En vez de pelear, se debe concretar un plan para recibir a migrantes expulsados de EU
* Opinión, Miguel Ángel Rivera lunes 20, Ene 2025Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Imposible dejar de hacer referencia a la toma de protesta (inauguración), hoy lunes 20, del presidente de los Estados Unidos, el magnate radical Donald Trump, porque, como nunca, ese acto aparentemente protocolario y sólo para el interés de los ciudadanos de la vecina potencia, tendrá un impacto inmediato en la vida de los Estados Unidos Mexicanos, como se llama oficialmente nuestro país.
En su anterior mandato, 2016-2020, el multimillonario doblegó –“más rápido de lo esperado”– al gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador y representado por el entonces secretario de Relaciones Exteriores, ahora titular de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón, con lo cual logró que nuestro país se convirtiera en tercera nación…, para lo cual desplegó miles de elementos de la Guardia Nacional y del Ejército en las fronteras norte y sur para intentar contener el flujo dde migrantes procedentes del centro y sur del continente, así como de otros rumbos.
Oficialmente, al menos desde la tribuna de la mañanera, México no se sometió y sólo actuó en función de sus propios intereses, pero el hecho es que los cuerpos de seguridad nacionales se convirtieron en el obstáculo para los migrantes que cruzaban por territorio nacional, muchos de los cuales lograron evadir esos filtros y permanecieron en suelo mexicano, para problema de autoridades y vecinos mexicanos.
Parece que en la actualidad, esa acción de convertir a México en la policía migratoria, no es suficiente. Trump ha dicho que desea más, que México detenga por completo el flujo de migrantes, además de recibir a miles o cientos de miles de connacionales que entraron ilegalmente a territorio de la Unión Americana.
Aquí es donde surge uno de los problemas para el gobierno mexicano. Esos trabajadores migraron porque no encuentran un trabajo bien remunerado ni obtienen la seguridad para su familia ni otros satisfactores como una educación de primer nivel. Encontrar lo mismo en territorio nacional resulta difícil, por no decir que casi imposible.
El gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha respondido que tiene planes para recibir en las mejores condiciones a esos emigrados, darles acomodo y proporcionarles todos los servicios, pero tales ofertas resultan vacías, pues no se tienen los servicios suficientes ni para los que han permanecido en territorio nacional.
Por desgracia, las ofertas del gobierno mexicano resultan meras proclamas con tintes ideológicos, como asegurar que tenemos como defensa el himno nacional, ¿mexicanos al grito de guerra?
También se ha sostenido que la embajada y los consulados mexicanos en los Estados Unidos les darán asistencia legal a los migrantes, pero lo que no se aclara es que ese auxilio no será suficiente para mantenerlos en sus residencias de la Unión Americana, pues conforme a derecho, los estadunidenses pues decidir a quienes consideran ciudadanos y a quienes no.
Al respecto se debe tener en cuenta lo que establecen las leyes de los Estados Unidos.
Al respecto, en la página de American Civil Liberties Union (ACLU), Unión Estadounidense por las Libertades Civiles en Español, informa en su portal de Internet acerca de las condiciones para adquirir la nacionalidad estadounidense:
“La 14ª Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos estipula que, con algunas excepciones por separado, las personas nacidas en los Estados Unidos son ciudadanas de este país, independientemente de la raza, la etnicidad, o el origen nacional de sus padres. La Enmienda fue ratificada para rectificar una de las más infames resoluciones de la Suprema Corte en la historia de nuestra nación, la resolución judicial “Dred Scott vs. Sandford” de 1857, en la cual la Corte sostuvo que ningún individuo de descendencia Africana, incluyendo a los esclavos y personas libres, jamás podía llegar a ser ciudadano de los Estados Unidos.
“En respuesta a la Dred Scott, el Congreso aprobó y los estados ratificaron la 14ª Enmienda. Su misma primera frase declara sin ningún lugar a dudas: “Todas las personas nacidas o naturalizadas en los Estados Unidos y sujetas a su jurisdicción, son ciudadanas de los Estados Unidos y del Estado donde ellas residen”.
“El propósito de estas poderosas palabras fue anteponer la ciudadanía por encima de las políticas y los prejuicios de cualquier determinada era, una meta tan relevante hoy en día como lo fue en el tiempo de la ratificación de la 14ª Enmienda.
En el mismo portal se encuentra la siguiente pregunta, con su respectiva respuesta:
“¿La 14ª Enmienda garantiza la ciudadanía para los niños nacidos en los Estados Unidos cuyos padres no son ciudadanos de los Estados Unidos?
“Sí. Conforme a la 14ª Enmienda, la Ciudadanía incluye a aquellos que nacen en los Estados Unidos de padres que no son ciudadanos de los Estados Unidos. Esto fue claramente establecido hace más de 100 años por la Suprema Corte de los Estados Unidos. En la histórica resolución judicial de 1898 llamada “Estados Unidos vs. Wong Kim Ark”, la Corte sostuvo que una persona nacida en San Francisco de padres chinos –a quienes en ese tiempo no se les permitía naturalizarse como ciudadanos de los Estados Unidos– llegó, no obstante, a ser ciudadana en el momento de su nacimiento en virtud de la 14ª Enmienda. Como la Corte lo manifestó, ´sostener que la decimocuarta enmienda de la constitución excluye de la ciudadanía a los niños nacidos en los Estados Unidos de ciudadanos o súbditos de otros países, sería negar la ciudadanía a miles de personas de origen inglés, escocés, irlandés o alemán, o de otro origen Europeo.
“Algunas personas han sugerido que la frase de la 14ª Enmienda, ´y sujetos a su jurisdicción´, está abierta a la interpretación. No lo está. Hace más de 100 años, la Suprema Corte declaró que esta frase simplemente significa que los niños nacidos de padres a diplomáticos extranjeros o ejércitos enemigos no son automáticamente ciudadanos de los Estados Unidos´.
En resumen, es facultad de los Estados Unidos decidir si una persona es o no ciudadana. Lo mismo ocurre con otras naciones, incluido México, que no tiene igual problema, al menos por el momento, con la migración, pues la mayoría de los extranjeros que arriban a territorio nacional tienen como objetivo llegar a la Unión Americana.
El hecho es que no hay ley que impida a los Estados Unidos decidir a quién acepta y a quién no en su tierra.
Cuando más, lo que surge es un conflicto de conciencia, que no de Derecho, que consiste en expulsar a los padres que no han logrado cumplir las condiciones para ser ciudadanos y separarlos de sus hijos nacidos en la Unión Americana que, conforme a la mencionada enmienda 14, son ciudadanos por nacimiento y eso no se puede cambiar, aunque el prepotente Trump ha asegurado que lo modificará y expulsará a las familias enteras.
Por eso, vale recalcar que no se puede recurrir a actitudes “patrioteras” para defender a los migrantes. Cuando más se trata de ofrecerles buenas condiciones en México.
Respecto a la actitud belicosa de México, es de recordar lo que dijo la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en su mañanera: “México no es colonia de nadie».
A una horas de que Trump asuma nuevamente el poder, Sheinbaum destacó el trabajo de migrantes para la economía de los Estados Unidos y aseveró que “México no es colonia de nadie».
“Pienso que vamos a llegar a un buen entendimiento… El diálogo ayuda pero de todas maneras que se oiga bien que se oiga lejos México no es colonia de nadie, no es protectorado de nadie, es un país libre independiente y soberano y siempre vamos a defender al pueblo de México a la nación y a nuestra patria”, dijo también la mandataria mexicana.
“No sólo los vamos a proteger (a quienes viven en territorio estadounidense, sino que el gobierno de Estados Unidos sabe, que no podría avanzar su economía si no fuera por las y los mexicanos que viven del otro lado, es la verdad”.
Con todo y el aparente tono conciliador, es conveniente que nuestra presidenta atienda las sugerencias de la jerarquía de la Iglesia Católica, como lo expresado por el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, quien señaló que en vez de una confrontación se debe preparar un programa de asistencia no sólo para los migrantes de origen mexicano, sino para los extranjeros que crucen territorio nacional.