Vamos por el camino correcto: la narrativa de la Presidenta tras su primer informe
Hans Salazar, Opinión lunes 6, Oct 2025
Hans Salazar
- Claudia Sheinbaum reafirma su compromiso con la justicia, la igualdad y la lucha contra la corrupción al iniciar su segundo año de gobierno
Después de la euforia, vino la calma. Ya más reposada, en su primer día del segundo año de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo reflexionó sobre el multitudinario y pluriétnico acto celebrado en el Zócalo de la Ciudad de México con motivo de su Primer Informe de Gobierno.
—¿Cómo se sintió ayer? ¿Cuál es su evaluación? —le preguntaron.
Con parsimonia y un tono de confianza, la mandataria respondió que el pueblo de México y su herencia histórica merecen un gobierno con justicia e igualdad, donde se revalore a las mujeres y se abrace a las comunidades marginadas, especialmente a los pueblos originarios y afrodescendientes.
“México tiene una ruta definida y no va a cambiar: primero los pobres y las mujeres. Estamos gobernando con principios y seguimos combatiendo la corrupción”, sostuvo la Presidenta.
El eco de un Zócalo lleno
La noche anterior había sido histórica: un Zócalo repleto de voces, lenguas, colores y símbolos. Mujeres, jóvenes, campesinos, comunidades indígenas y afrodescendientes, trabajadores y familias enteras que llegaron de todo el país para escucharla.
Ese mosaico social no fue solo un acto político; fue una muestra de identidad nacional en movimiento.
Ahí se consolidó la imagen de una presidenta cercana, popular, sin distancias con el pueblo.
En medio de banderas, consignas y cantos, Sheinbaum pronunció una de sus frases más citadas: “Estoy segura de que vamos por el camino correcto”.
Fue el mensaje de una mujer que no improvisa, sino que gobierna con método, ciencia y convicción moral.
Ejes de gobierno y mensaje de justicia
Durante su evaluación posterior, Sheinbaum resumió los principales logros y prioridades de su administración: el Plan México y los polos de desarrollo regional, la expansión del tren de pasajeros y carga, más educación y universidades, y el fortalecimiento de los programas sociales y de las reformas constitucionales.
En su mensaje, insistió en la frase que se convirtió en lema y brújula política:
“Vamos por el camino correcto”, expresión que condensa su visión de continuidad y certeza en el rumbo nacional.
Asimismo, sus palabras sobre la justicia —“Quien robe al pueblo lo pagará”— tuvieron destinatarios claros: los corruptos del viejo régimen y cualquier funcionario que pretenda traicionar la confianza del pueblo.
Sin mencionar nombres, la Presidenta trazó una línea ética que refuerza la narrativa central de la Cuarta Transformación: no mentir, no robar y no traicionar.
Resultados que hablan
Más allá del discurso, los resultados han comenzado a marcar la diferencia.
La pobreza disminuyó, la desigualdad se redujo a su nivel más bajo en décadas y el empleo formal alcanzó cifras históricas.
México crece, recauda más sin aumentar impuestos, y el peso mantiene su fortaleza ante el dólar.
“Cuando no hay corrupción, el presupuesto rinde más”, ha repetido Sheinbaum.
Y en los hechos, su gobierno lo ha demostrado: los recursos se redistribuyen, los programas llegan a tiempo y el bienestar se multiplica desde abajo.
Medios, narrativa política y estilo de liderazgo
Los medios tradicionales ofrecieron coberturas prudentes: algunos con plana completa y editoriales bajo el título “Promesas y lo que falta”.
Los más cercanos al gobierno mantuvieron un tono sobrio, sin triunfalismos.
Sin embargo, más allá de los titulares, el discurso presidencial y la acción cotidiana de Sheinbaum mantienen ventaja sobre la narrativa opositora.
Su estilo de gobierno -basado en giras, recorridos y supervisiones directas– se ha convertido en una herramienta de cercanía, diagnóstico político y control territorial.
“No dejes de salir a los estados con la gente, porque eso ayuda”, le aconsejó el expresidente López Obrador.
“Sí, son una bocanada de oxígeno”, respondió la Presidenta.
Ese diálogo simboliza una continuidad ética y política: el legado de la Cuarta Transformación no es solo ideológico, sino humano.
La Presidenta escucha, evalúa y camina con la gente, porque sabe que la confianza no se decreta: se construye.
Un modelo de Estado con rumbo y principios
El primer año de gobierno dejó una premisa clara: hay rumbo y hay timón. Sheinbaum apuesta por un modelo de Estado que combine bienestar social, desarrollo económico y ética pública, con visión de futuro y responsabilidad ambiental.
Su administración impulsa proyectos estratégicos como los trenes de pasajeros, los polos de desarrollo regional, la autosuficiencia energética y alimentaria, y el fortalecimiento de Pemex y CFE como empresas públicas.
A la par, promueve una agenda social que prioriza la igualdad sustantiva, la educación gratuita, la salud universal y la inclusión de pueblos originarios y afromexicanos.
“Estamos construyendo el segundo piso de la Cuarta Transformación”,
ha dicho en distintos foros, reafirmando su convicción de que la justicia social y la honestidad son los verdaderos motores del progreso nacional.
El poder de la continuidad
Sheinbaum no llegó a romper, sino a consolidar.
Su gobierno representa una nueva etapa: la de una transformación institucional que avanza con base en resultados, austeridad y derechos.
El país no está en disputa ideológica, sino en una transición hacia un modelo de Estado con rostro humano.
Esa continuidad con cambio —entre ciencia y conciencia— es su sello personal. De López Obrador heredó el sentido ético; de su formación científica, el método. Y de su propia historia, la convicción de que gobernar es servir.
Un año de arranque firme
El balance de su primer año es positivo: Fue un buen comienzo, fue un buen año. Hay dirección, hay resultados y hay una presidenta que gobierna con convicción, sin improvisaciones y con un horizonte ético definido.
México tiene una ruta.
Y la Presidenta Sheinbaum lo sabe: El camino correcto no se mide en aplausos, sino en justicia, igualdad y dignidad.
“México Canta”: un puente musical entre jóvenes de México y Estados Unidos
- Un concurso que apostó por la creatividad, la paz y la unión cultural, lejos de intereses comerciales.
En un hecho sin precedentes, el concurso “México Canta” se consolidó como un proyecto binacional que unió a jóvenes de México y Estados Unidos a través del arte y la música, con el propósito de promover entornos de paz y alejar a la juventud de las drogas.
Lo que comenzó como una convocatoria artística se transformó en una movilización de más de 15 mil participantes, que el domingo se reunió en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, justo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum cumplía un año y cinco días de gobierno.
Lejos de la lógica publicitaria y comercial que suele dominar estos certámenes, México Canta destacó por su enfoque social y humanista, y por haber cruzado fronteras simbólicas al hermanar a comunidades juveniles de ambos países sin necesidad de pasaportes ni visas.
Los ganadores de la primera edición
Entre los diez finalistas, tres jóvenes fueron reconocidos por su talento y originalidad:
- Mejor interpretación (votación del público): Sergio Maya, del estado de Hidalgo, con el tema “Quiero Soñar”.
- Mejor composición: Carme María, intérprete de estilo pop romántico.
- Premio del jurado especializado: Galia Siurob, quien con su propuesta de reguetón conquistó al panel de especialistas.
“Más que un concurso, es un movimiento”: Claudia Curiel
Durante la premiación, la secretaria de Cultura de la Ciudad de México, Claudia Curiel de Icaza, destacó el impacto del certamen: “México Canta no es solo un concurso, es un movimiento que reivindica la creatividad juvenil y celebra la vida a través del arte”.
La primera edición de “México Canta” cumplió su objetivo: hermanar a los jóvenes de ambas naciones y consolidar la música como un lenguaje común de esperanza y unidad.
La expectativa ya está puesta en su segunda edición, que promete seguir fortaleciendo los lazos culturales y emocionales entre México y Estados Unidos.
PATAS
Un Zócalo repleto de voces, lenguas, colores y símbolos, con motivo del Primer Informe de Gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo no fue solo un acto político; fue una muestra de identidad nacional en movimiento.












