Banquete para criminales
Freddy Sánchez jueves 12, Dic 2019Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un brote súbito de escalofrío debió sentir el grupo de invitados al comprar joyas con piedras preciosas y oro de veinticuatro quilates.
Y no precisamente por los precios con los que el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, etiquetó dichas alhajas para una subasta abierta al público con una amplia variedad de opciones a comprar, (cuyo valor unitario mínimo alcanzó los treinta mil pesos), sino por lo que en estos tiempos en México es más que obvio: el terrible pánico a la inseguridad.
Quiénes pues se atreverían a andar luciendo por las calles los ostentosos atavíos de relojería fina, cadenas, aretes, anillos e incluso pequeños accesorios hechos en material aurífero.
Quizás los únicos que podrían hacerlo son grandes empresarios, políticos y funcionarios de altos vuelos, (protegidos por escoltas bien armados), y por supuesto, los mafiosos y sus séquitos que gustan de “pavonearse” con ostentosidad, queriendo darse un toque de “majestuoso señorío” en su deambular citadino, así sólo tengan que caminar unos metros al bajar de sus lujosos automóviles protegidos por “guaruras”.
Lo que pese a las extremas medidas de seguridad a tomar para su protección, no es garantía plena de que ningún hampón se atreverá a intentar un despojo de sus pertenencias.
Y máxime, tratándose de la clase de joyas puestas en venta por el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado.
Es de desear, naturalmente, que sin importar lo temerario que sea adquirir costosas alhajas, haya numerosas ventas de lo que se subaste a fin de que se junte mucho dinero para darle apoyo a grupos sociales vulnerables, ampliamente necesitados de ayuda institucional.
Y por lo mismo, es digno de encomio el quehacer oficial en ese aspecto, aunque convendría evaluar los métodos de venta con miras a mejorarlos.
En ese tenor, cabe destacar que el formato operativo de las aplicaciones dedicadas a vender todo tipo de mercancías por la internet, podría ser adoptado para ampliar la cobertura de ventas del instituto, tanto a nivel nacional como internacional.
Baste mencionar que la gente visualiza lo que le gusta al utilizar una aplicación y por medio de una tarjeta de crédito realiza el pago en espera de recibir lo adquirido a través de los servicios dedicados a dicho propósito.
Aquello que se compra llega al domicilio del comprador con la factura correspondiente.
Algo por el estilo podría intentar el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado, lo que entre otras cosas evitaría que los compradores se expongan a ser vistos en las subastas y por ello, quedar en riesgo de ser víctimas de actos delincuenciales.
Porque, lo más probable es que a esas subastas como en otras de su mismo tipo, no todos los concurrentes asisten con la idea de adquirir algo de su interés que se amolde a sus posibilidades o deseos de gasto.
Y es que, no cabe duda que los integrantes de la delincuencia organizada, en la actualidad parecen más que duchos en eso de detectar lugares para la búsqueda de candidatos a sus tropelías.
De ahí que lo que el instituto subasta debería ofrecer mejores condiciones de seguridad a los compradores.
La entrega a domicilio con la factura necesaria es una opción que vale la pena experimentar.
Habrá quien diga que de esa manera los propios mafiosos se podrían convertir en adquirentes anónimos de lo que les haya sido decomisado, pero aún en ese caso, el hecho de que lo tuvieran que comprar, legitima la tenencia de una joya.
De modo que lo que se debe buscar para un mayor éxito del instituto en cuestión son medidas que multipliquen sus posibilidades de venta con altos márgenes de seguridad para los compradores y de esa forma evitar un banquete para criminales.