Politicastros hitlerianos
Alberto Vieyra G. jueves 4, Oct 2018De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Adolfo Hitler odiaba con toda su alma a los judíos. El 18 de junio de 1925 fue publicada en Alemania la primera edición del libro Mi lucha en el que Hitler empleaba las tesis principales del “peligro judío”, que hablaba de una conspiración judía para ganar el liderazgo mundial.
Aun así, explica muchos detalles de la niñez de Hitler del proceso por el que se volvió cada vez más antisemita y militarista, especialmente durante sus años en Viena.
Para el exterminio judío, Adolfo Hitler conto con muy notables personajes como el magante de la industria automotriz norteamericana Henry Ford y aunque no hay información confiable, se afirma que también contó con el aval del Vaticano para exterminar a más de 7 millones y medio de judíos que representaban un peligro para la economía occidental y el predominio de la iglesia católica.
Tras el holocausto judío, Hitler se daría a la tarea de quitarle páginas a la historia, exactamente como hoy lo hacen politicastros mexicanos que odian con toda su alma a todo lo que huela a PRI. Con motivo del 50 aniversario del Tlatelolcazo del 2 de octubre de 1968 el intrauterino jefe de gobierno de la Cuidad de México, José Ramón Amieva, ordeno que con mazos y cinceles fueran retiradas placas de bronce que figuraban en las estaciones del metro Zócalo, Pino Suárez, Balderas, Hidalgo y la Plaza de los Insurgentes, así como la que daba cuenta de la inauguración de la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca, a cargo del ex presidente de filiación Priista Gustavo del Santísimo Sacramento Díaz Ordaz.
Esté átomo de la comunicación sería testigo cuando el 4 de septiembre de 1969, el trompudo Díaz Ordaz debelo la palca de la inauguración de la línea 1 del metro que corría de Zaragoza a Chapultepec.
Esa página de la historia sería mandada al basurero está semana por José Ramón Amieva para que, según él, formen parte “del acervo de la cuidad para ser expuestas en actos relacionados con la memoria histórica y el contexto social del 2 de octubre del 68”.
Nada tienen que ver dichas placas de bronce con el Movimiento Estudiantil del 68 y mientras el señor Ramón Amieva no demuestre lo contrario se trata de una vil venganza política y de un exceso de autoritarismo en sus funciones.
¿Cómo negar que fueron los gobiernos priístas los que construyeron el México actual?
En el caso del Metro, estamos hablando de una obra monumental para resolver el problema del trasporte colectivo en la Cuidad de México y en años recientes en Monterrey y Guadalajara.
No se le puede regatear ese mérito a Díaz Ordaz y que conste que no es mi intención defender a ese paranoico gobernante que acatando ordenes de la CIA norteamericana masacró a los estudiantes en Tlatelolco, junto con algunos mandos superiores castrenses, que también obedecieron órdenes de la CIA gringa. Pero esa, esa es otra historia de la que Díaz Ordaz tiene que ser juzgado por la historia y también por la justicia, igual que Luis Echeverría Álvarez por Crímenes de Lesa Humanidad, como los cometidos por Adolfo Hitler.
Esos bronces retirados por el policastro Amieva no pertenecen a ningún partido político, son propiedad de la nación y el jefe de gobierno chilango debería responder ante las autoridades judiciales por ese acto de vil rapiña, al más puro estilo hitleriano.
Este rapaz gobernarte debería explicar si conoce la historia y a las nuevas generaciones de hoy, que no tienen una noción clara de lo que ocurrió en el 68.
Él y todos los que manipulan la historia están obligados a saber el contexto en el que se desarrollaban los 52 movimientos estudiantiles, ocurridos en el mundo en ese año, comenzando por la tiranía de muchos gobernantes y con todo lo establecido en las sociedades de esos años.
¡Quitarle páginas a la historia es otro engaño social.