Mujeres salvajes
Freddy Sánchez jueves 22, Ago 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Quién no tiene madre, esposa, hijas o hermanas, a las que no deba su más amplio apoyo y solidaridad ante una realidad cruda y terrible: las desigualdades de género y el recurrente abuso contra la mujer que en el feminicidio alcanzó su más abominable clímax.
Por esa sencilla razón, la protesta feminista de los pasados días, a pesar de lo censurable de ciertos comportamientos, tuvo justificación y sería una aberración seguir exacerbando las críticas por los sucesos, queriendo ignorar las causas que lo provocaron.
De modo que más allá de lo que se vio en las calles, con motivo de la protesta de las mujeres que se declararon en pie de lucha contra el hostigamiento social, justo es alcanzar a ver lo que hubo atrás de esta reacción para poder visualizar con objetividad lo que debe venir en favor de los derechos feministas.
Las mujeres de nuestro círculo familiar, los centros de trabajo, en los medios de la política, los quehaceres económicos, la filosofía y las letras, el deporte, y por supuesto, en los planteles escolares, claman en voz alta por el goce de igualdades que en muchos casos siguen siendo exclusivas para el sexo masculino.
Y si a esa inconcebible situación, añadimos la grosera actitud que en muchos sectores sociales, debido a actos masculinos prepotentes y desconsiderados, afrontan cada día miles o millones de mujeres, eso que sucedió en la manifestación feminista, en términos generales, apenas fue un pequeño riachuelo de ira que salió a flote ante el océano de violenta represión contra las damas, lo que no es asunto de una vez sino de reiteradas ocasiones desde mucho tiempo atrás.
Justo es coincidir en ese caso con los que piden mesura al criticar la marcha feminista de protesta, a pesar de los daños causados al entorno urbano, incluidos los edificios y vehículos oficiales. Si una fémina constantemente abofeteada, reacciona algún día dándole a su agresor una buena cachetada, no es para quererla “quemar en leña verde”.
Así que menos fulminantes reproches hacia las damas que participaron en la movilización por las calles de la Ciudad de México, en un abierto afán por demandar atención a sus imperiosas necesidades de subsistencia. El desbordamiento emocional de quienes han sido víctimas de un sinfín de abusos, era de ocurrir algún día.
Que no se incurra pues, en una imperdonable falta de sensibilidad desatendiendo el grave problema de la sistemática agresión social contra las mujeres. Sobran razones para abogar por la contención inmediata no sólo de los feminicidios, sino del menosprecio intelectual y profesional, además del abuso y el acoso sexual, entre otras infames conductas contra el género femenino.
Ningún argumento puede tener validez para no atender los reclamos feministas, por más que se repitan cesuras sobre los sucesos violentos, con motivo de la estruendosa protesta realizada en las calles por parte de miles de damas indignadas por los malos tratos.
Es de entender el enojo reprimido de tantos años de indiferencia y desatención a los problemas que perturban la vida de las damas. Hasta el más paciente, pierde los estribos alguna vez y se alebresta, habiendo sido víctima de un abuso constante.
De ahí las reacciones de informidad entendiblemente abruptas y estruendosas entre un gran número de damas que invadieron las calles para demandar la erradicación de los agravios a su dignidad, lo que derivó en excesos, aunque nada que ver con esa otra conducta criminal de hombres infiltrados en la marcha, quizás con la mala intención de desvirtuar las justas demandas feministas, a lo que también, hay que decirlo enfáticamente, porque así fue, contribuyeron mujeres salvajes.