¿Botana, gratis?
¬ Salvador Estrada jueves 28, Mar 2019Folclor urbano
Salvador Estrada
En la Ciudad de México se acabaron las cantinas, sí, esos lugares que tenían “las puertas de hoja”, donde se jugaba dominó y cubilete y te daban botana para “la cruda”.
De esos lugares ya sólo queda el recuerdo y en algunos “la barra”, porque se transformaron en “restaurantes- bar”, donde los dueños abusan y se pasan de listos.
Esos sitios te ofrecen botana gratis, pero ni es botana, ni es gratis, sino es una comida con tres platillos, que en un restaurante saldría entre ochenta y ciento veinte pesos, y que ahí en el “restaurante-bar” por el consumo de tres copas pagas la botana.
Para los bebedores sociales que prefieren compartir con los amigos una botella, ésta es carísima. En los “súper” su precio es de 230 pesos, de “güisqui,” y en esas cantinas transformadas la cobran a ¡mil 800 pesos!
Bueno, pero si no tienes mucha sed y prefieres tomar una copa, tienes que beber tres para tener derecho a esa “botana gratis” y cada copa de vodka vale entre 90 y 110 pesos, y la botella, que en la tienda tiene un precio de 130 pesos, ahí cuesta ¡mil 200!
Pero para que no te sientas mal por esos precios, en esos “bares restaurantes” escuchas música, que ejecuta un tecladista y una chica atractiva y si llevas una pareja puedes bailar entre las mesas. ¡Qué tal…eh!
Y esas son las cantinas de ahora, un gran negocio, que no tienen freno, con los precios que tienen las bebidas y que los parroquianos pagan por divertirse un rato, aunque se sientan “explotados”.
Además de pagar esos precios excesivos, tiene que dar propina al mesero y al garrotero ¡120 pesos más!
Sin embargo, aún existen cantinas “tradicionales”, que tienen clientes fieles, porque sus platillos son “deliciosos y abundantes”; en el Centro Histórico está “El Gallo de Oro” y “La Mascota”.
Si tomamos en cuenta, “los precios cantineros”, una copa en esos lugares equivale más o menos a un salario mínimo, de 108 pesos.
Los obreros y empleados, no pueden darse ese lujo de comer en esas cantinas, sólo los que ganan arriba de cuatro salarios mínimos.
La música a veces es ejecutada por un conjunto cubano o nacional que interpretan “salsa” o cumbia y con ello los propietarios quieren justificar sus precios, que sabe que son “altos, muy altos”, pero que es su negocio ¡ganar mil pesos por botella!
Y aquí, la Procuraduría Federal del Consumidor no tiene queja. Los bebedores sociales “pagan su vicio”, pero con tarjeta bancaria y así no sienten el “golpe” de pagar tan cara “una botana gratis”.