La parafernalia del asilo
¬ Edgar Gómez Flores lunes 9, Dic 2019Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
El asilo, por cuestiones de humanidad, tiene referencia internacional y también legal e histórica en México. Nuestro país se ha dado a la tarea de recibir a personalidades del mundo quienes, por cuestiones políticas domésticas, tuvieron la necesidad de emigrar y de recibir la protección de un Estado. Así, México se ha puesto en la vanguardia del asilo mundial. Sin embargo; han existido algunos asilos cuestionables, que más parecen la postura política de un régimen específico o la presión política del exterior, más que la verdadera vocación de ofrecer estas tierras hospitalarias a alguien que teme por su integridad física y la de su familia.
En este caso, de asilos cuestionables, tenemos el realizado por intermediación del magnate estadounidense David Rockefeller cuando Reza Pahlevi “el sha de Irán” se refugió en la ciudad de Cuernavaca en 1979, en el sexenio del presidente López Portillo. Este asilo se dio derivado de las movilizaciones sociales en aquel país de medio oriente, producto del servilismos de este personaje a los intereses americanos y europeos. Además de mantener en pobreza extrema a su pueblo y, en contraste, realizar majestuosas celebraciones, públicas y privadas.
Adicionalmente, otro asilo que levantó suspicacias en América Latina fue el del presidente hondureño Manuel Zelaya, una vez que intentó una estrategia reeleccionista. El Congreso de su país lo destituyó y repuso un gobierno de facto para retomar el poder. En ese momento (2009) el presidente Felipe Calderón lo recibió como Jefe de Estado con la consigna de reponer el poder constitucional en ese país y con esto, dejar que el mandato del presidente Zelaya concluyera de forma pacífica.
Estos dos asilos nublan un poco las grandes y simbólicas ayudas que México ha dado a políticos y artistas perseguidos. Entre los cuales destacan, el asilo a León Trotsky quien, terminó siendo enemigo de Stalin en Rusia y lideró un movimiento internacional de izquierda; donde tuvo acercamientos con Diego Rivera y Frida Kahlo, quienes intercedieron ante el presidente Lázaro Cárdenas para brindar el apoyo al político revolucionario. Este asilo terminó, como es sabido, con su asesinato en el año 1940. Asimismo, resaltan los otorgados a la esposa del presidente Salvador Allende, Hortensia Bussi Soto y al cineasta Luis Buñuel quien terminó siendo un creativo de la cultura mexicana en la mitad del siglo pasado.
Estos claroscuros de nuestro país, en este tema, se acentuaron con el último asilo registrado del presidente de Bolivia, el dirigente indígena, Evo Morales. Este evento boliviano, tuvo diversos yerros por parte de nuestro país. Desde la temprana aceptación de México del “triunfo” de Morales en las pasadas elecciones del 20 de octubre, el gobierno de México tenía una postura clara sobre los acontecimientos sucesivos. De hecho, formó parte del show mediático que dio al mundo su exilio. Todo empezó cuando se habló del refugio que había tomado en su base política; el Chapare en la provincia de Cochabamba. De ahí, se creo una historia sobre lo que peligraba la vida del ahora depuesto presidente de Bolivia. Se vieron videos en redes sociales donde, personas de la calle, entraban a la supuesta casa de Evo Morales, en la Paz, y rompían lo que se encontraban. Esta historia ayudó a justificar la decisión “indiscutible” de ofrecer el asilo al dirigente sudamericano. Poco después, el canciller Marcelo Ebrard, en conferencia de prensa, habló del viacrucis diplomático del avión de la Fuerza Aérea Mexicana. La gran incertidumbre era si sería recibido, por el Gobierno Mexicano, como Jefe del Estado Boliviano o como un ciudadano más que ve temer por su salud y vida.
Toda esta parafernalia, realizada por la cancillería y apoyada por la Presidencia de la República, no tuvo el mismo gesto de agradecimiento por parte de Evo Morales, cuando las redes sociales dan cuenta que utilizó el asilo como trinchera política para seguir combatiendo a sus enemigos políticos y más aún, su supuesto miedo de sufrir agresiones no es tal, ya que con la mano en la cintura tomó un “vuelo comercial” a la Habana; para, desde otra trinchera más estructurada con su causa, decidir regresar a Bolivia como dirigente del MAS (Movimiento al Socialismo) para liderar, desde su partido, las elecciones presidenciales venideras.
La empatía histórica de México con aquellas personas que legítimamente solicitan el asilo de nuestro Gobierno, para permanecer en nuestro territorio, deberían fomentar buscar la tranquilidad del refugiado; pero también la tranquilidad de este pueblo hospitalario. Evo Morales no entró a México como refugiado, sino como huésped de hotel y parece ya está por pagar la cuenta para seguir su camino.