Los verdaderos culpables
Francisco Reynoso jueves 12, Sep 2024Triple Erre
Francisco Reynoso
Sea buena, o sea mala, la reforma al Poder Judicial de la Federación se aprobó en las cámaras del Congreso de la Unión no por culpa de uno, o tres, o más traiciones políticas.
En estricto rigor, los responsables de que el presidente López Obrador se haya salido con la suya, y no sólo con esta iniciativa, sino también con otras 20 que se irán aprobando paulatinamente, todas parchando la Constitución, son los grupúsculos que tienen secuestrados a los partidos de la oposición.
Los culpables de esta reforma y de las que vengan son Alejandro Alito Moreno, Marko Cortés, Jesús Zambrano y Dante Delgado, machuchones del PRI, PAN, PRD —que en paz descanse— y Movimiento Ciudadano.
Todos ellos sabían perfectamente —y muchas veces se los advertimos en las columnas de DIARIOIMAGEN— que el objetivo primordial del presidente López Obrador en la jornada del 2 de junio era ganar la mayoría en las cámaras de diputados y senadores.
Y no la mayoría simple. Quería la mayoría calificada para poder hacer lo que está haciendo. Estaba obsesionado en poner de rodillas a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, principalmente a su presidenta Norma Piña, y sólo podía lograrlo con más de 360 diputados y 86 senadores.
Morena y sus compinches del PT y Partido Verde se abocaron a lograr esas metas y en la Cámara baja lo lograron sobradamente. En el Senado, sumaron 83 votos, pero para eso está el dinero y las amenazas de pisar las colas largas de priistas, panistas y emecistas.
Las dirigencias nacionales del PRI, PAN, PRD y MC se concentraron en la contienda presidencial. Pensaron que Xóchitl Gálvez tenía posibilidades reales de ganarle a Claudia Sheinbaum. Y en MC tuvieron la peregrina ocurrencia de que Jorge Álvarez Máynez podía dar el campanazo.
Y dejaron al garete la elección de candidatos a la Cámara de Diputados y al Senado. Las camarillas que tienen secuestradas las dirigencias de esos partidos se repartieron las candidaturas y las regalaron a sus amigos, compadres y a otros grupos de poder en los estados.
Ignoraron al pueblo sabio; la gente, como siempre, les valió un rábano. Echaron toda la carne al asador en la contienda presidencial y descuidaron la necesaria fortaleza que se requería para ganar la mayoría en las cámaras y poder atarle las manos a López Obrador y a su camarilla de la Cuarta Transformación.
El mejor ejemplo fue Veracruz. Lo reconoció Marko Cortés al reprochar su traición a Miguel Ángel Yunes Linares cuando asumió la senaduría en sustitución temporal de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez.
Cortés gritó a Yunes que el PAN había aceptado que la candidatura al Senado la tuviera Yunes Márquez. Y la suplencia el papá. Y la candidatura a la presidencia municipal, la esposa de Yunes hijo.
Le dimos todo lo que pidieron, confesó Marko Cortés. Y les fue como les fue.
Los resultados de las elecciones a las cámaras del Congreso de la Unión fueron desastrosos para la oposición y una fiesta para Andrés Manuel López Obrador y su camarilla de la Cuarta Transformación.
De las 32 entidades, Morena y sus compinches ganaron 30 con sus candidatos al Senado. Solamente perdieron dos: Aguascalientes y Querétaro.
El PAN perdió las senadurías de mayoría en Yucatán, Guanajuato y Chihuahua, estados que gobierna. Los mandatarios fueron un cero a la izquierda o, como se sospecha, vendieron a sus candidatos.
El PRI gobierna Coahuila y Durango. En los dos, Morena, Verde y PT barrieron en las elecciones al Senado.
Los números son fríos. En la Cámara de Diputados Morena ganó 236 curules; Verde 77, PT 51, total, 364 legisladores. Y en el Senado, Morena ganó 60 de mayoría; Verde, 14 y PT 9, total 83.
Los partidos de oposición fueron barridos, humillados, apachurrados por la aplanadora de López Obrador.
Ahí estuvo la diferencia. Todo lo que ocurrió después en las cámaras del Congreso de la Unión para la aprobación de la reforma judicial fue pataleo sin posibilidades reales de éxito.
En la Cámara de Diputados, el bloque oficialista no tuvo el menor problema para aprobar la iniciativa de López Obrador. En el Senado se pensó que los 43 legisladores de oposición podían vestirse de héroes nacionales. Sin embargo, y los Yunes dieron la muestra, todos ellos llegaron a los escaños sin respaldo popular, producto de negociaciones oscuras y subterráneas. No eran garantía de compromiso con la sociedad, ni con sus partidos. Es más, ni con sus convicciones.
De última hora
La dirigencia nacional del PAN, ayer mismo, procedió a la expulsión de los Yunes, padre e hijo. Pero los dos son expertos camorristas. Y se defenderán. Pondrán al PAN en el ojo del escándalo.
Igual ocurre en el PRI de Alito Moreno. El INE invalidó la reforma a los estatutos que le permitieron reelegirse.
Total, los partidos de oposición son una vergüenza nacional. Y Morena pinta para instalarse en el poder por tiempo indefinido. El PRI duró 70. Morena va por 100 o más.
La verdad es la verdad
y no admite otros datos