Los paradigmas rotos
¬ Edgar Gómez Flores martes 28, Abr 2020Con mi mano izquierda…
Edgar Gómez Flores
Las generaciones nacidas desde mediados del siglo XX hasta principios del siglo XXI en México, crecimos con diversas ideas que moldearon nuestro comportamiento y nuestra forma de afrontar los problemas que día a día vive una persona, una familia y una sociedad. Crecimos con el boom petrolero, con el nacimiento de la televisión, con la guerra fría, hasta el nacimiento y auge de las tecnologías de la información. Esta realidad nos hizo creer en una superpoderosa especie humana, la cual podía controlar y por lo tanto desafiar los procesos naturales. Creímos que podíamos dejar de leer y de escuchar para informarnos a manera de resumen en los medios de comunicación masiva. Pensamos que podíamos comer y beber lo que quisiéramos; al fin que la medicina podía curarlo todo. La rutina de nacer, reproducirnos y morir era nuestra forma de vida. Ahora, con la cuarentena del coronavirus, la clase media del mundo se dio una pausa. Lo cual nos ha hecho reflexionar y creo que podemos sacar algunas enseñanzas de primera mano:
- La salud tiene un valor que debe fomentarse personal, familiar y socialmente. Esas fórmulas matemáticas que dan valor económico al capital y al trabajo deben agregar a la salud de las personas como un término más de la función de bienestar y desarrollo económico. En este momento la salud se veía como una dato ajeno a la economía. Sin embargo, adicional a los costos de atender temas de obesidad, diabetes y cáncer; los gobiernos deben pensar que una sociedad saludable es más competitiva y, en un caso extremo, puede afrontar una pandemia, como la actual, de manera más eficiente.
- La fórmula de trabajar 35 años en una empresa y jubilarse han terminado. Los procesos económicos se han vuelto más dinámicos, por lo que las personas deben concentrarse en sus capacidades para resolver problemas reales de la sociedad y con esto, moverse en los distintos ámbitos de la economía; ya sea como empresarios o como empleados del sector público y privado. Los despidos masivos que se esperan en 2020 (un millón de personas en México y más de veinte millones en Estados Unidos de América) nos darán la pauta de un nuevo mercado laboral.
- Por otro lado, la canasta económica de las familias debe ser diversa y cambiante. La acumulación de riqueza para futuras generaciones, deberá esperar. Por el momento, las familias deberán pensar en el valor de la acumulación de bienes versus los ahorros y los recursos líquidos, tanto para la vida cotidiana como para el capital de trabajo de nuevos proyectos. A partir de ahora, cada decisión económica debe tomarse de forma analítica. Comprar una casa versus rentarla, tomar vacaciones en un resort o cambiarlos por la renta de una casa en una aplicación tecnológica o comprar carro para todos los miembros de la familia versus compartirlos.
- Por último, el confinamiento nos ha hecho valorar los espacios dentro de nuestros hogares. Toman mucho valor los lugares de la casa para trabajar, para leer, para ejercitarse. Todos estos espacios que se han subarrendado en lugares ajenos (gimnasios, oficinas, etc.), hoy nos hacen pensar que vivir en departamentos de 65 metros cuadrados no es una buena idea para la salud física y mental. Antes nuestras casas eran nuestros dormitorios hoy son nuestros hogares, gimnasios y oficinas.
Las personas y las familias somos agentes económicos. Pero las clases medias seguramente serán quienes impulsen y consoliden un nuevo modelo. Esto, por dos razones. Es una clase educada académicamente y mantiene un nivel de aspiración constante. Es decir, busca siempre un bienestar mayor. Esto, con una depresión de 10% en la economía mexicana en 2020, un año electoral en Estados Unidos de América (lo que impulsará una campaña anti mexicano del presidente Trump) y una Cuarta Transformación que como bien lo dijo el presidente Andrés Manuel, le cayó “como anillo al dedo”; hará que la modificación de patrones y el rompimiento de paradigmas de la clase media mexicana impulsen la Quinta Transformación que requiere México, alejada de dogmas y por el contrario más práctica y solidaria.