Cabal salud de los cárteles
Freddy Sánchez jueves 12, Ene 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un antes y un después de la captura de Ovidio Guzmán o más de lo mismo.
El deseo colectivo podría esperar que todo sea diferente para que el poder del gobierno se haga sentir en favor de un cambio sustantivo en relación con las actividades del crimen organizado, suponiendo que con la aprehensión de un personaje connotado de las actividades criminales, sus compinches tendrán temor a ser los siguientes en la lista de atrapados por la ley y eso los obligará a comenzar la retirada de sus actividades delictivas.
Pero, el sentido común hace creer algo distinto, considerándose más bien que tal cosa no sucederá, puesto que al igual que en Roma en los tiempos de “El César” después de su sacrificio se “secó la sangre” y todos volvieron a sus actividades anteriores.
Así pues, es de imaginarse lo que ocurrirá tras la captura de Ovidio Guzmán. Una secuela simular a lo que pasó cuando cayó preso y fue extraditado a los Estados Unidos, el “jefe de jefes”, Joaquín Guzmán “El Chapo”, quien dejó de fungir (al menos en apariencia) como el operador visible de una organización criminal que “a ojos vistos” se mantiene en activo con operaciones en México y medio mundo, porque encarcelar o incluso matar a cualquier “potentado” operativo de los cárteles del crimen organizado no significa acabar de raíz con sus estructuras funcionales.
En ese contexto, es de mencionar que con nuevos nombres, cambio de territorio, sustitutos en el mando de las organizaciones o cualquier ajuste similar al que tendría un corporativo de negocios en momentos de reestructuración, función o recomposición, las mafias del delito en nuestro país podría decirse que “no se destruyen sólo se transforman”.
Por eso pues, es ilusorio suponer que con Ovidio Guzmán fuera del mando en la “compañía de negocios criminales”, creada por su padre, se podría dar la desarticulación de una fuente de ingresos tanto o más grande que una empresa trasnacional con intereses en todo el globo terráqueo.
Después de Ovidio, llegarán “los chapitos”, “La chapita” o sea el que fuere al que le toque asumir el cargo que vaya quedando vacante en el organigrama directivo del grupo criminal fundado por “El Chapo” Guzmán, porque mientras en México y demás países donde ésta organización delictiva tenga “negocios” no se asuman acciones distintas para anular su gran poderío económico difícilmente se logrará frenar su cada vez mayor expansión en el mundo.
En ese sentido, pareciera de ingenuos creer que en territorio nacional los cárteles existentes o por existir debido a fusiones o disoluciones entre sí mismos, sin nuevas acciones institucionales que amaguen la estabilidad de sus grandes imperios de poder económico, voluntariamente dejarán de realizar sus actividades.
Eso no ha sucedido a lo largo de varios sexenios y quién sabe cuántas administraciones gubernamentales pasarán y las organizaciones criminales con arraigo en nuestro país seguirán en activo diversificando sus fuentes de ingreso para hacerlas más lucrativas sin importar cuánto riego a la salud pueda causar lo que consumen los adictos a las drogas en los Estados Unidos, México y demás lugares donde se trafica con sustancias adictivas.
De ahí entonces que la captura de Ovidio Guzmán, que naturalmente se traducirá en una excelente propaganda para enaltecer las acciones de la autoridad contra el crimen organizado, por desgracia no es de esperar que sea uno de esos grandes golpes que hacen falta para poner contra la pared a los grupos criminales que hasta ahora siguen sobreviviendo a los intentos de autoridad para erradicarlos de la faz de la tierra.
Es de señalar en ese aspecto que sin desconocer que hay hombres honestos e incorruptibles en mandos de gobierno dispuestos a combatir a las mafias del delito en la práctica los avances son poco notorios.
Delincuentes como Ovidio son atrapados constantemente dentro y fuera del país y sus organizaciones delictivas continúan operando como si los costos de perder directivos criminales fueran insignificantes.
Y por lo tanto, habría que llegar a la conclusión de que pese a todas las acciones en su contra prevalece la cabal salud de los cárteles.