Patriotismo falaz
Freddy Sánchez martes 24, Sep 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“La Belisario Domínguez”, que es de lo más excelso en reconocimientos oficiales para la grandeza humana, comúnmente se otorga a personajes ajenos al ejercicio de la política.
Intelectuales, científicos, empresarios y ciudadanos, suelen ser primordialmente los galardonados. Uno que otro político, nada más.
Lo cual es saludable para que no se propicie con la entrega de esta presea, una especie de halagos mutuos entre correligionarios y comparsas dedicados a la política.
Como una farsa para la exaltación de los méritos individuales entre representantes destacados de la sociedad, dedicados a distintas actividades, podría verse el hecho de que sólo a los políticos se les diera la medalla “Belisario Domínguez”. Así que hay que aplaudir que eso no suceda, salvo esporádicamente, y por lo regular para reconocer a quienes siendo personajes dedicados al oficio político, se los exalta por otros méritos.
Justo es entonces, que cada siete de octubre, en memoria de Belisario Domínguez, (un legislador de acendrado patriotismo), se honre a personas que merezcan ser objeto de un homenaje por sus buenas obras.
No hay nada más digno de aprobación colectiva, que el reconocimiento institucional en vida de los hombres o mujeres de este país, que en los actuales tiempos pudieran haber actuado ejemplarmente procurando el bienestar de los demás.
“¡Por su obras los conoceréis!”…
Esas palabras, aparte de ser una lección divina, constituyen “la biblia” de la realidad mundana, poniendo al desnudo las mitomanías de los hipócritas y falsos adalides de la sociedad que en sus discursos ofrecen “el cielo y las estrellas”, siendo que en el decurso de sus vidas y gestiones en aquello a lo que se dedican, no existen mayores evidencias de una conducta encaminada a la búsqueda del bien común, sino al revés.
De modo que con esa mala fama a cuestas, son vistos la mayoría de los políticos, que en el balance de sus haberes sobresalen antecedentes de desempeños recientes o pasados carentes de sensibilidad social.
En lo político y legislativo las malas cuentas saltan a la vista.
Muchas obras que se hicieron o se comenzaron y leyes que se aprobaron con expresiones laudatorias dando cuenta de grandes cambios por el bien de la nación, con la renovación del poder presidencial, se procedió a su abandono y derogación.
Así que ahora hay nuevas obras en proceso y otras leyes recién aprobadas, diciéndose justamente lo mismo que antes: que dichos cambios están pensados para el auténtico bienestar de la patria.
Será pues, el tiempo el que devele las verdades o mentiras subyacentes en tales dichos y acontecimientos de la política. Por el momento, lo que difícilmente alguien puede contradecir es que a los que estuvieron y siguen estando en la práctica política, sus merecimientos en el pasado dejaron mucho que desear y por lo que al presente concierne, hay que esperar a ver si lo que se está haciendo realmente sirve para acrecentar el bienestar colectivo, debiéndose por ello, recurrir a la moderación en las manifestaciones de éxito porque como dice sabiamente el refranero: “elogio en boca propia, es vituperio”.
Y es que la verdad, entre los integrantes de las Cámaras Legislativas y los practicantes de la política en general, si bien es innegable que hay hombres y mujeres honorables de indiscutible inclinación para promover actos en bien de la patria, a muchos de plano poco o nada hay que agradecerles como para honrarlos y reconocerlos.
Lo cual se debe a sus obstinados afanes de seguir en ejercicio de cualquier puesto que les signifique remuneración sustanciosa y ventajas de distinta índole, ya que en su proyecto de vida sus habituales alocuciones para la defensa de la nación es una mera pose de su patriotismo falaz.