Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre
Luis Ángel García viernes 2, Ago 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Este gobierno supo administrar la pobreza y utilizar los programas asistencialistas con fines electoreros. No requirió de llegar a la elección de Estado para imponer la continuidad del proyecto político de la 4T. Para garantizar la lealtad en los comicios de millones de viejitos, ninis y madres solteras, en el sexenio se destinaron más de 2.9 billones (millones de millones) de pesos en becas y pensiones. Con ello, además de mantener en la pobreza a millones de mexicanos se evita que ese lumpen tenga sueños “aspiracionistas” y quiere engrosar las filas de la clase media. Para lograr ese objetivo político tuvo que recurrir al brete de la mal entendida austeridad republicana, que no tiene un espíritu franciscano de ahorro presupuestal, sino una forma arbitraria de quitarle recursos a organismos o instituciones que contravienen los designios presidenciales o representan el obstáculo a la rendición de cuentas, la transparencia o el contrapeso al Poder Ejecutivo. Así, quitó recursos al INE, a las dependencias, a las universidades, al Legislativo, dejó de apoyar a la ciencia y la tecnología, busca desaparecer al menos siete organismos autónomos, despide a burócratas, mantiene una permanente cacería de brujas entre empresarios por supuesta evasión fiscal, deja de apoyar al deporte, no compra medicamentos ni vacunas y ni así le alcanza para cubrir a futuro el gasto que representan los programas sociales y el absurdo financiamiento de sus faraónicas e inútiles obras emblema. Por ello, arremete contra el único poder que no ha podido doblegar, el Judicial, y como represión, quiere desaparecerlo y quedarse con el apetitoso monto de sus legales fondos y fideicomisos, cuya mayor parte financia las pensiones de los trabajadores.
Entre sus nuevas ocurrencias está no sólo desaparecer la actual integración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sino que propuso y lo obtendrá con su abyecto Congreso que ministros, magistrados y jueces sean elegidos mediante voto popular. A pesar de que juristas, analistas, estudiosos de los temas judiciales rechazan las reformas constitucionales que propone el todavía inquilino de Palacio Nacional, se monta en su macho y dice que la reforma va, al fin que a él no le pueden venir “con que la ley es la ley”, al fin que su “autoridad moral” está por encima de la Carta Magna.
Por eso decidió acabar con la división de poderes de nuestra República y mantener la opacidad con la extinción de los organismos autónomos o los contrapesos de toda democracia. Aunque sabe que viola el marco legal, insiste en apoderarse del presupuesto del Máximo Tribunal. Su irresponsable iniciativa obligó a la ya medio guinda presidenta del INE a manifestarse sobre los costos de una elección de impartidores de justicia y anunció que se requiere el mismo presupuesto que unos comicios presidenciales, es decir miles de millones de pesos como los utilizados hace apenas dos meses. Dinero que obviamente no tiene el árbitro electoral.
Como sucede con el pronunciamiento velado para reconocer el triunfo del dictador Nicolás Maduro, el presidente es omiso ante la petición mundial para que el órgano electoral venezolano haga un recuento total de los sufragios para evitar un fraude, pero cuando se sintió víctima de una elección de Estado frente a Calderón, exigió la revisión de los paquetes electorales voto por voto y casilla por casilla. Ahora calla como momia. Si realmente ganó el tirano, qué problema hay con que se cuenten todas la boletas.
Lo mismo sucede ahora que la presidente del órgano autónomo dice que es excesivo el presupuesto que requiere una nueva jornada electoral, rápidamente exclama: que la SCJN aporte la mitad de sus fondos y fideicomisos para financiar su propia extinción. Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi comprade. No al recuento de sufragios en Venezuela, hay que creerle a Maduro que presume ganó, pero sí jodan al Poder Judicial para que pague un capricho presidencial.