Patrañas de corruptos
Freddy Sánchez jueves 31, Oct 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La mala fama de las reformas legales de carácter sexenal y “a modo”, ( influidas regularmente por el activismo protagonista del poder actuante), de tiempo atrás y en casi cualquier materia, ( tributaria, administrativa, laboral, educativa y de justicia, entre otras), hace que la gente se asuste y “peque de desconfiada” cada que se procesan nuevas leyes que inevitablemente afectarán la forma de vida de los sujetos a dichas regulaciones.
Y más tratándose de modificaciones a las normas de procuración y administración de la justicia.
Un sector que indiscutiblemente requiere cambios regulatorios no solo de forma sino de fondo, a pesar de los resquemores de la sociedad, respecto a que como otras veces los ajustes legales serán insuficientes y meramente cosméticos, porque habitualmente entre los que ejercen el poder y sus partidarios de distintas clases, casi siempre que hay un cambio legal se busca dejar en las leyes los recovecos en los que se puedan cobijar sus personales intereses.
Como algunos atribuyen que sucedió en la época “juarista”, en la que supuestamente se practicaba aquello de que: a mis amigos justicia y gracia y a los enemigos la ley a secas.
En ese tenor, es de hacer mención que a pesar de suspicacias sobre futuros cambios legales en materia de justicia, uno tiene la obligación de dar apoyo a todo renovado afán institucional de mejorar la calidad de la atención al público entre los funcionarios judiciales.
La recepción, el procesamiento y resolución de las denuncias, demandas y controversias en el segmento público dedicado a la justicia, amerita una constante enmienda de yerros involuntarios o de mala fe.
Y es que ni duda cabe de que los “cotos de corrupción y arrogancia” a los que se refirió el actual Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldivar, dificultan e incluso hacen nugatoria la imparcialidad en materia de justicia en México.
En el actuar de diversos ministerios públicos, jueces, magistrados y ministros, más que el escrupuloso y estricto apego a derecho, parece influir el propósito de sesgar la interpretación de la ley, conforme a intereses ajenos a la justicia, en especial cuando se confrontar grupos políticos y económicos en asuntos de la ley.
Así que en una parte numerosa de la sociedad se concibe la idea de que en actuaciones judiciales suelen favorecerse las pretensiones del mejor postor o de los más influyentes, sean los reclamantes de “justicia”, miembros de partidos políticos o sus apoyadores, empresarios e incluso integrantes de la delincuencia organizada.
De modo que creer en una impartición y administración de la justicia en forma imparcial, diligente y gratuita, está lejos de los que reconoce una alta cantidad de connacionales y extranjeros con residencia en el país.
El Fiscal de la Nación, Alejandro Herz Manero, comentó por cierto que 31 millones de personas no confían en la justicia.
Y si a esa cantidad le sumamos, los niños y jóvenes que no se interesan por estas cuestiones y a todos los delincuentes que tampoco creen en la justicia, eso hace más que apremiante la necesidad de forjar una nueva imagen de las instancias oficiales dedicadas al tema que nos ocupa.
Porque, la verdad es de lamentar que los aludidos “cotos de corrupción y arrogancia”, subsistan en el país, asesinando impunemente la fe de los mexicanos en la justicia, lo que es imperativo cambiar con modificaciones legales que no sean puro cuento sobre reformas a la ley sólo con el fin de disfrazar las patrañas de corruptos.