Los secretos de Caro
Freddy Sánchez martes 19, Jul 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un perrito y no drones y ni satélites: esa fue la clave para el rastreo y la recaptura de Caro Quintero.
De modo que más allá de lo dicho por la DEA de que ellos ayudaron a la detención, lo que fue rechazado por el presidente Andrés Manuel con el aval del embajador de Estados Unidos en México, un hecho es irrefutable.
La reaprehensión del capo, a diferencia de la del “El Chapo” Guzmán en tiempos de Felipe Calderón, tardó muchos años.
Y en ese sentido hay que decir que no hubo canino ni sofisticados sistemas aéreos o espaciales que dieran con la localización de Caro Quintero durante todo el tiempo que evadió la justicia después de aquel supuestamente “amañado” fallo judicial que le concedió la libertad y le permitió “desaparecer” de la mira de las autoridades tanto de México como de los Estados Unidos. Así que respecto a la negligencia o morosidad, si no es que la deliberada indiferencia para recapturar al ahora nuevamente cautivo de la justicia, es de señalar que los que se proclaman como eficientes “cazadores” de criminales de alto peligro, no lo fueron varios años.
En ese sentido, es obvio que ni la DEA ni la administración de Peña Nieto y en los últimos cuatro años la de López Obrador, fueron capaces de hacer lo que hizo nada menos que un perrito adiestrado.Porque si ese animalito logró lo que no pudieron distintos cuerpos de seguridad nacionales y de la unión americana a lo largo de casi una década, inevitablemente, habría de deplorar su pobre desempeño en materia de persecución de los mafiosos evadidos de la ley.
Y es que lo que sucedió con Caro Quintero, se antoja parecido a lo que sigue sucediendo con otros capos del narcotráfico, los cabecillas actuales de los Cárteles de Jalisco, Sinaloa y el Golfo, entre otros, puesto que no hay satélites, drones ni perros adiestrados que logren dar con su paradero para capturarlos y ponerlos a disposición de las autoridades competentes sean éstas las de México o Allende el Bravo.
Algo entonces hay que visualizar en la lucha contra el crimen organizado por parte de quienes estando en altos cargo de gobierno no aciertan a dar los “golpes” contundentes donde se necesita para saber en qué lugares se ocultan los capos prófugos para ir por ellos, con operativos adecuadamente planeados evitando que se repita el fiasco del hijo de “El Chapo”.
Porque, francamente, es inadmisible que en las acciones de autoridad encaminadas a la captura de un delincuente peligroso al que se tiene perfectamente “ubicado” no se adopten las medidas precautorias necesarias a efecto de no tener que recular y quedar en penosa evidencia como sucedió con la captura e inmediata liberación de Ovidio.
Alguien a quien, uno necesariamente tiene que preguntarse, cómo es que desde aquella liberación ordenada desde la presidencia para evitar la pérdida de muchas vidas en una confrontación del Ejército con integrantes del Cártel de Sinaloa, no se le ha podido localizar mediante tareas de investigación de las autoridades de México o de Estados Unidos.
Y es en este punto es donde no se podría ignorar que si la CIA se ufana en afirmar que ayuda a la captura de criminales dando a los policías de México “santo y seña” de dónde hallarlos resulta inverosímil que no hayan podido hacerlo con Ovidio y “los Chapitos”, el Mayo Zambada y los distintos capos que figuran a la “cabeza” de otras organizaciones criminales en apariencia operando con impunidad.
Qué pasa pues con los costosos y sofisticados equipos de inteligencia y el personal encargado de operarlos, siendo que de la “noche a la mañana” suelen dar “campanazos” espectaculares contra el crimen organizado y en otros momentos parecieran “estar dormidos” sin hacer nada.
Pero, en fin por lo pronto debe festejarse el éxito en materia de seguridad que significa haber recapturado a un narco, (si no el más temido actualmente), uno de buen tamaño que se burló de la autoridad diez años ocultándose “en sus narices”. Cosas por develar de los secretos de Caro.