El oportunista
Ramón Zurita Sahagún martes 26, Jul 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Es un médico que no cura siquiera un pulque, es un político veleta, le gusta ser adulado, es alguien que requiere del respaldo de la fuerza pública para asumir su encargo, pero sin embargo, tiene seguidores (no muchos), que le ven tamaños para competir por la Presidencia de la República.
Tiene, cuando menos 15 años buscando un partido que lo respalde en sus propósitos y por algo no lo logra.
Mencionado con insistencia por los medios para cuanto cargo público surge, de designación o de elección popular, sin alcanzar ninguno, se convirtió en una figura estrictamente mediática.
Se trata de Juan Ramón de la Fuente, un personaje sumamente acomodaticio que se deja lisonjear por unos y otros y que busca reconocimientos de todo tipo, dentro y fuera del territorio nacional para alimentar su ego.
Su breve paso por la administración pública federal dejó muchas dudas, ya su arribo a la Secretaría de Salud se debió a la relación cercana que mantenía con Ernesto Zedillo Ponce de León.
Los mitos y leyendas que circulan al por mayor dentro de la clase política y que son transportados por vía oral al resto de la población, sentenciaban que el doctor De la Fuente era requerido en su especialidad para la atención constante de uno de los inquilinos de Los Pinos.
Su paso por la Secretaría de Salud fue, simplemente, anodino. Fue el propio presidente Zedillo Ponce de León (su amigo), el que acuñó la frase de que este médico no cura ni un resfriado, no le sabe, decía.
Pero tampoco como servidor público destacó y si aguantó casi cinco años dentro del gabinete se debió a que era irrelevante que un médico se mantuviera al frente de la dependencia, tan lo fue que su sucesor fue un abogado, considerado como el “mil usos” del gabinete.
Sin embargo, el entonces secretario de Salud dedicó su tiempo a lo que sí sabe hacer bien, grillar, para buscar nuevos acomodos dentro del gobierno.
Desde entonces, De la Fuente se sintió con los tamaños suficientes para competir por la Presidencia de la República y fue de los primeros en protestar por la inclusión de ciertos condicionamientos dentro de los estatutos priístas para competir por la candidatura presidencial.
Con estas modificaciones, el entonces secretario de Salud y otros compañeros más de gabinete quedaban fuera de toda posibilidad de incrustarse en la carrera presidencial, dentro del PRI, partido con el que sentía afinidad, en ese entonces.
Juan Ramón, Guillermo Ortiz, secretario de Hacienda y Carlos Ruiz Sacristán, secretario de Comunicaciones y Transportes, elevaron su protesta ante el presidente Zedillo, ya que ellos no tenían en su historial cargo partidista (trámite menor), pero tampoco cargo de elección popular, algo imposible de lograr en esos momentos y requisito indispensable, hasta el momento, para aspirar a la candidatura presidencial.
Fue por eso que el secretario de Salud aprovechó la coyuntura de una universidad tomada y en poder de un grupo de estudiantes-vándalos (representativos de un Consejo General de Huelga que no respetó el resultado de un plebiscito), opositores al Plan Barnés (del rector Francisco Barnés de Castro) que pretendía cuotas semestrales para el alumnado, para presentarse como opción y salvador de la institución pública.
Respaldado por el entonces comisionado de la Policía Federal Preventiva, Wilfredo Robledo Madrid (quien diseñó un operativo impecable, sin armas de fuego) y por miles de elementos de la fuerza pública que desalojaron sin problemas de ninguna clase al centenar de personas que tenían tomada la Universidad Nacional Autónoma de México, y por su amigo el presidente Ernesto Zedillo, De la Fuente pudo tomar posesión de una rectoría impuesta. Fue difícil lograr la reelección y desde ahí tejer sus relaciones internas y externas.
Buscó impulsar el deporte profesional, sabedor de que al pueblo se le satisface con pan y circo, por lo que el equipo de futbol Pumas contó con un gran presupuesto para mantener contenta a la comunidad y hasta ganar campeonatos.
A la UNAM en el ámbito internacional de reconocimiento universitario, lo que consiguió al ubicarla de nueva cuenta dentro de las principales 100 instituciones de nivel superior del mundo.
Después de ello, todo fue cantar y coser para el rector que sin rubores de ninguna clase se mostraba en público con el favorito de las encuestas (Andrés Manuel López Obrador) del no tan lejano 2006, perfilándose como un activo de la izquierda, como antes lo fue del PRI.
Candidateado como el futuro secretario de Gobernación por AMLO, De la Fuente se pavoneaba como tal, hasta que el resultado electoral no le fue favorable a su candidato y decidió bajar el perfil.
Sin embargo, sabe medir los tiempos y los calcula de acuerdo a sus particulares intereses, asomándose y desapareciendo de la actividad pública, cuando lo cree conveniente.
Hoy, que se acercan los tiempos electorales, deja correr de nueva cuenta la versión de la posibilidad de una candidatura ciudadana, la que podría recaer en su persona, aunque ahora son menos los que creen en esa versión.
Otros se preguntan si Juan Ramón de la Fuente participa en una elección y gana, requerirá de la fuerza pública para tomar posesión, como sucedió en la UNAM.
Claro que de hacerlo no sería distinto a lo sucedido el 1 de diciembre de 2006.
Por lo pronto, el ex rector se hace el remolón y espera pacientemente colarse para colmar su ambición personal, mediante una cada vez más distante candidatura ciudadana, la que se vislumbraría unicamente dentro del partido gobernante, algo que, seguramente, no le disgustaría.