Amigos de lo ajeno
Freddy Sánchez jueves 16, Nov 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Amistades en la política las hay. Algunas perdurables y otras no, habiendo sido espontáneas o meramente circunstanciales. Como las que sirven para lograr objetivos en común, procurarse mutuas satisfacciones de cultura y esparcimiento y en buena medida las que nacen por conveniencia personal o ajena.
Y su duración depende de distintos factores.
Un político solía decir que las que dejan de cultivarse durante seis meses, se pierden. En cambio alguien más afirmaba que las amistades que se forjan en hechos de corrupción o de sangre son “indestructibles”.
Ambas apreciaciones quizás concordantes con ciertas amistades, pero con otra no.
Porque casos ha habido de grandes amigos, por la razones que hayan sido, que en un momento dado terminan enemistándose y deseándose lo peor.
La cuestión es que en los menesteres de la política el que no tiene amigos de una u otra clase, difícilmente prospera en la conquista de posiciones de poder.
Los grupos políticos se han fraguado teniendo como su simiente la amistad entre quienes suelen hacer cosas que requieren mucha discreción por no ser invariablemente impolutas y por lo mismo para hacerlas o solicitarlas se busca a quien “más confianza se le puede tener”.
Es decir lo que se considera una “mina de oro” de buenos amigos.
Como “el hermano que nunca tuve”, al que se refería el ex presidente Miguel de la Madrid o “los hermanos del alma” a los que llegó a mencionar Andrés Manuel y los cercanos de diversos jefes del Ejecutivo rodeados de amistades prestas a demostrar su apoyo y solidaridad para el amigo que les habla “al oído” desde el poder.
A esa clase de amigos no se les puede negar nada o casi nada.
Porque si algo permite alcanzar la máxima investidura nacional en cualquier país del mundo es la cosecha de amistades leales e incondicionales. Las que busca el que manda y las que muchos buscan tener con el que manda. Para servirse y apoyarse mutuamente sin límite de tiempo.
Al menos que algo se “descomponga” y afecte la amistad porque ahí si la cosa cambia.
Y por eso hay quien dice que algunos amigos son como “las veletas” que cambian de rumbo según “sople el viento”.
Alguien alguna vez llegó a decirle a un político que era su “amigo”. —No había venido a verte porque no te necesitaba, pero ahora sí te necesito—.
Así de hipócritas, simuladas y descaradas suelen ser ciertas relaciones entre los amigos de la política o de algunos otros círculos sociales.
Unos y otros en alguno momento parecieran solamente ser amigos por convenir a sus intereses y dejar de serlo cuando ha dejado de obtenerse algún provecho de esa amistad.
Como quiera que sea parece más que cierto aquello de que el que no tiene amigos en la política no tiene oportunidades para conseguir lo que pueda beneficiarle.
En ese tenor es de mencionar también que los políticos verdaderamente amigos en las buenas y en las malas se pueden contar con los dedos de una mano. Los demás suelen ser amigos meramente circunstanciales.
Así que los falsarios de la amistad (oportunistas y convenencieros) terminan por convertirse en una especie de amigos de los ajeno.