad. ¿Quiénes desaparecieron y asesinaron a los estudiantes en 1968? Y ¿Quién o quiénes mataron o tienen escondidos a los 43 jóvenes de Ayotzinapa?
A medio siglo del 68, solo se sabe que murieron no menos de treinta y no más de cuarenta, estudiantes en Tlatelolco y cerca de cien resultarían heridos, pero sobrevivientes afirman que fueron más de mil los muertos, quemados en el Campo Militar Número Uno, después de que al filo de las 7:30 de la noche, tres luces de véngala en el cielo de Tlatelolco anunciaron la noche infernal. También sabemos, por documentos desclasificados en el pentágono norteamericano que fue la CIA gringa la que usó a altos mandos castrenses a sublevarse y disparar contra los estudiantes.
De los 43 normalistas guerrerenses solo sabemos que se los tragó la noche y según la verdad histórica fabricada por la PGR, a cargo del “siempre cansado” Jesus Murillo Karam, fueron quemados en el basurero de Cocula y algunos restos tirados al río San Juan. Se supone que fueron las policías estatales y municipales las que detuvieron a los muchachos
¿O sería el Ejército mexicano, la policía federal o la CIA norteamericana? ¿A quiénes fueron entregados los estudiantes?
¿Acaso fueron puestos en manos de los mafiosos que conformaban el grupo criminal Guerreros Unidos?
¿Por qué el gobierno se niega a esclarecer esa negra página en la historia de México? ¿Involucra al ejército o a poderosos grupos de las oligarquías del dinero inconformes con la política económica de Enrique Peña Nieto y cuyos intereses fueron seriamente trastocados con las llamadas Reformas Estructurales, entre ellas la Reforma de las Telecomunicaciones que buscaba poner fin a los monopolios telefónicos, mediante la creación de otros monopolios?
No hay duda de que fueron esos poderosos intereses quienes patrocinaron los viajes con los cuales los padres de los Normalistas de Ayotzinapa le dieron la vuelta al mundo para denunciar a un gobierno corrupto y violador de Derechos Humanos. No se descarta tampoco la presencia de cuando menos dos lacras sociales llamadas “partidos políticos”.
El electo presidente Andrés Manuel López Obrador acaba de comprometerse a crear La Comisión de la Verdad, algo que se antoja muy peligroso, pues en opinión del periodista Ángel Trejo Raygadas experto en cuestiones de guerrillas y asuntos de seguridad nacional, el asunto parece tener tintes con la CIA gringa.
-Dice: Estoy convencido de que su entendible aspiración personal a encontrar aún vivos a sus hijos está siendo manipulada y utilizada con objetivos políticos obvios. Esto se evidenció primero en su movilización política contra la política económica de Peña Nieto y ahora con la intención manifiesta de advertir a AMLO que debe cumplir su agenda económica de derecha y ultraderecha. La presencia de agentes de la oligarquía mexicana y de la CIA al lado de estas personas se advierte en la notoria solvencia económica que los encargados de manipularlos físicamente han mostrado para sostener una campaña de protesta permanente en muchas ciudades de México, Estados Unidos y Europa, así como en la generosa asistencia de expertos multidisciplinarios de la ONU, la OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en el mantenimiento de la consigna “vivos desaparecieron, vivos los queremos”, cuyo cumplimiento después de cuatro años será muy difícil aún en manos del mkesías de Macuspana, a menos de que la CIA o la DEA los tenga guardados en territorio estadunidense.