Decisión salomónica
Freddy Sánchez martes 5, Oct 2021Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Más allá de la euforia por el festejo o el furor de las lamentaciones, es preciso terminar con las confusiones y armonizar dos derechos que han quedado contrapuestos.
La libre terminación de un embarazo y la objeción de conciencia. Lo primero fue robustecido ampliamente con el aval de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que resolvió semanas atrás, que de ninguna manera se incurre en ilícito alguno al interrumpir un embarazo. Motivo de algarabía entre los reclamantes de dar a la mujer plena libertad de decisión sobre su cuerpo.
En contraste, en días pasados hubo una exposición pública de protesta con vigorosa sonoridad en defensa de la vida y el derecho que no ha quedado protegido ni definido con claridad respecto a la objeción de conciencia.
De modo que mientras la Corte, en uso de sus facultades, amparó la decisión de las damas para interrumpir un embarazo. Lo que no hizo fue determinar las condiciones en las que se puede ejercer la objeción de conciencia.
Eh ahí el gran dilema que parece alimentar las diferencias y confrontaciones entre las partes en eterno conflicto: los que apoyan el aborto y quienes lo reprueban.
Los primeros, complacidos por la resolución del máximo tribunal de justicia, a favor de que la mujer decida libremente qué hacer con un embarazo no deseado, aunque todavía falta por legislarse en el país las normas que validen lo resuelto por la corte, ya que los códigos penales en diversos estados de la República conservan la penalización contra la práctica del aborto.
Y como no es asunto de la corte legislar, los obligados a hacerlo conforme a lo resuelto por la SCJN, los legisladores locales, tienen en sus manos hacer lo que deben, aunque no se sabe cuándo exactamente lo harán.
Y lo mismo podría decirse de la objeción de conciencia, ya que la Suprema Corte de Justicia, si bien en su resolución no la consideró inconstitucional tampoco dictó reglas de cómo debe garantizarse, asegurando que eso le corresponde al legislativo. O sea que en ambas cuestiones los señores legisladores, tienen la palabra.
Y más que eso la obligación de ponerle punto final a la discusión sobre el tema del aborto, en el que el presidente López Obrador ha dicho que no quiere intervenir.
Cabe entonces preguntar: quiénes van a llevar la batuta legislativa, (suponiendo que no hubiera a tras mano una “mano que mueva la cuna”), a fin de hacer ley en todo el país la libertad de la mujer para interrumpir un embarazo y al mismo tiempo regular el derecho a la objeción de conciencia.
Un tema por demás polémico, que amerita lo que podría ser una sabia decisión como la del Rey Salomón para mediar y conducir a las partes en conflicto a un punto de equilibrio, que obviamente, expusiera a cualquiera de los oponentes a perder mucho si hubiera renuencia a aceptar lo que se propone. O en su defecto, a no recibir un alto beneficio por su intransigencia.
En ese aspecto, hay los que proponen que para incentivar la adopción de niños no deseados, se apoye médica y económicamente a las mujeres que estén dispuestas a no interrumpir su embarazo, facilitando el contacto con los interesados en adoptar y modificando las normas legales que lo permitan.
La cuestión sería reconocer en cualquier futura norma legal, el derecho de las mujeres a decidir con absoluta libertad sobre su cuerpo, sin obligarlas a continuar un embarazo si no quieren, pero procurando alentarlas a tomar una decisión diferente con algunas opciones que las beneficien.
Y por lo que toca a la objeción de conciencia, garantizarla plenamente legislando para que quien no se muestre dispuesto a practicar un aborto, desde un principio lo diga a efecto de que en un hospital haya siempre personal que se pueda hacer cargo de actuar en caso necesario. Así que para garantizar los derechos hoy en conflicto, posiblemente haga falta pensar y proponer una decisión salomónica.