El terror del crimen
Freddy Sánchez martes 16, Ago 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Cuál fue el mensaje y quién el destinatario.
Diversos han sido los análisis sobre el tema de los atentados contra la sociedad civil y bienes públicos.
Y lo único que no deja lugar a dudas es que la delincuencia organizada o al menos un segmento de las mafias dedicadas al delito no le tienen el menor temor ni respeto a las acciones de gobierno en su contra.
Su osadía para destruir establecimientos mercantiles, vehículos, equipamiento urbano, además de asesinar a gente trabajadora, a plena luz del día en ciudades supuestamente bajo resguardo de autoridades y con golpes de violencia, simultáneos, repetidos y durante una larga jornada da cuenta de su desfachatez para delinquir.
Que si autoridades actuales les brindan protección, que más bien se aprovechan de la tibieza de las políticas para combatir al crimen con el criterio “blandengue” de “los besos y los abrazos”, que no existen servicios de inteligencia capaces de detectar y reprimir operativos criminales como los de días pasados o de plano que igual que le encontraron su “lado flaco” a otros gobiernos lo han hecho con la 4T, en fin abundan las especulaciones.
El caso es que el hecho violento en una cárcel que supuestamente derivó en el desencadenamiento de los actos terroristas del crimen organizado, atribuidos por algunos claramente al Cártel Jalisco Nueva Generación, pudo o no ser el detonar de la escalada de violencia en las calles contra personas inocentes y sus bienes materiales, pero de lo que nadie podría externar duda es de que la delincuencia organizada dio muestra de su descaro para alterar el orden público.
El “golpe” criminal incendiario contra bienes inmuebles dirigido particularmente contra las tiendas “Oxxo”, motivó suspicacias de todo tipo sobre aparentes afanes de ciertos grupos políticos para dar lugar a reacciones acordes con planes o propósitos en círculos del poder oficial en turno.
En algunos casos se llegaron a “soltar” diversas inquietantes hipótesis (sin pruebas fehacientes que las sustenten) entre otras la de que el propio gobierno “apoyado” en su “alianza” con el cártel de Sinaloa propició lo ataques para justificar el control de la Sedena sobre la Guardia Nacional.
Y no faltó la especulación acerca de que se trató de una expresión violenta de las mafias delictivas para anunciar su intervención en las próximas elecciones en el país, suponiendo que también en ese aspecto habría disputas de control de políticos aliados entre los grupos criminales que actualmente sobreviven a las acciones para eliminarlos y cada vez se sienten más influyentes y poderosos.
Una tercera de las suposiciones se refiere a que el Cártel Jalisco quiso hacer valer su propia fuerza violenta para que quienes desde el gobierno de la 4T hayan estado negociando “arreglos” con sus adversarios de Sinaloa, herederos del imperio de “El Chapo” Guzmán y en activo como nunca antes, extendiendo sus dominios en todo el país, no se olviden de incluirlos en las “negociaciones”, a no ser quieran ver que se repitan los atentados terroristas de los días anteriores.
Lo cierto de todo es que cualquiera que haya sido el mensaje y el destinatario del mismo, en relación a los hechos violentos desatados, es evidente que el país entero está bajo la amenaza del “fuego graneado” de las organizaciones delictivas que quiérase o no aceptarlo “ni sudan ni se acongojan” ante las tácticas para “exterminarlas”, bajo el supuesto de que atacando las causas del delito se acabará la delincuencia.
Una creencia que los hechos sexenales han venido convirtiendo en pose retórica de alta eficiencia electoral para fortalecer la permanencia de la 4T en el poder presidencial, pero no con la capacidad real de erradicar la criminalidad.
Y entonces surge la pregunta de si no se debería de replantear con urgencia la estrategia de combatir con nuevas tácticas a las mafias delictivas, a efecto de parar a como dé lugar el terror del crimen.