El drama minero
Augusto Corro viernes 11, Jun 2021Punto por punto
Augusto Corro
Las tragedias en las minas continuarán porque ni los patrones ni las autoridades atienden las condiciones infrahumanas de los trabajadores.
En 1969, en una mina de carbón en Barroterán, Coahuila, perecieron alrededor de 153 trabajadores. El tiempo se encargó de que se olvidara ese hecho.
En 2006, en la mina de carbón Pasta de Conchos, en Nueva Rosita, Coahuila, una explosión sepultó a 65 mineros. Ahí siguen los cuerpos bajo toneladas de tierra.
La semana pasada perdieron la vida siete mineros en una mina de carbón en el municipio de Múzquiz, en Coahuila. Cinco trabajadores fueron rescatados y uno más localizado.
El drama de los mineros volvió a repetirse. Quienes trabajan en la profundidad de las minas se encuentran desprotegidos. Las autoridades solo ven esa realidad cuando ya ocurrió la tragedia.
Según las estadísticas, en el país se encuentran registrados cientos de accidentes de trabajo por las condiciones de inseguridad en las minas.
A la fecha, los empresarios mineros son los únicos beneficiados. Las riquezas que extraen de las minas los enriquece y mantiene a los trabajadores en la pobreza.
Las autoridades tienen en el olvido a los mineros. No los atienden. En el caso de los siete mineros, todavía falta localizar al último, las autoridades sabían desde el año pasado del peligro que corrían los trabajadores.
No hicieron caso. Las empresas siempre actuaron conforme a sus intereses. Ya saben que nadie les exige que les brinden protección, higiene, etc., a los trabajadores. Ni siquiera los contratan de manera legal.
Mientras las autoridades no asuman un papel de más exigencia los patrones, las tragedias seguirán en las minas. Continuará el luto en cientos de familias que perdieron al padre o al hermano.
Lo ocurrido en Barroterán y en Pasta de Conchos no sirvió de ejemplo, para que las autoridades eviten esas tragedias. No les interesa ni les preocupa el dolor humano.
Política convenenciera
Al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no le alcanzarán los diputados para continuar con el proyecto político de la Cuarta Transformación (4T) y tendrá que aliarse con algún partido de la oposición para lograr sus propósitos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador sugirió que podría conseguir la mayoría calificada en San Lázaro con la ayuda priista. Rápido surgió el rechazo de la dirigencia priista al planteamiento obradorista.
Y, por supuesto, se analizó la declaración del mandatario, quien, por lo que se escuchó, no le importa aliarse con sus adversarios, cualquiera que estos sean, en una práctica política que no tiene límites cuando se trata de conseguir objetivos. En caso de concretarse esa unidad Morena-PRI, ¿se terminaría la lucha contra la corrupción bandera del gobierno obradorista? No olvidar que una mayoría de corruptos investigados fueron o son militantes priistas.
El Revolucionario Institucional empezó a perder clientela cuando se conocieron las conductas delictivas de sus gobernadores y dirigentes. El electorado cansado de tanta corrupción e impunidad votó por candidatos de otros partidos.
La lista de ex gobernadores tricolores saqueadores del erario es larga y no termina de registrar nombres de presuntos delincuentes. Roberto Sandoval Castañeda, mandatario estatal nayarita, fue detenido recientemente.
En Estados Unidos se encuentra preso César Duarte en espera de extradición acusado de enriquecimiento ilícito. Llegó al poder cuando era vendedor de autos seminuevos y terminó su sexenio como banquero.
En fin, el presidente López Obrador sugirió que Morena podría conseguir la mayoría calificada en la Cámara de Diputados con ayuda priista. ¿Olvidó el mandatario las décadas de corrupción priista?
Los morenistas volvieron a mostrar el cobre: no les importa aliarse con los representantes de un partido calificado de corrupto para alcanzar sus fines políticos. Morena, como la mayoría de los partidos políticos, no le preocupa exhibir su conducta convenenciera.
¿Usted qué opina amable lector?