Uno es más que once
Alberto Vieyra G. miércoles 2, Mar 2022De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la carabina de Ambrosio valen pa’ maldita la cosa.
¿El mundo tiene una ONU obsoleta de rodillas a las superpotencias? ¿Urge una reforma a fondo para actualizar a la ONU en un mundo multipolar o debe desaparecer?
El pasado viernes ocurrió algo insólito en la ONU. Se reunió el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas integrado por 15 miembros, entre ellos Rusia que lo preside y que tiene no sólo voz de voto, sino también de veto. Once de los quince miembros condenaron la ilegal intervención rusa en Ucrania, mientras que China, India y Emiratos Árabes Unidos se abstuvieron, pero ¿qué cree? El representante ruso vetó la resolución y cualquier otra que pueda producirse en el seno del Consejo de Seguridad ante el cual, más de 60 países apoyaron adicionalmente la condena contra el putinazo en Ucrania. Sí, aunque usted no lo crea, uno valió más que once.
¿Qué nos dice semejante aberración? Pues que la ONU se quedó como 1945, cuando la integraban 51 naciones y cuando las soberanías eran intocables, aunque de acuerdo con el derecho internacional deben seguir siendo respetadas.
Así que ahora, habrá que esperar a que se reúna la Asamblea General de la ONU integrada por 193 naciones para que tenga validez cualquier resolución contra la loca agresión militar de Rusia contra Ucrania, una nación que por siglos le ha pertenecido a Rusia, puesto que la parte occidental de Ucrania se agregó al territorio ucraniano en 1939, pero cuando la Unión Soviética desapareció, muchas pequeñas naciones soviéticas pusieron su mundo aparte.
La insólita resolución del Consejo de Seguridad de la ONU deja en claro que es una institución internacional que no sirve para contener a los déspotas como Vladimir Putin que no sólo enfrenta hoy la condena mundial, sino también la división interna de más opositores que están siendo encarcelados en Rusia, una nación donde las libertades no existen, sobre todo la libertad de expresión, ni de reunión, ni de ninguna índole; una nación donde hasta la sagrada Biblia resulta ser “un libro extremista”.
La debilidad de la ONU parece una copia al carbón de Estados Unidos, el imperio que aglutina a las 30 naciones de la OTAN, cuya tibieza para entrar al quite en Ucrania ha sido manifiesta.
El imperio de las barras y las estrellas refleja hoy su monumental división interna heredada por el trompas, Donald Trump, sin faltar su monumental deuda pública de poco más de 30 billones de dólares que haría pensar más de dos veces a cualquier presidente norteamericano en entrar a una guerra mundial, pues sus papelazos recientes en conflictos bélicos con Afganistán han sido vergonzosos y la sociedad norteamericana ya está harta de la guerra. Pareciera que el nacionalismo norteamericano le ha dado la vuelta a la tortilla.
La boyante economía y las guerras han sido históricamente el motor del nacionalismo norteamericano y en este momento, preocupa más a los norteamericanos la crisis económica, que sin duda se agudizara con una galopante inflación en el mundo, principalmente porque los energéticos y las materias primas se irán a las nubes y de ese nuevo desastre tampoco escapará México, donde ya se produce un nuevo escandaloso gasolinazo en la era del “falso Mesías”.
El conflicto Rusia-Ucrania es no sólo la invasión militar, sino la economía de guerra que ya se comienza a sentir y no debe descartarse una nueva Guerra Fría.