Confusión
Alberto Vieyra G. lunes 24, Ago 2020De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿A quién le cree usted? ¿Usted cree que Emilio Lozoya es un angelito o los panistas, que asegura fueron corrompidos por un sistema corrupto y corruptor llamado PRI? ¿Usted le cree a Andrés Manuel López Obrador, a quien los grandes estudiosos de la sociología política le contabilizan más de 27 mil mentiras que ha pronunciado en la marranera, perdón es la mañanera en año y medio? ¿Quién nos dice la verdad? ¿A quién creerle? ¿Los mexicanos somos títeres de los hombres del poder?
Tanto nauseabundo lodo que salpica el angelito Lozoya y que ensucia a toda la clase política azteca lo único que ha provocado es la total confusión de la sociedad mexicana, pues el fenómeno de la confusión hace que la gente se sienta desorientada, se desconcierte o no sepa cómo actuar ni qué pensar o decir. A menudo, según los sociólogos el pueblo se preguntará: ¿Y quién me está diciendo la verdad?
El cerebro humano cuenta con más de 100 mil millones de neuronas pensantes y tiene una capacidad para almacenar hasta 20 millones de libros en personas con una mente profundamente educada y extraordinariamente alimentada. Pero, hay un pequeño, pero. Históricamente, las élites dominantes han usado diabólicamente el cerebro para el control de masas. Por ello, más de un millón de millonetas controlan al mundo con mentiras, miseria, ignorancia, fanatismo y un esclavismo consumista.
Esas ponzoñosas élites dominantes suelen ser los peores enemigos de la democracia real, mediante la simulación y la mentira, que son algunas tónicas que responden a las trampas que pone a la humanidad el pajarero atroz.
Ahora entenderemos porque a los gobiernos simuladores, mentirosos y populistas que enfrentan a los pueblos para dividirlos se les conoce como gobiernos del diablo. Sin embargo, en pueblos con una alta ignorancia, los politicastros suelen hacerse pasar como santos o dioses, como ocurre con AMLO que se equipara con Jesucristo. Querer que en la acción política todas las personas sean santos, místicos, ascetas y generosos hasta el sectarismo, no es real y eso es lo que tenemos que saber distinguir los mexicanos en cada elección sea de Presidente de la República, gobernador, diputados, senadores, alcaldes, etcétera. Para ello se requiere de un México culto, a la altura de Finlandia, la nación más culta de la tierra, en la que los ciudadanos saben distinguir perfectamente bien entre lo que es un discurso serio o una prédica demagógica, populista, mentirosa y tal y tal, que lo único que busca es confundir a la gente para perpetuarse en el poder.
En el nauseabundo escándalo que protagoniza AMLO con su títere Lozoya, está presente el fenómeno de la confusión y por desgracia, la gente que no sabe distinguir que lo que está haciendo el Presidente es un detestable proceso de marrullería política para favorecer electoralmente a su partido en 2021, esa gente piensa que el gobernante en turno es un santo que tiene el poder de purificar, enjuiciar, perdonar vidas y medir con una supuesta vara de la legalidad contra los corruptos del pasado, cuando en realidad la corrupción es él, por el sólo hecho de torcer la ley y ese precedente histórico no deja lugar a dudas de que “con la vara que hoy mide AMLO, será medido y muy pronto”.
Por ahora, el Presidente es feliz confundiendo a los mexicanos y haciéndoles creer que él es la divina purificación de la política azteca.