Las hordas en el Capitolio
Augusto Corro viernes 8, Ene 2021Punto por punto
Augusto Corro
El asalto al Capitolio de Estados Unidos ya se esperaba. El presidente Donald Trump preparó y orientó la violenta invasión que provocó la muerte de cuatro personas. Las autoridades contaban con información que pronosticaba ese desenlace, sabían que el mandatario nunca iba a aceptar la derrota.
En los medios de comunicación, desde meses antes de la elección presidencial de noviembre, se conoció un hecho muy importante: la población sin motivo aparente empezó a comprar armas. Ahora sabemos que en el fondo ya preveían lo que podría ocurrir.
La población estadounidense llegó a un punto en el que tenía que decidir si apoyaba al presidente Trump para que continuará en el poder o colocarse en el lado opuesto para manifestar su rechazo al mandatario, que no se limitó en sus arengas de racismo trasnochado aceptadas por sus simpatizantes.
Con el discurso de la supremacía blanca, el magnate de la construcción cautivó a miles de estadounidenses que como él, se inclinan a la humillación de las personas por su color y nacionalidad. Los mexicanos fuimos señalados como narcotraficantes y asesinos. Su falta de empatía con los débiles y los pobres lo llevó a una campaña criminal contra los migrantes indocumentados.
No le dolió ordenar a las autoridades que separaran a los hijos de sus padres como una medida para disuasiva para alejarlos de ese país, que en parte de su historia humanista se logró con la atención positiva a millones de migrantes de todas las naciones del mundo. Era Estados Unidos un país de libertades.
Pero Trump enloquecido por el poder no reflexionó sobre el daño que le hacía a su país al convocar a los matones a atacar el Capitolio, símbolo de una nación que presumía de una democracia ejemplar. Ese afán protagónico, de persona inmadura, hizo que el mandatario anaranjado marcara el día 6 de enero de 2021, como un día oprobioso en la historia de los Estados Unidos.
Símbolo del caos
Quedarán para la posteridad los videos y las fotografías de ese acto vandálico de los seguidores de Trump, del hombre del torso desnudo y tatuado, con el rostro pintado con los colores de Estados Unidos y, sobre todo, con un gorro de piel al estilo mohicano y dos cuernos asomando de su cabeza.
No se podía encontrar mejor representante para reconfirmar el caos que se vivió en el Congreso del vecino país. Lo pudo hacer un sujeto inspirado en la barbarie y en el infantilismo de disfrazarse de nativo para vandalizar el Capitolio. Como personaje de caricatura sólo imitó a su líder el anaranjado presidente.
En los videos aparece “The Q Guy” o “The Q-Shaman”, quien es conocido en las redes sociales, con un megáfono y una bandera estadounidense en el estrado destinado al presidente del cuerpo legislativo.
La “Q” que utiliza el disfrazado sujeto tiene que ver con que pertenece a un movimiento radical que existe en Estados Unidos QAnon (abreviatura de Q-Anónimo), un grupo de ultraderecha y ultraconservador que apoya a Trump y asegura que existe un “movimiento profundo” que conspira contra él.
“QAnon es una teoría de conspiración infundada y de amplio alcance que dice que el presidente Trump libra una guerra secreta contra los pedófilos de élite que adoran a Satanás en el gobierno, las empresas y los medios de comunicación”, según la cadena BBC.
Horas después del asalto al Capitolio, un Congreso convulsionado certificó formalmente el jueves la victoria electoral del demócrata Joe Biden. El propio Trump se comprometió a una “transición ordenada” cuando Biden asuma el cargo el próximo 20 de enero.
Trump, el magnate de la construcción que no supo gobernar al país más grande del mundo, resentido y dolido por la derrota convocó a la violencia, una acción irreflexiva que ya se esperaba pero que sus adversarios desdeñaron, no le dieron importancia a pesar de la peligrosidad del presidente: un hombre sin escrúpulos. ¿Usted qué opina amable lector?