Justicia por propia mano
Armando Ríos Ruiz viernes 14, Ago 2020Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Fácil resulta al que manda, decir que nadie tiene derecho a hacerse justicia. No es la solución. Pero, la respuesta de la gente es otra: aplaude, vitorea y reconoce que las acciones contra los delincuentes, a quienes han medio matado a golpes cuando ha habido oportunidad, es lo mejor que puede ocurrir en una tierra sin ley.
Los asaltos a bordo de vehículos de pasajeros, tanto en la capital del país como en el Estado de México, son comunes desde hace muchos años. También es común que esos delitos quedan impunes y que además no interesen a las autoridades, porque suelen ser de menor cuantía. Cuando mucho, se llevan celulares baratos que deben ser todo para sus dueños, dinero y otros objetos.
Nunca hay denuncia de esos hechos y las víctimas sólo lamentan haber sido objetos del asalto. Durante el sexenio pasado hubo muchos casos, principalmente en el Estado de México, de ejercer justicia por propia mano.
En esta administración han aparecido hombres armados y decididos a ajusticiar a quienes encontraron su modus vivendi en el robo de pertenencias menores que, aunque muy menores, significan todo para el propietario. Si alguien tiene poco, un peso resulta una solución. Un celular, las más de las veces, el sueño de años.
Se dice que la justicia por propia mano conlleva el riesgo de asesinar a inocentes. En 2015, en un municipio de Puebla, lincharon a seis presuntos secuestradores señalados como robaniños. Tres años después, en Acatlán de Osorio del mismo estado, ejecutaron a dos albañiles acusados de plagiarios.
Siempre ha sido condición del Estado, inclusive en juicios normales, someterse a un ejercicio en el que puede equivocarse. Ahí están las cárceles llenas de inocentes. Hubo una indígena que permaneció más de 12 años detenida, por el simple hecho de no hablar español.
Ahora, la gente ha cobrado conciencia de que no cuenta con la autoridad, por más que los que mandan se empeñan en decir, cada vez que se comete un delito, que llamarán a la Guardia Nacional. ¿Para qué la quiere cuando ya se convirtió en víctima? Además: ¿para qué carajos sirve, sino para contener migrantes?
Sabe que, desde que el Presidente aconsejó dar abrazos y acusar a los malosos, no cuenta con autoridad alguna. Los mismos malhechores saben que prácticamente por orden presidencial, pueden hacer y deshacer. Nadie se atreverá a actuar contra ellos, porque cuentan con un mandatario que los apoya. Tal vez están ciertos de que en 2021 tendrán que corresponder con votos. Lo más probable es que esa es la idea. Los ladrones, los asesinos, los narcos, también votan.
La señora Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno y mala copia de su jefe (por aquello de que jamás, segundas partes fueron buenas), quien lo imita en todo, por carecer de inteligencia, de voluntad, de ingenio, dice que “no es lo más recomendable hacerse justicia por propia mano. “Se pretende que no haya daños a la ciudadanía, deben de confiar en las autoridades”.
¡Imagínense!: Confiar en las autoridades que más bien parecen actuar con la recomendación estricta de acabar con la gente pacífica de México, porque ya somos muchos. Tal vez esa inteligencia concibe que la mejor manera de aminorar el crecimiento de la población, consiste en dejar que los asesinos maten. Tal vez por eso, aquello de que la pandemia vino como anillo al dedo.
¿Ignora la señora que en lo que menos confían los mexicanos es en sus autoridades, entrenadas en todos los ámbitos del quehacer público para despojar a la gente del dinero que lleven encima? Piensan que los mexicanos somos retrasados mentales y que creemos a pie juntillas cuando nos dicen que la corrupción ha sido al fin erradicada. Hay que hacer un examen introspectivo sincero. Pero ni para eso hay capacidad.
¡Hasta dónde, la mentira! Se dice que la delincuencia ha bajado: Cada político que tiene que ver con el fenómeno ha dicho lo mismo desde hace años. Si fuera cierto, viviríamos ya en el país más seguro del mundo. Competiríamos con Finlandia y otros lugares por la calificación cero delincuencia.