Machos o macho menos
Freddy Sánchez martes 11, Jun 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
El uniforme neutro sólo podrá ser utilizado por las escolapias.
Las niñas, si lo desean, irán de pantalón a las escuelas, pero los niños no tendrán permitido el uso de faldas como se entendió en un principio con motivo del anuncio oficial al respecto.
Una práctica que se estaría adoptando a partir del próximo ciclo escolar, lo que dio lugar a exclamaciones de todo tipo. Unas de festejo y aprobación y otras para dejar constancia de asombro e indignación.
Tanto así que no pocos, como fue el caso de Andrés Manuel, en cuanto la noticia trascendió surgió el silencio, sin querer tomar partido por uno u otro lado, entre los que habían dado su apoyo y los que repudiaron lo anunciando por la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, avalado además por el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, aunque éste último dijo después que en torno a lo dicho institucionalmente se dieron malos entendidos.
Así quedó desechada la idea de que no sólo en la Ciudad de México, sino en todo el país, los escolares podrían decidir si estarían acudiendo a sus escuelas como se supuso que lo habían “autorizado” las autoridades: las niñas con pantalón y los niños con vestido.
Claro que eso sucedería con los varoncitos si a ciertos de ellos se les hubiese “metido el gusanito” de cambiar el pantalón por una falda “muy coqueta” en su uniforme.
Una nueva moda quizá alentada por algunos padres de familia. Lo que en relación con las niñas, en realidad no habría implicado mayor inconveniente o riesgo.
El uso del pantalón entre las féminas, de tiempo atrás es algo natural. Quizá o más bien, la mayoría utiliza esa prenda de vestir de manera habitual, en sustitución de la falda. Nadie entonces tendrá razón para asombrase al ver a las escolares usando pantalones. Pero, algo totalmente distinto, pudo ocurrir con los niños.
No importa que en otros tiempos y antiguas civilizaciones, las faldas hayan sido una prenda de uso común entre los hombres.
Egipcios, romanos, aztecas, ingleses, austriacos entre tantos más que acostumbraron en cierta época de la historia, recurrir a vestuarios que algunos, por ignorancia, consideraran de uso exclusivo para la mujer.
Un craso error, sin duda. Porque los varones, aparte de faldas también llegaron a usar, pelucas, tacones, maquillaje y demás accesorios típicamente femeninos en ciertas épocas, aunque los usos y costumbres cambian en distintos momentos y civilizaciones de la humanidad.
De modo que vistas así las cosas, bien puede uno preguntar: por qué los “gritos y sombrerazos” si las autoridades competentes se hubieran mantenido firmes en autorizar el uso del uniforme escolar neutro, entre niños y niñas.
Aquellos que no están de acuerdo y lo reprueban, entre otras cosas argumentan que en pasados momentos de la historia, las prendas de vestir exclusivas para la mujer que se usaron entre los hombres, notoriamente fueron una forma de expresividad acerca del estatus, el poder y la influencia de los caballeros.
Bajo este argumento, es inevitable cuestionar qué exactamente es lo que se buscaba institucionalmente al incitar a los niños al uso de faldas en vez de pantalones, porque si sólo se trata de expresar una preferencia de género, la verdad es que se ignoraron varios escenarios negativos en probable perjuicio de los niños.
Porque una cosa es segura: crear o alentar confusiones entre la población infantil escolar sobre preferencias de género sin esperar a que maduren lo suficiente y elijan qué rol exactamente quieren representar en sus vidas, lo que puede provocar es el escarnio de sus compañeros.
Un agravio inmisericorde, que particularmente podría cometerse contra los niños. Baste imaginarse uno de tantos epítetos crueles y ofensivos para denigrarlos si en algún momento alguien de lengua viperina quisiera hacer referencia sobre las inclinaciones genéricas de sus compañeros diciéndoles por ejemplo: de este lado las niñas y allá los machos o macho menos.