Intactas, las fortunas mal habidas
Freddy Sánchez martes 26, Feb 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La sociedad se ha dividido en dos grandes masas ciudadanas. La que decidió aliarse con la delincuencia organizada para satisfacer sus aspiraciones de bienestar y la que sufre de malestar, a causa del asedio de una virtual “peste” criminal, fuera de control.
Aparte entonces de vivir en una nación fragmentada en al menos nueve pedazos de distintos Méxicos de escandalosos contrastes económicos y sociales, lo peor y más dramático de este ambiente de desigualdad lo constituye la “guerra” fratricida entre hermanos mexicanos.
Y es que por una parte se ve a los que pululan por doquier, obedeciendo órdenes de las mafias delictivas para defraudar, falsificar, traficar, robar, extorsionar, secuestrar y matar, en tanto que otros millones de compatriotas temen ser o han sido víctimas de la excecrable delincuencia.
En ese funesto contexto social se da actualmente la nueva lucha anti delictiva del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, tras varios sexenios de omisión, ineptitud y corrupción de autoridades, lo que hizo crecer y fortificarse a la delincuencia organizada, probablemente como nunca antes en la historia nacional.
Y eso supone, obviamente, un alto grado de dificultad para el régimen en turno, en cuanto a su afán de devolverle al país la seguridad perdida.
Un deseo latente de los connacionales que tienen puesta su fe en que lo que se está haciendo y se hará a lo largo del sexenio en curso, permitirá disfrutar de un clima de tranquilidad sin toda esa desaforada delincuencia esparcida por doquier.
Sobre el particular, Andrés Manuel optó por una estrategia diferente a la de sus antecesores presidenciales.
Atacar el setenta por ciento de las causas y el treinta por ciento de los efectos de la inseguridad, según su propio dicho.
De ahí los distintos programas sociales implementados y operados con prontitud al inició de su ciclo gubernamental. Entre otros, lo relativo a la dotación de becas para estudiantes y el pago de un sueldo durante la capacitación empresarial de jóvenes desempleados, además de la oferta de trabajo a la juventud para 50 mil nuevos elementos en lo que será la Guardia Nacional dedicada a combatir a la delincuencia.
Acciones todas estas que implican una forma distinta de actuar del gobierno federal, que decidió destinar a este propósito un importante monto de los recursos económicos institucionales, en lo que se ha catalogado como un esfuerzo extraordinario contra la criminalidad.
La gran pregunta es si lo que se está haciendo, ciertamente reducirá a su mínima expresión la masa ciudadana coludida con mafiosos para delinquir en contra de los demás ciudadanos.
En opinión de algunos que creen en las bondades de las actuales políticas de gobierno, lo seguro es que se le ha puesto un freno al crecimiento exponencial de ciudadanos agobiados por sus carencias y decididos a trabajar para la delincuencia organizada.
Qué tantos menos ciudadanos dedicados a delinquir habrá en el futuro, habrá que verlo. Porque tal cosa, justamente, marcará la diferencia entre el gobierno de Andrés Manuel y sus antecesores, en lo que se refiere a la fallida tarea de restablecer la seguridad y la paz social.
En ese sentido, hay que reconocer que es poco el tiempo trascurrido del gobierno actual para sacar conclusiones.
Pretender asumir que lo que se hace es o no lo correcto, implica anticipar juicios temerarios. En todo caso que queden sobre la mesa dos criterios y cálculos opuestos sobre el tema.
Lo que piensan quienes avalan sin reservas las acciones federales en curso y lo que afirman aquellos que aseguran que lo que se hace de poco servirá si no se adoptan acciones complementarias contra la impunidad criminal procediendo al inmediato decomiso de las grandes e intactas fortunas mal habidas.