El poder de los poderes
Alberto Vieyra G. martes 5, Sep 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¿Da credibilidad y confianza una persona que hoy dice una cosa y mañana cambia de opinión? ¿Habrá alguna rara enfermedad emocional y mental en aquellos politicastros que cuando tienen el poder en sus manos se marean o se transforman en el poder de los poderes? ¿Estamos ante personas achimultrufiadas o un caso digno para el estudio de la psiquiatría?
Y es que mire usted, el 8 de agosto de 2018, en un discurso que pronunció ante integrantes del Poder Judicial, AMLO juró y perjuró que sería respetuoso de esa institución, incluyendo la Suprema Corte, cuya misión primordial es la de ser garante para que en México se cumpla a plenitud la Constitución General de la República, pero más temprano que tarde, ya con el poder en sus manos, se transformó en un energúmeno o en el poder de los poderes y tiro por viaje les ha asestado a jueces, magistrados y ministros mandarriazo tras mandarriazo.
Decía AMLO, aquel 8 de agosto: “Con respeto a las potestades y soberanía de los otros poderes legalmente constituidos, ofrezco a ustedes señoras, señores magistrados, así como al resto del Poder Judicial, a los legisladores y a todos los integrantes de las entidades autónomas del Estado que no habré de entrometerme de manera alguna en las resoluciones que únicamente a ustedes competen. El Ejecutivo no será más el poder de los poderes, ni buscará someter a otros poderes”.
¿Usted le seguiría creyendo a López Obrador cuando hoy dice que si y mañana dice que no? ¿Usted cree que cualquier politicastro que incurre en semejantes zigzagueo político es digno de respeto o que éste no se gana con acciones de gobierno que merezcan el respeto ciudadano?
AMLO sometió al Poder Legislativo en un santiamén y agarró al Poder Judicial de su corrupto puerquito. La última andanada sería contra el ministro Luis María Aguilar, encargado de darle trámite a la controversia constitucional emprendida por la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, contra los libros de texto gratuitos, diciendo que “el ministro es deshonesto, muy conservador y muy adversario nuestro, me consta”.
Eso de deshonesto y de que me consta, huele a una gravísima acusación que el Presidente debería demostrar con pruebas o como dirían los rancheros allá en mi tierra “que tiene los pelos de la burra en la mano y también la burra” porque de lo contrario estamos ante un descarado abuso de poder y violación de las leyes.
Antes, AMLO le declararía la guerra al Poder Judicial cuando la ministra Norma Piña se convirtió en la primera presidenta de la Suprema Corte. Vendrían las resoluciones del supremo tribunal de justicia sobre la inconstitucionalidad de la reforma electoral del “plan B y AMLO” no bajaría a los ministros de la Corte de “corruptos al servicio de los conservadores” y de pilón enloda a los ministros con la cantaleta de los sueldazos que son tan altos como el de él.
Pero como AMLO no ha podido doblegar al Poder Judicial para convertirse en el poder de los poderes al más puro estilo de los dictadores, ahora lleva una encarnizada lucha de desprestigio contra el Poder Judicial para que jueces, magistrados y ministros sean electos en las urnas, sólo que nadie le garantiza que refrende la silla presidencial para su partido y menos que éste sea capaz de ganar la mayoría calificada en la Cámara de Diputados para que pueda reformar la Constitución, a pesar de la descarada elección de estado que lleva a cabo. Con estos antecedentes de incongruencia política, de populismo ramplón y de rendir culto a la mentira. ¿Usted cree todavía en López Obrador? Yo, no.