El huachicoleo no cede
Augusto Corro lunes 9, Sep 2019Punto por punto
Augusto Corro
Durante años, el huachicoleo se vio como un negocio legal, con los riesgos propios de una empresa criminal, que contaba con la aprobación de las autoridades.
¿O cómo se explica la multiplicación constante de tomas clandestinas en los ductos para extraer gasolina y gas de Petróleos Mexicanos (Pemex)?
La imprudencia en el saqueo del combustible produjo un sinnúmero de accidentes. Basta con recordar la tragedia de Tlahuelilpan, Hidalgo. El 18 de enero pasado, 132 personas perecieron en la explosión de un ducto de Pemex.
El nuevo gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador decidió enfrentar esa problemática social y erradicarla, pero no será fácil.
El crimen organizado que manejó el huachicoleo a su antojo acumuló la suficiente experiencia para burlar a las autoridades.
En algunos lugares los delincuentes involucraron a toda la población. Participaban autoridades de todos los niveles: presidentes municipales, policías, jóvenes que servían de espías, etc.
El huachicoleo se practicaba como una empresa a gran escala que abastecía a las pipas que formaban largar filas para proveerse de combustible. Funcionaba como Pemex pero en la clandestinidad.
Continúan todas esas prácticas de la ordeña a los ductos gasolina y gas. Además, continúa el robo de producto a los camiones distribuidores, además, son agredidos los trabajadores que se dedican a reparar los ductos.
Y como si lo anterior no fuera suficiente para dañar a Pemex, las denuncias que se presentan ante las autoridades correspondientes por los daños que afectan a la paraestatal no son atendidas debidamente.
El huachicoleo seguirá a pesar de los peligros mortales a quienes se exponen quienes se dedican a esa práctica ilegal.
En fin, Pemex sufre graves daños causados por el crimen organizado. Se redujeron los robos de combustible de las pipas, pero la ordeña de ductos sigue, principalmente en las tuberías de gas.
Menores de edad y delincuencia
Durante la semana supimos de dos hechos que se refieren a la participación de los adolescentes en la delincuencia organizada.
El 27 de agosto, delincuentes atacaron y le prendieron fuego al centro nocturno “El Caballo Blanco”, en el que perdieron la vida 31 personas.
Un joven de 15 años de edad fue uno de los autores materiales del siniestro. También fue víctima. Las llamas lo alcanzaron y se quemó la mitad del cuerpo.
No es el primer caso en el que se comprueba la participación de los menores de edad en las filas de la delincuencia.
Niños, adolescentes y jóvenes son tentados para sumarse a las organizaciones criminales.
Con la inmadurez propia de su edad y sin medir el peligro, los menores, en algunos casos niños, optan por servir como sicarios.
Tenemos el caso de Marcos Daniel, mejor conocido como el “Niño Sicario”, quien a sus 20 años ya tenía un historial delictivo.
Las autoridades de San Luis Potosí informaron que en Río Verde encontraron el cuerpo sin vida del joven mencionado, con un golpe en la cabeza y lesiones hechas con arma blanca en las manos.
Ya en otras ocasiones se habló de otros menores involucrados en la delincuencia desde los diez años, como ocurrió con Marcos Daniel, quien recientemente salió de un centro de reclusión.
Se dedicaba a asaltar a transeúntes, motociclistas, etc.
El gobierno tiene la gran responsabilidad de brindar mayor atención a la niñez, adolescencia y juventud mexicanas ante la ola de criminalidad que padecemos.
Urge que las autoridades se pongan las pilas para evitar que esos sectores de la sociedad caigan en manos de la delincuencia.
Los linchamientos
Otra historia de linchamiento se registró en Tenancingo, Tlaxcala.
Dos hermanos fueron golpeados hasta morir por pobladores que pretendieron hacerse justicia ante la nula acción de las policías para prevenir delitos.
La pareja, un hombre y una mujer, fueron acusados de plagiar a una joven un día anterior.
Los vecinos dijeron que la mujer fue secuestrada y subida a un vehículo tipo Pointer, color blanco con franjas negras, en las inmediaciones de la primaria “Bicentenario” de la colonia La Trinidad.
Las policías fueron rebasadas por la multitud, como ya ocurrió en otras ocasiones en diferentes sitios de México, y golpearon a los detenidos hasta que perdieron la vida.