Otro partido desechable
Freddy Sánchez jueves 19, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Si en las competencias atléticas es verdad, en las lides políticas, muchos más, aquello de que lo importante “no es llegar sino mantenerse”.
Sabiduría popular, conseja divina o mera intuición elemental, no cabe duda que como reza el refrán: “el que no oye consejo no llega a viejo”.
Nada más apropiado para evaluar las gestas organizativas para el futuro del partido más influyente de México. La nueva “aplanadora” electoral y legislativa de los actuales tiempos, porque los morenistas, prácticamente lo pueden todo.
Y fue precisamente, la voluntad de la mayoría electoral en el país, la que hizo a “Morena”, el partido que a diferencia de los tecnócratas de la política, logró lo que sus antecesores en los últimos treinta y seis años, soñaron y concibieron, pero jamás lograron.
Es decir: asumir con una mayoría “aplastante” las dos cámaras legislativas federales, en apoyo a la primera magistratura de la nación, en poder del mismo partido.
Tres sexenios antes de la debacle priísta y tres sexenios después, con Vicente Fox, Felipe Calderón y Peña Nieto, (con dos panistas sucesivamente a cargo de la presidencia y el sorpresivo regreso del PRI en el recién concluido régimen), el ejercicio del poder se fragmentó entre las distintas grandes fuerzas partidistas predominantes en aquellos momentos.
La más cercana y quizás patética descripción de lo acontecido en el eterno nacional, durante la tecnocracia política al mando del país, la hizo Vicente Fox al decirlo así: “el poder ejecutivo propone y el poder legislativo dispone”.
Una sentencia y condena más que ciertas en al menos los últimos seis sexenios, puesto que las grandes disputas o acuerdos en materia de políticas de gobierno, se dieron en las cámaras legislativas y el poder judicial, que de tiempo atrás debido al nuevo estilo de ejercer el poder, inequívocamente, tomó partido en distintos momentos y diferentes cuestiones al resolver a favor o en contra de intereses partidistas contrapuestos, en asuntos diversos.
Algunos pensarán que para bien y otros para mal, la verdad es que el poder en México lo “manosearon”, no tanto como quisieron, sino más bien como pudieron, los que “atrincherados en sus fortalezas” de influencia legislativa y de la administración de la justicia, decidieron darle o quitarle apoyo al poder presidencial, según sus propias conveniencias.
Y por ello, lo prevaleciente en pasados tiempos fue que en la búsqueda de soluciones a los problemas nacionales, se impuso una mezcolanza política del poder.
Pero, eso fue ayer. Hoy en día, es un partido el que “parte el queso”. Con la oposición naturalmente de quienes desde las propias cámaras legislativas, conservan la capacidad de aprobar o desaprobar ciertas reformas legales, y aquellos que en el poder judicial han encontrado la mejor opción para rivalizar con las decisiones presidenciales y partidistas de “Morena”.
La Institución a vencer, en las futuras contiendas electorales. Algo que no pocos consideran imposible, salvo lo que suceda al interior de esta organización, en donde la armonía tiende a perderse y eso pone en riesgo la permanencia del mando político morenista por muchos años más, en especial si los simpatizantes del partido dejan de estar esperanzados en que pronto llegarán los cambios tan deseados en su esfera familiar.
Podría decirse entonces que si bien en cuestiones de consumo existen preferencias cautivas como las que favorecen a ciertos productos que no mejoran su calidad o ni siquiera la conservan, otra realidad se vive en la política: lo que pronto deja de gustar, pronto se tira a la basura.
Así que de persistir y hacerse más acalorados y conflictivos los desencuentros al interior del Partido Movimiento de Regeneración Nacional, y el manejo político hacia el exterior no hace palpable una mejoría colectiva en los asuntos más demandantes de buenos resultados institucionales, inequívocamente los morenistas terminarán por convertir a su organización en otro partido desechable.