Cuartelazo legislativo
Freddy Sánchez jueves 8, Sep 2022Precios y desprecios
Freddy Sánchez
En cualquier momento (si todavía no ocurre), el Senado de la República se podría erigir en salvaguarda de la Constitución o en “acceso fácil” para una futura violación constitucional en México.
Y es que en ese sentido “deambula perturbada” estas horas la percepción social, (entre unos cuantos o muchos en distintos sectores de la población), de que nuestra Carta Magna fue violada en la Cámara de Diputados para cumplir con la voluntad presidencial de darle a la Secretaría de la Defensa Nacional el control de la Guardia Nacional.
Eso que el senador Ricardo Monreal aseguró que hasta un estudiante de Derecho sabría identificar como una violación a la Constitución de la República, aparentemente ocurrió con desfachatez en la Cámara baja.
Más allá entonces de lo que en el Senado se haya o no votado en el devenir de esta mañana de jueves ocho de septiembre de 2022, (hora de la publicación de este artículo), sólo dos cosas podrán ocurrir o ya sucedieron.
El rechazo senatorial a lo aprobado por su colegisladora dando protección a los postulados constitucionales o la validación a lo votado por los diputados de Morena y sus aliados respecto a la ley preferente del Ejecutivo que algunos reputan de una violación constitucional “abrupta y descarada” porque es de su creencia que se trata de una “carta de naturalización” para que proceda la militarización total de las fuerzas del orden que la constitución prohíbe. Una cuestión que desde el presidente López Obrador y la mayoría de sus colaboradores que ahora apoyan “lo que diga el jefe”, en su momento lo censuraron por considerarlo inapropiado e insano para el país por decir lo menos.
En de mencionar pues que si se violó “poquito o mucho” la constitución para operar lo que el Presidente quiso hacer en materia legislativa con una ley preferente que sustituyó a una propuesta de reforma constitucional sobre la trasferencia a la Sedena del mando de la Guardia Nacional, lo hecho en la Cámara de Diputado se hizo en catorce horas sin mayores dificultades con el voto morenista y de sus aliados, sin necesidad de convencer a la oposición para votar a favor de que se hiciera el cambio deseado.
Así que si para estas horas sigue sin revertirse lo realizado en San Lázaro o en el trascurrir de los siguientes días el Senado no “para en seco” lo aprobado por diputados eludiendo recurrir a una reforma de la Carta Marga con la aprobación de sus opositores legislativos, será porque se impuso la voluntad de quienes le encontraron “la cuadratura al círculo” para modificar la “ley suprema” sin recurrir a una reforma constitucional.
O lo que sería lo mismo: Echando mano de una “maniobra legaloide” (burda o genial), para burlarse de la oposición y de los partidarios de que a nuestra Constitución no se le toque “ni con el pétalo de una rosa”, a no ser que se cumplan las formalidades que la propia Carta Magna determina para modificar en parte o totalmente su articulado.
Algo que se hizo infinidad de veces en distintos sexenios de gobierno en tiempos de los tecnócratas, pero cumpliendo con el requisito de que siendo una reforma a la Constitución debía contarse con el aval de una mayoría legislativa superior a la cantidad de los legisladores que la propia ley ordena para darles la facultad legal de aprobar leyes ordinarias o preferentes, a diferencia de las de carácter constitucional.
Eh ahí entonces el meollo del asunto: Si la 4T de plano decidió hacer reformas constitucionales al amparo de “un disfraz” de leyes distintas que no requieren la probación establecida en la misma constitución, lógicamente lo que se pudo hacer en la Cámara de Diputados con la Guardia Nacional podría repetirse con cualquier otra disposición legal recurriendo al mismo procedimiento legislativo. Algo así como otorgarle a un menor un derecho indebido mediante una falsa credencial de elector, sin que haya quién lo determine y sancione.
Así que de haberse violado la Constitución sin ninguna consecuencia legal después podrían darse más violaciones constitucionales en cualquier materia como la electoral mediante lo que algunos llaman un “cuartelazo legislativo”.