Cero intromisión
Freddy Sánchez jueves 23, Sep 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
La simulación de la justicia con la finalidad de satisfacer el interés de una persona o de un grupo.
Eso justamente es lo que no se puede permitir ningún órgano electoral que está para resolver controversias conforme a derecho y no a pedido de una persona o instancia influyente y capaz de amoldar las resoluciones a su favor en caso de dirimir diferencias con sus adversarios políticos.
Así que la mejor forma de garantizar independencia e imparcialidad del Trife (como sería el caso del INE o las distintas esferas del Poder Judicial en nuestro país), hace imprescindible evitar que los responsables de dictar acuerdos resolutivos se comporten como “marionetas” de agentes externos que intenten alejarlos del imperioso deber de impartir justicia.
Un propósito que debería conservarse inmarcesible, pero que de tiempo atrás dejó de distinguir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con un encargado de la presidencia sujeto a sospechas de sumisión a decisiones del gobierno federal, supuestamente abusivo y autoritario con sus pares con tal de “salvar el pellejo”, desde que se procedió a investigar su perfil y en apariencia se encontraron evidencias de corrupción.
De ahí, los constantes “choques” entre los magistrados del Trife hasta que no hubo más remedio que “invitar” al antecesor del actual presidente del tribunal a no seguir “enturbiando las aguas” de esta institución y dejar el paso libre a sus compañeros para nombrar a un nuevo responsable de la presidencia. Y así sucedió, con el nombramiento de Reyes Rodríguez Mondragón.
El cambio, como era de suponerse, propició múltiples especulaciones, ahora a la inversa de las anteriores, porque del mismo modo que era “vox populi” la idea de que el anterior presidente del tribunal, José Luis Vargas, actuaba como un obsecuente propiciador de resoluciones a modo la 4T, a partir del relevo en la presidencia sucede lo opuesto.
Desde que el actual responsable del Trife en una de las “mañaneras” recibió la censura del presidente López Obrador, la suposición de muchos de que actuaría como enemigo presidencial no ha desaparecido del todo y en algunos casos se fortaleció. A qué “oscuros intereses” serviría el presidente del tribunal, con tal de saciar sus malquerencias hacia el Presidente, Morena y la Cuarta Transformación. Esa es una interrogante que posiblemente no se van a “quitar de la cabeza” los que han dado por sentado que salió un aliado del Presidente y llegó un adversario electoral al servicio, “seguramente”, de los opositores al gobierno. Cómo, pues, afrontar lo que para unos no es otra cosa que un prejuicio adquirido por manipulaciones políticas y otros sin lugar a dudas sostienen que es la pura verdad y difícilmente cambiarán esa impresión.
De ahí que, al igual que su antecesor en el cargo, el presidente del Trife no gozará de la confianza de aquellos que lo consideren enemigo presidencial, en tanto que otros esperarán a conocer el sentido de su voto para aprobar o rechazar resoluciones que afecten o favorezcan intereses gubernamentales y, con base en ello, probablemente juzgarán para bien o para mal al sucesor de quien se fue del puesto, por haber perdido la confianza de quienes lo apoyaban y, obviamente, dejaron de hacerlo.Así las cosas, el buen manejo que logre o no dar a la presidencia del tribunal el actual responsable dependerá fundamentalmente de lo que él ofreció que se haría cada que se emita una resolución, privilegiado lo que será en todo caso: decisiones colegiadas.
O sea, de consenso entre los magistrados sin aceptar “línea” para beneficiar o perjudicar el proyecto presidencial, ateniéndose a lo que sea democrático, por unanimidad o con el apoyo de la mayoría, procurando actuar conforme al interés común de los magistrados.
Y si este último es el de interpretar y aplicar lo que dice la ley, no importa cuántos se sientan satisfechos o molestos con las decisiones del Trife, en tanto sea justo y lo correcto lo que influencie sus resoluciones rehuyendo ceder a intereses personales y aplicando por ello: cero intromisión.