Mesura presidencial
Freddy Sánchez martes 6, Abr 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Decía un clérigo en su homilía dominical: “jamás prometan si están contentos ni reprochen, si están enojados”.
Un sabio consejo que en particular deberían tomar y practicar los políticos en estos tiempos de campañas electorales.
Y el primero de todos: el Presidente.
Que optó por una especie de voto de silencio en cuestiones electorales, a fin de no perturbar el sano curso de las campañas políticas entre los competidores de Morena y la oposición que aspiran a ocupar distintos cargos de elección popular.
Así que si Andrés Manuel se abstiene de atacar verbalmente a los representantes de los institutos políticos adversarios de su partido, en buena medida podría aligerarse el ambiente de tensión electoral que propicia la “guerra” de agravios de unos hacia otros.
Y es que desde el Palacio Nacional cada que el Presidente se disgusta por algo que sucede y lo considera un abuso de sus opositores o de distintas autoridades que tienen por ley la obligación de actuar en asuntos electorales, suele ocurrir lo contrario que recomendaba aquel sacerdote.
Bien podría decirse que el Presidente “no es baúl para guardar secretos”, y en cuanto se siente agobiado por una situación que le incomoda, “suelta de su ronco pecho” lo que piensa y no deja “títere con cabeza”.
Aunque, por otro lado, la contraparte tampoco se muestra considerada y respetuosa de la figura presidencial, siendo diversas las voces de los opositores a Morena, los encargados de “darle con todo” al Presidente cada que pueden y quieren.
Las agresiones verbales en ambos sentidos, de hecho, se han convertido en parte de la retórica electoral con la finalidad de quitarse mutuamente adeptos, cosa que podría pensarse que ciertamente ha logrado un alto margen de éxito tratándose de “arruinar” la imagen, tanto del jefe del Ejecutivo como de los opositores a su gobierno.
En los dos bandos, se escuchan voces y más voces de seguidores de una y otra estrategia dedicada a lastimar el prestigio y la confianza del presidente y sus oponentes de la política.
De ahí que realmente sería positivo un remanso de paz entre los que se critican sistemáticamente y provocan con su actitud un clima de hostilidad entre ciudadanos que apoyan o no a la 4T.
En ese sentido, justo será reclamar que el primer mandatario cumpla su promesa de mantenerse al margen de las campañas electorales, en tanto sus contrarios de la política se dedican a convencer partidarios recurriendo a señalamientos críticos, pero sin el tinte de una diatriba sarcástica sólo para molestar.
Los electores merecen que se les trate como personas capaces de darse cuenta por sí mismas qué tanto conveniente seguir apoyando o no al gobierno de Morena, no sólo para que asuma la representación electoral en diversas áreas de los gobiernos estatales o municipales, sino particularmente en la Cámara de diputados que deberá renovar a todos sus representantes.
Más allá de los discursos de campaña y las aseveraciones respectivas, lo que se está haciendo, y lo bien o mal que se ha hecho eso que se dice que hace , debe ser la pauta a seguir para evaluar al gobierno de Andrés Manuel, y con base en eso, decidir en favor de qué opción partidista es conveniente creer y votar para que se haga cargo de los puestos populares a designarse.
De tal suerte que es preciso que a los votantes se les permita razonar cuidadosamente su voto, porque los políticos del pasado o del presente, sus colaboradores, amigos y cercanos quizás vivan bien o excelentemente bien, pero esa no es la situación de la mayoría que dependiendo del sentido de su voto contribuirá a mejorar o empeorar su propia situación.
Y por eso es deseable que los electores no se vean aturdidos por los agravios de arrabal dedicados a denigrar a los adversarios, lo que requiere dotar la oratoria electoral de prudencia de la oposición y mesura presidencial.