Reelección presidencial disfrazada
Alberto Vieyra G. viernes 12, Jul 2019De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Ni en los peores tiempos del ponzoñoso prianismo se había visto el cochinero político que hoy protagoniza el Congreso de Baja California, de mayoría panista, movido por una ambiciosa y poderosa chequera que porta el recién electo gobernador Jaime Bonilla, con chaqueta del partido Morena. ¡Qué asco señores diputados!
Pero ¿Qué hay detrás de semejante cochinero político?…
Mire usted, el pasado 2 de junio Jaime Bonilla fue electo gobernador por dos años y de última hora urdió con un sospechoso maniobrerismo que podría hacerlo por 5 años, hasta el 2024, pero el Tribunal Federal Electoral, el TRIFE, le dijo niguas y obviamente que no aprobó las marranadas que intentaba perpetrar a ese siniestro empresario en el poder, cuya elección está impugnada porque en años recientes estuvo afiliado al Partido Republicano de Estados Unidos.
Después de las elecciones del 2 de junio, Bonilla sacaría la chequera para cañonear con un millón de dólares a diputados panistas, priistas y de mas hierbas de olor para que reformaran el artículo octavo de la Constitución californiana con el fin de que el siniestro señor Bonilla extienda su gobierno hasta las elecciones presidenciales del 2024.
Absoluto plan con maña porque sí la Suprema Corte de Justicia de la Nación lo permite, estaríamos hablando de que AMLO podría reelegirse para el 20 y 24.
Y tan nefasto precedente político sentaría las bases para que cualquier otro gobernador corrupto ordene las reformas constitucionales para ampliar sus periodos gubernamentales por 5, 10 o 20 años o lo que se les pegue la gana.
Todo parece indicar que la marranada política de Bonilla no prosperará porque la corte determinará que, en acontecimientos político-electorales ya ocurridos, no procede una reforma a la Constitución para hacerla retroactiva y a capricho de cualquier gobernante enfermo de poder.
Pero hay algo todavía más preocupante: Además de que Bonilla fue miembro del Partido Republicano de Estados Unidos, sus negocios están íntimamente ligados con poderosos intereses económicos privados relacionados con el agua de la Baja California, cuya dimensión, muy en la experiencia pública de Bonilla en el lado americano, es binacional y parece ser la clave del maniobrerismo bajacaliforniano de estos días.
Sólo falta que el señor Bonilla encabece un movimiento separatista para que la Baja California pase a formar parte del territorio norteamericano, pues no hay que olvidar que la historia nacional está llena de traidores como Manuel Lorenzo Justiniano de Zavala y Sáenz, quien allá por 1831 maniobró perversamente para que Texas se convirtiese en la llamada estrella solitaria y finalmente, terminará anexándose a Estados Unidos.
Lorenzo de Zavala se convertiría en el primer vicepresidente de nuestra querida Texas. Es lo que pretende el republicano Jaime Bonilla, quien sin lugar a duda posee también la nacionalidad gringa.
El cochinero político en la Baja California fue empujado por los únicos tres diputados de Morena y el asunto resulta extraordinariamente sospechoso, puesto que Andrés Manuel López Obrador, cuando asistió a Baja California para darle el espaldarazo político a Jaime Bonilla, desde ese momento se produjeron en esa entidad del país traiciones políticas, principalmente contra Jaime Martínez Veloz, uno de sus aliados que terminaría convirtiéndose en candidato del PRD.
Andrés Manuel López Obrador, si algo sabe de ciencia política, no debe permitir por ningún motivo que el inmoral Jaime Bonilla quiera adelantarnos una reelección presidencial disfrazada, que sería de nefastas consecuencias para la República.
La última reelección en México ocurrió con Álvaro Obregón Salido, asesinado por la iglesia católica a manos de José de León Toral, la monja Concepción Acevedo de la Llata y otros complotistas.
Desde entonces muchos Presidentes de la República han intentado medirle el agua los camotes, pero hasta ahí se han quedado.
Por lo pronto, resulta detestable y nauseabundo el cochinero político protagonizado por diputados del Congreso de la Baja California.