Libertadores y dictadores
Alberto Vieyra G. martes 9, Nov 2021De pe a pa
Alberto Vieyra G.
En 1967, el gorilón Anastasio Somoza Debayle, se haría por primera vez de la Presidencia de la República en Nicaragua, sustituyendo a su padre que también se convirtió en un dictador que dejó una fortuna de más de 200 millones de dólares de aquellos. El segundo periodo de Anastasio Somoza al frente del gobierno nicaragüense sería de 1974 a 1979 y enfrentaría a un creciente descontento popular y a una guerrilla que conformaba el Frente Sandinista de Liberación Nacional que finalmente lo derrocó y asesinó.
Pieza clave entre los libertadores sería Daniel Ortega el actual presidente nicaragüense, quien pasaría de ser un libertador a un dictador. Desde 1985, arribó al poder hasta 1990; la segunda vez del 2007 al 2012; tercer periodo de gobierno fue de 2012 al 2017; su cuarto periodo fue de 2017 al 2021 y para su quinto periodo sería reelecto el pasado domingo, sin tener contrincantes porque a 7 de ellos los tiene en la cárcel, luego de cancelar el registro a todos los partidos políticos opositores y con más de 150 presos políticos en la cárcel.
¿De qué otra forma se les podría llamar a esos gobiernos del diablo? Sin duda que son gobiernos dictatoriales que desconocen la democracia o la entienden a su antojo, como ocurre en México con Andrés Manuel López Obrador o se convierten en autócratas que les causan mucho daño a los pueblos.
Daniel Ortega retiene el poder deslegitimado de origen, pues el abstencionismo fue del 80 por ciento, lo cual quiere decir que solamente votaron por él 20 por ciento de los electores y no en balde, el presidente norteamericano Joe Biden le declararía la guerra tachando a su gobierno de dictador y de protagonizar unas elecciones de “pantomima”. “Durante mucho tiempo impopulares y ahora sin un mandato democrático, la familia Ortega y Murillo ahora gobiernan Nicaragua como autócratas, no diferentes de la familia Somoza contra la que Ortega y los sandinistas lucharon hace cuatro décadas”, sentenció Biden.
Recuérdese que a Daniel Ortega y a la guerrilla sandinista fueron apoyados rabiosamente por la gran élite norteamericana, lo cual hoy lo ven como una traición y seguramente que a través de la CIA norteamericana se buscará derrocar lo más pronto posible al dictador nicaragüense. Esa declaración de Biden es muy significativa.
Recordaré al ilustre patriota nicaragüense Augusto César Sandino, quien luchó precisamente contra el ejército norteamericano cuando decía: “En uno de aquellos días manifesté a mis amigos que, si en Nicaragua hubieran cien hombres que la amaran tanto como yo, nuestra nación restauraría su soberanía absoluta. Mis amigos me contestaron que posiblemente habría en Nicaragua ese número de hombres o más”.
Ya no hay la menor duda de que Daniel Ortega se convirtió en un loco dictador que le hará mucho daño a Nicaragua. La condena de gobiernos democráticos es unánime contra el dictador nicaragüense. Y llama poderosamente la atención que, en el caso de México, Andrés Manuel López Obrador haya guardado silencio en torno a las dizque elecciones democráticas en Nicaragua, toda vez que tanto él como Daniel Ortega y otros dictadores en América Latina profesan una ideología comunista. Así que aguas con lo que viene en México; está en puerta un intento reeleccionista, disfrazado de democracia participativa, tema que ha crispado a las fuerzas políticas aztecas y a la autoridad electoral que pretende gastar más de 5 mil millones de pesos en la realización de la tan llevada y traída revocación de mandato, otra pantomima con tintes de dictadura.