Apatía burocrática
Freddy Sánchez martes 11, Dic 2018Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“La Cuarta Transformación” tiene aspectos sumamente positivos, pero también negativos. Un ejemplo de lo segundo: el forjamiento de burócratas de primera, de segunda y de quinta.
Algo así podría decirse que sucederá entre la burocracia nacional cuando se reclasifique el egreso salarial a pagar.
De modo que pueda hacerse realidad lo prometido de que ganen menos los que más ganan y ganen más los que menos ganan.
Decrementos e incrementos a los sueldos se aplicarán para lograr un mejor equilibrio en el estatus económico de los trabajadores del estado. Esa es la idea, en aras de dar los primeros pasos de la “Cuarta Transformación”.
Y lógicamente, en el proceso de su aplicación se ve por una parte a entusiastas partidarios y por la otra a furibundos opositores.
Entre estos últimos, los que están muy arriba y de plano no quieren bajar a un nivel de ingresos salariales y prestaciones menores, pero igual molestia embarga a los que se ubican en una escala intermedia de percepciones económicas y que al tener que afrontar una reducción de sus haberes, piensan que tal cosa constituiría un virtual desfalco a su economía familiar.
Sobre todo cuando los afectados sólo reciben un sueldo relativamente bueno y no así, generosas prestaciones, como es el caso de los burócratas más encumbrados.
O sea “los de postín”, una especie de “fifís” de la burocracia.
Ese reducido grupo de los que en ciertos puestos públicos, comúnmente tuvieron a su disposición grandes beneficios personales, (desde servicios médicos privados altamente cotizados, “jugosos” bonos de puntualidad y productividad, gratificaciones extraordinarias por diversos conceptos y demás prerrogativas muy costosas para el erario público), que nada tienen que ver con la “austeridad Republicana” ni mucho menos “la pobreza franciscana” que se propone la “Cuarta Transformación”.
Así las cosas, el “tijeretazo” a los excesos en el costo de miles de plazas burocráticas, sin duda es menester para que los que ciertamente subsisten dificultosamente con el pago de salarios miserables y un mínimo de paupérrimas prestaciones adicionales, puedan ganar más y vivir mejor como es justo y necesario.
Pero, no puede ser correcto que los que están en medio en el sector oficial trompiquen y rueden hacia abajo en sus condiciones de bienestar, a causa de un decreto de autoridad que les imponga la condición de burócratas devaluados y en desgracia, puesto que para conservar el empleo tendrán que aceptar ganar menos sin rechistar siquiera.
Una injusticia para no pocos: trabajadores del gobierno o de entidades que reciben apoyos económicos federales, (institutos y colegios, entre otros), donde laboran investigadores, académicos, técnicos y profesionistas con maestrías y doctorados, que por méritos propios lograron ascender en el escalafón de la burocracia o consiguieron un empleo con mejores sueldos y prestaciones que la mayoría de los burócratas, pero nada que ver con esa otra minoría de los que fueron colmados de un sinfín de inmerecidos privilegios.
Razón por la cual en la reclasificación de montos salariales dentro y fuera del aparato público, donde se aporta dinero institucional para sueldos y prestaciones, es necesario conservar estímulos económicos acordes con los conocimientos y trayectorias de ciertos burócratas.
De tal suerte que si los trabajadores de menor rango en la burocracia, tienen pleno derecho a obtener un mejor salario, entre otros beneficios que los alienten a ser honestos y productivos, lo mismo puede pensarse de los burócratas intermedios que jamás han estado cerca de ganar una millonada.
Y por lo mismo sería inapropiado darles “un bajón” en su calidad de vida.
Estos empleados públicos en particular y los burócratas en general deben percibir un salario que estimule su vocación de servicio y no que los incite a la apatía burocrática.