Verdad o mentira
Freddy Sánchez martes 23, Ago 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Quizás el mayor éxito o el más estrepitoso fracaso de su gestión en materia de justicia puso a la vista del público la Cuarta Transformación.
Tiene que ver con sus investigaciones del pasado para sacar a relucir “la podredumbre” de la política en la que supuestamente se regodeaban sus antecesores en el poder.
Y obviamente se trata de la nueva “verdad histórica” de Ayotzinapa que dio a conocer Alejandro Encinas.
En ese sentido, cabe destacar que una indagatoria de la “Comisión de la Verdad” puso en evidencia el aparente involucramiento del ex Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, quien junto con mandos militares y civiles habrían participado en un “crimen de Estado”.
Qué sucedió exactamente hasta “desaparecer” a 43 estudiantes normalistas aún no queda del todo claro, como tampoco si el procurador y los mandos militares y civiles obedecieron o desobedecieron órdenes superiores, al haber incurrido en una fechoría de lo más reprobable.
Quiénes, específicamente, además de qué cuándo y cómo hicieron lo que se tuvo que hacer para planear, ejecutar y encubrir hechos criminales, amerita dar cabida a la imperiosa necesidad de demostrarlo con pruebas irrefutables.
Una cuestión no sólo inexcusable para sustentar las acusaciones penales contra los involucrados en los delitos denunciados a efecto de que los presuntos responsables sean sujetos al debido proceso, en espera de sentencia y condena por sus execrables acciones, si éstas fueron realmente cometidas, sino para estar ciertos de que en el “crimen de Estado”, nadie más, desde el presidente Enrique Peña Nieto para abajo, se involucró para urdir las deplorables perversiones de Ayotzinapa.
Una tragedia que, a pesar del tiempo ha transcurrido y a estas alturas con dos distintas “verdades históricas”, no termina por develarse con todos sus detalles, en los que se incluyan datos concretos y comprobables de qué motivó el inicio de la confrontación de estudiantes con autoridades, cómo es que el Ejército se involucró en la persecución, cuáles fueron los intereses políticos y económicos que catapultaron la saña contra los normalistas y lo más importante y misterioso hasta el día de hoy: Dónde quedaron los cuerpos de los presuntamente asesinados.
Un entramado de intrigas que cuesta trabajo creer que ya está debidamente aclarado y resultó sin dejar lugar a dudas de nada de lo sucedido en Ayotzinapa. Y es que a decir verdad, siguen persistiendo suspicacias respecto a cada motivo, implicación de responsables y modus operandi en los eventos acontecidos en relación a lo que causó la confrontación con estudiantes hasta su “desaparición forzada”, que es de lo que el gobierno de AMLO, por medio de la instancia competente acusa al ex Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, y por supuesto también a los coacusados del Ejército y servidores públicos en tiempos de Peña Nieto.
En el caso particular de los integrantes de las fuerzas armas (mandos militares, acusados de coparticipar en los hechos denunciados), es más que indispensable que se compruebe si quienes supuestamente delinquieron para cometer “un crimen de Estado”, en verdad actuaron por su cuenta o solamente acataron órdenes.
Del mismo modo, se tiene que develar si se trató de un motivo de mucho peso o de muchos pesos, lo que indujo a representantes del Ejército a incurrir en conductas que denigran la imagen que representan y, por lo mismo, no debe propiciarse que lo que en apariencia inmoralmente hicieron elementos de la Defensa Nacional dañe la imagen de esta honorable dependencia del Gobierno Federal, expuesta últimamente a diversas críticas.
De ahí que el caso Ayotzinapa no puede volver a dejarse a la especulación social por falta de indagatorias y recopilación de evidencias que acrediten lo que realmente ocurrió. Haya sido como haya sido, es de vital importancia que se descubra y castigue lo que deba ser castigado y para eso hay que saber qué es verdad o mentira.