Dos libros con lumbre
Alberto Vieyra G. martes 15, Ene 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Pemex, de rodillas ante las mafias huachicoleras. Todo está podrido en Pemex, la empresa petrolera número once del mundo, impunemente saqueada desde la entrada en vigor del criminal modelo económico neoliberal, que ha producido en México y otras naciones del mundo las más peligrosas malformaciones sociales.
En el 2011, la muy valiente periodista Ana Lilia Pérez publicó El Cártel Negro, en el que documenta la forma en que las mafias criminales se apoderaron de la empresa petrolera paraestatal, que durante décadas fue el pilar de la economía mexicana. La periodista se metió a las entrañas de Pemex y encontró que en las tripas de la empresa estaban podridas por todos lados. Documenta cómo en sólo un año, el crimen organizado pinchó más de 12 mil tomas en ductos petroleros; Y que, bajo las oficinas de los directores de Pemex en turno, se monitoreaba en tiempo real la cantidad de combustibles que salían robados de las refinerías y que para “taparle el ojo al macho”, los empresarios gasolineros le compraban a Pemex cualquier cantidad de energéticos y que todo lo que consumían los automovilistas eran gasolinas robadas.
Por ese libro, Ana Lilia Pérez fue perseguida rabiosamente y tuvo que exiliarse en el extranjero, pues había orden de asesinarla. Pero en el 2017, la comunicadora volvió a la carga con otro libro que traía lumbre titulado: Pemex RIP: Vida y asesinato de la principal empresa mexicana.
En ambos textos que hoy cobran palpitante actualidad, se pone de manifiesto que el criminal huachicoleo se daba tolerado y auspiciado por los criminales de cuello blanco y una larguísima cadena en la que figuran un conglomerado de funcionarios, trabajadores, empresarios, contratistas, inspectores, controladores, agentes aduanales, dirigentes y miembros del sindicato petrolero, políticos, ordeñadores, huachicoleros, extorsionadores, defraudadores, contrabandistas y lavadores de dinero que llegaron a conformar toda una industria criminal paralela a Pemex, mediante empresas fantasmas.
¿Y los presidentes de la República eran ajenos a este crimen de Estado? ¿De veras, de veras no sabían nada o como dice Andrés Manuel López Obrador “se hacían de la vista gorda” y eran omisos? ¿Dejaron hacer y pasar llevando de rigor su mochada?
Se supone que el presidente de la República debe estar enterado, de todo, porque posee toda la información privilegiada, así que, si lo sabían Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas de Gortari y Miguel de la Madrid, los presidentes piezas claves durante la era del neoliberalismo económico, y no hicieron nada, malo, pero si lo sabían, todavía más malo, porque podrían ser juzgados como cómplices, formando parte de esa criminal delincuencia organizada.
Dice el señor López Obrador que “no abriga odios ni venganzas”, pero que se aplicará la justicia ¡Bravo, bravísimo! Poninas dijo popochas. ¡Los mexicanos queremos resultados, queremos verlos! Sí, queremos ver a esos ladrones de cuello blanco tras las rejas y también que en México se inicia el principio del fin de la impunidad, herencia maldita de los conquistadores españoles.
¿López Obrador será capaz de echarse ese trompo a la uña para pasar a la historia como un presidente querido y respetado? ¿Lo dejarán las malditas chinches chupeteadoras de Pemex? Por lo pronto, el Presidente no deja de sentir cuscús cuando dice: “Tengo miedo, pero no soy un cobarde”.