Menos balas y más cerebro
Freddy Sánchez martes 30, Oct 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Quién se atrevería a plantarse frente a una locomotora en plena y loca carrera.
Y lo que sería aun más temerario: sin haber puesto sobre las vías los contenedores apropiados para frenar su vertiginosa marcha.
Bueno pues, tres sexenios después del rotundo fracaso institucional para terminar con la violencia o al menos apaciguar un poco a las bandas delictivas, es obvio que quienes intentaron detener desde Los Pinos el paso de “la locomotora criminal”, penosamente, resultaron atropellados.
Un parangón ad hoc para aludir al notorio “abollamiento” de la figura presidencial, a causa de su defectuosa campaña contra el crimen organizado.
Y es que Fox, Calderón y ahora Peña Nieto, se ganaron la fama de perdedores en la “guerra” al narcotráfico y las actuales mafias en tantos otros ilícitos que se cometen con descaro y prepotencia como si de plano estuviéramos viviendo peor que en “el viejo Oeste”.
Los dos ex presidentes del panismo y el abanderado del PRI que dejará de serlo el 31 de diciembre, francamente, quedaron reprobados en el examen de eficiencia como atentos y seguros salvaguardas de la seguridad en el país.
Es de pena ajena decirlo, pero ni modo, tal parece que “una locomotora” hubiera “descuartizado” la buena reputación presidencial de los tres últimos jefes de estado, a causa de la persistencia, proliferación y expansión del delito a lo largo y ancho del territorio nacional.
De modo que Andrés Manuel, (“la esperanza de México”), tendrá que demostrar con nuevas técnicas y más audaces y contundentes acciones de inteligencia y persecución contra la delincuencia, que su gobierno ciertamente llegará para hacer historia.
Pero, no la vergonzosa historia de los tres últimos presidentes. Que echaron mano de todos los medios a su alcance, sin restricción alguna, bajo el apoyo social de que habría que parar a los delincuentes dedicados como están a cometer salvajemente sus peores fechorías, sin que a fin de cuentas se haya cumplido con el deber gubernamental de proteger a los ciudadanos en sus vidas y en sus bienes.
Las múltiples matanzas y encarcelamientos, que costaron la vida de mafiosos o los pusieron tras las rejas aquí y en territorio norteamericano, fueron inútiles en cuanto a desarticular el poder creciente de los cárteles del delito.
Y eso hace ver que lo que se planeó y ejecutó en las tres últimas administraciones federales le quedó a deber a la sociedad en materia de seguridad y orden, dos cuestiones de fundamental importancia para disfrutar de una vida en armonía.
Así que no sería exagerado afirmar que como Fox se lo pidiera al finado Fidel Castro en una visita a México de diversos jefes de estado, en relación a aquello de “vienes, comes y te vas”, lo mismo podría pensarse que hicieron en los asuntos de la seguridad nuestros tres últimos mandatarios presidenciales.
Estuvieron a cargo, pero no pudieron con el “paquete”.
Dos presidentes anteriormente y uno más muy pronto, en lo que a la seguridad se refiere por lo menos, serán recordados por su notable ineptitud e impotencia para descarrilar y parar a como de lugar la aterrorizante “locomotora criminal”.
Así que la pregunta obligada: ¿Andrés Manuel será uno más en la lista de las víctimas presidenciales del crimen organizado?.
Tal como lo fueron tristemente en los últimos diez y ocho años, dos panistas y lo será un priista próximamente.
Ojalá y no sea así. Los mexicanos en general, los que apoyaron y no apoyaron la candidatura presidencial de Andrés Manuel, demandan con vehemencia ponerle freno a la criminalidad violenta, sea como sea y cueste lo que cueste, aunque, lógicamente con menos balas y más cerebro.