Dos melodías macabras
Alberto Vieyra G. miércoles 27, Mar 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El limoncito y La culebra tienen el sello de lo sucio, lo tenebroso y macabro que ha sido históricamente en México la lucha por la silla presidencial.
Eran las 2:00 de la tarde de aquél 17 de julio de 1928, en el restaurante del parque “La Bombilla”, en la capital de México donde acompasadamente una orquesta de más de 20 músicos que interpretaban la melodía El limoncito y la plana mayor de diputados locales de Guanajuato ofrecían una comida al reelecto presidente de México, Álvaro Obregón Salido. Inesperadamente, un joven caricaturista flaco de nombre José de León Toral, apareció haciendo dibujos caricaturescos a los diputados guanajuatenses. Había carcajadas cada vez que terminaba una caricatura. Por último, el caricaturista se ubicó frente al lugar donde comía el presidente electo Álvaro Obregón Salido, se movía ese joven buscando un ángulo, luego de frente e iba hacía el otro ángulo. Se acerco más y más y de pronto, de aquella mochila de pinceles sacó una pistola y la descargó contra el presidente, con 6 impactos de bala.
Por aquellos días corrían fuertes rumores de que Álvaro Obregón sería víctima de un atentado, pero él hizo como que la virgen le hablaba y llegó a “La Bombilla” donde fue casado.
La pistola usada por León Toral había sido velada la noche anterior en la casa de la célebre monja Concepción Acevedo de la Llata, quien junto con otros clérigos de la iglesia católica urdieron la macabra conspiración para despacharse al otro patio a quien había dado muestras de su autoritarismo contra el clero católico.
Luego, 66 años después ocurriría en México otro singular arrebato de poder contra el candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta. La campaña electoral comenzaría en medio de un enorme desasosiego político y social. Se desconoce si el entonces presidente Carlos Salinas olvidó o lo hizo a propósito de señalar con su dedo índice a Luis Donaldo como su sucesor, sin antes haber hecho que dos o tres prominentes prospectos que estaban en la baraja presidencial renunciarán a sus cargos para convertirse en el repuesto del candidato presidencial inicial, ante un posible arrebato del poder o enfermedad.
Desde que Luis Donaldo Colosio fue destapado, sólo quedaba un hombre insignificante que podría sustituirlo Ernesto Zedillo Ponce de León, encargado de coordinar la campaña del ungido.
Zedillo no era de la gracia de Carlos Salinas. La turbulencia política aumentaba. Queriendo acallarla Salinas nombró a Manuel Camacho Solís de quien se creía que sería el futuro tlatoani de México y lo envío como pacificador en Chiapas donde el 1 de diciembre estalló el movimiento armado zapatista como una protesta del imperio europeo contra la celebración del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
El mensaje que daba Salinas de Gortari era que México ya estaba en las ligas mayores en materia comercial y económica, pero los zapatistas le recordaban que en Chiapas había y sigue habiendo un indigenismo abandonado a su suerte y a merced de caciques y ahora de las bandas criminales.
Manuel Camacho iniciaría lo que dio en llamarse la campaña contra la campaña y Salinas se vería obligado a declarar “no se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo”, a quien todo le salía mal. Hasta las palomas de la paz se le desplomaban y en su gira por La Paz, Baja California Sur al montar una guardia de honor en la rotonda de los hombres ilustres, Colosio fue captado por un hábil fotógrafo de Excelsior con lágrimas en los ojos. Ese día volaría a Lomas Taurinas, Tijuana aquel 23 de marzo de 1994, donde sería recibido en la “ratonera” al ritmo de La culebra, hace ya 30 años, el resto de la historia es por demás conocida.
Esa noche, este átomo de la comunicación y demás periodistas que cubríamos su campaña regresamos a la Ciudad de México con el candidato presidencial muerto en la panza del avión Emiliano Zapata de la Fuerza Aérea Mexicana.
¿Quién lo asesino? ¿Por qué lo cuidaban más de 100 hombres? ¿Qué la narco-política o fue un crimen de Estado y que todos los caminos conducían a Los Pinos? Y ¿Por qué ahora a la señora Claudia Sheinbaum la cuidan más de 200 personas? Son preguntas que quedan vivas después de un crimen de Estado.