Noé Abarca Munguía respalda reelección de Rafael Guerra al frente del TSJ de la CDMX
* Especiales, Cd. de México jueves 20, Nov 2025- Egresado de la Universidad de Londres
- El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX expresa su compromiso institucional con el presidente reelecto

El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX Noé Abarca Munguía, fue recientemente electo en las urnas.
El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX Noé Abarca Munguía, recientemente electo en las urnas y formado académicamente en la Universidad de Londres como maestro en derecho, brinda su respaldo absoluto al magistrado Rafael Guerra, quien ha sido reelegido como presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Ciudad de México. Guerra consolidó su continuidad al obtener más de los dos tercios de votos necesarios, alcanzando 60 votos a favor de los 79 posibles, lo que permitirá que inaugure su tercer período al frente del máximo órgano judicial capitalino.
Esta reelección marca un hito histórico, pues será la última que se realice por voto de los magistrados del órgano, ya que en los próximos comicios de 2027 los nuevos cargos serán de elección popular, en concordancia con la reforma judicial nacional.
Abarca Munguía, en entrevista para DIARIO IMAGEN, asegura estar comprometido con la institución y respalda de manera incondicional la reelección de Guerra, subrayando que tanto los jueces con carrera judicial como los que provienen de la reforma tienen como objetivo común fortalecer el Poder Judicial en beneficio de la sociedad.
Una formación forjada
en rigor y disciplina
El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX Abarca Munguía cuenta con una trayectoria académica destacada que comienza en la Escuela Nacional Preparatoria 2, institución de excelencia que alberga a los mejores estudiantes de la Ciudad de México. Originario de una familia de académicos universitarios —su padre físico matemático y su madre economista—, Abarca desarrolló desde temprana edad un sobresaliente desempeño en áreas de ciencias y matemáticas. Sin embargo, su vocación lo llevó a reorientar sus aspiraciones profesionales.
«Inicialmente iba a ser ingeniero químico, pero mi vocación no era esa. Mi vocación era ser abogado, mi vocación era las humanidades, mi vocación era el derecho», recuerda en la entrevista. Esa decisión respondía a un llamado más profundo: «Me llamó más la atención defender los derechos de las personas, defender los derechos de la gente humilde y en su momento de los trabajadores de la universidad».
Su formación jurídica en la Universidad Nacional Autónoma de México lo posicionó desde los primeros pasos en el litigio laboral, defendiendo trabajadores universitarios. Posteriormente, trabajó en el Instituto Mexicano de Normalización y Certificación, desempeñando un papel crucial en la certificación de normas oficiales mexicanas. Esta experiencia lo llevó al Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, donde colaboró con el Dr. Alejandro Olvera, experto reconocido en facultad reglamentaria.
Antes de participar en el proceso electoral que lo llevó a la judicatura, Abarca constituyó su propio despacho jurídico, atendiendo diversas materias y consolidando una experiencia de litigio que le permitió desarrollar una perspectiva integral del quehacer legal. Su formación se complementó con su maestría en derecho por la Universidad de Londres, credencial que reafirma su compromiso con la excelencia académica internacional.
Un juez forjado por
la voluntad ciudadana
Primer Lugar en la Elección Popular: Un Mandato de Transformación
La llegada de Abarca Munguía a la magistratura no fue resultado de la designación tradicional, sino de un proceso electoral sin precedentes. En la histórica jornada de elección popular de jueces en la Ciudad de México, Abarca obtuvo la tercera votación más alta entre todos los candidatos a magistrados, consolidándose como el primer lugar en su circunscripción.
«Fuimos la tercera votación más alta en la Ciudad de México en cuanto a jueces. Sacamos 46,670 votos aproximadamente», refiere el magistrado. Este resultado es aún más significativo considerando la complejidad del territorio asignado: «Nos tocó una delegación muy complicada porque es una delegación muy polarizada. Es la delegación el Distrito 24 de Iztapalapa y toda la delegación de Coyoacán, que son los distritos 30 y 27. Son delegaciones muy polarizadas políticamente».
A pesar de estos obstáculos, tanto los coyoacanenses como la población de Iztapalapa le brindaron su confianza. «Le ganamos a todos nuestros contendientes. Quedé en primer lugar en esta elección. Entonces tengo un respaldo muy importante de la de la sociedad de la Ciudad de México y ese respaldo lo voy a refrendar en la forma de trabajo», asegura con convicción.
Este mandato electoral lo llevó a ocupar el Juzgado 57 de lo Civil, donde se ha propuesto trabajar bajo principios de transparencia, imparcialidad y compromiso con la ciudadanía.
La defensa del rigor académico
como base del desempeño judicial
Una de las posiciones más enfáticas de Abarca gira en torno a la importancia del desempeño académico como indicador de competencia profesional. Lejos de considerarlo un simple número, Abarca lo concibe como una expresión de disciplina, organización y compromiso personal «El promedio sí es importante. Muchos dicen que no es importante, pero yo lo reafirmo y vuelvo a decir que el promedio es una forma de vida de una persona. Si una persona desempeña un buen promedio, quiere decir que va a ser una persona muy profesional en lo que desarrolla, porque desarrollas una disciplina, desarrollas una forma de vida», subraya.
Esta filosofía no es una posición aislada, sino una convicción que Abarca vincula directamente a su participación en la reforma judicial. «El promedio determina una disciplina y te determina una organización y determina un compromiso con uno mismo y con la sociedad. Es una forma de disciplina, es una forma de organización, es una forma de ver la vida de otro punto de vista».
La impartición de justicia como
responsabilidad con la sociedad
Desde su incorporación al Poder Judicial, Abarca ha establecido una filosofía de trabajo centrada en la accesibilidad y la transparencia. En su concepto, la justicia no puede estar divorciada de la realidad social ni puede ser un proceso burocrático opaco que aleje a los justiciables de sus derechos «Soy un juez de puertas abiertas, donde se escucha la sociedad, donde la opinión de la sociedad se escucha y si vemos una cuestión que tiene cierta anomalía, obviamente nuestra función es corregir y ser imparciales. La justicia tiene que ser pronta y expedita para los ciudadanos», define su modelo de actuación.
En relación a las urgencias que identifica en la impartición de justicia, Abarca es claro: «Lo importante es transparentar todo. Que la justicia sea transparente en el sentido que evitemos en la medida de lo posible cualquier tipo de burocracia». Esta posición refleja su comprensión de que la desconfianza ciudadana hacia las instituciones judiciales tiene raíces profundas, pero que puede revertirse mediante la demostración práctica de imparcialidad y rectitud.
«Nosotros no podemos actuar de forma parcial para ningún lado y la gente tiene que tener eso claro. Nosotros tenemos que actuar con imparcialidad. Nosotros no podemos estar ni de un lado ni de otro, tenemos que ser completamente imparciales», enfatiza.
El desafío de combatir décadas
de desconfianza institucional
El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX, reconoce que la desconfianza de la ciudadanía hacia el Poder Judicial no es un fenómeno reciente, sino el resultado de años de deterioro institucional en todos los ámbitos del gobierno mexicano. Sin embargo, identifica una estrategia clara para revertir esta tendencia: la educación jurídica ciudadana «El problema de la desconfianza viene de años por toda la situación política que ha sucedido en el país, pero no es un problema solamente que aqueja al Poder Judicial, es un problema que aqueja a todos los ámbitos de gobierno», reconoce con realismo. «Pero la gente tiene que aprender y entender que lo importante es que se den cuenta que las cosas están siendo transparentes. Tienen que poco a poco ir adentrándose al derecho, ¿por qué? Porque la gente no conoce sus derechos. Si no conocemos nuestros derechos, no podemos exigirlos».
Esta posición coloca a Abarca en una postura pedagógica: no se trata solo de que los jueces cambien su forma de actuar, sino de que la sociedad entienda el marco legal dentro del cual se desarrolla la justicia. «La gente tiene que esperar los resultados, dar ese tiempo y en base a esos resultados tiene que estudiar también el derecho para que entienda que a veces la sociedad piensa que siempre tiene la razón, pero hay mucha gente en los casos legales que no tienen la razón».
Esta aproximación humanística no implica debilidad en la aplicación de la ley, sino una convicción de que «vamos a actuar conforme a derecho, respetando el marco y el estado de derecho», garantizando que quien tiene la razón conforme a la ley sea quien prevalezca.
Noé Abarca vs. El Juez
Abarca: Una sola dirección
Cuando se le interroga sobre las diferencias entre Noé Abarca como persona y el juez Abarca en el desempeño de sus funciones, la respuesta del magistrado es reveladora de una coherencia profunda «Noé Abarca es una persona muy inquieta, muy proactiva en el sentido de crear cambios en la sociedad para beneficio de la sociedad. Es una persona muy empática con la gente, con las causas que la gente, con los derechos justos de la gente», describe su dimensión como ciudadano. Agrega que como individuo, critica estructuras que se utilizan «para beneficios personales y no para el beneficio común», en el ámbito político en general.
Sin embargo, en su rol de juez, esta vocación de cambio se canaliza a través de la institucionalidad. «Como juez estoy comprometido con la institución del Poder Judicial. Estoy comprometido con el actual presidente, ya reelecto. ¿Por qué? Porque somos funcionarios institucionales. Lo que queremos es el bien del Poder Judicial, ¿por qué? Porque en la medida que en el Poder Judicial haya entendimiento entre todos y busquemos la amistad, la paz y no el encono, en esa medida el Poder Judicial va a ser mejor para la sociedad».
Esta integración entre la persona y el magistrado lo lleva a una posición clara respecto a las dinámicas internas del Poder Judicial: no reconoce enemigos, sino colegas.
Respaldo absoluto
a Rafael Guerra
La reelección de Rafael Guerra como presidente del Tribunal Superior de Justicia capitalino, representa un mandato claro de la comunidad judicial. El juez Abarca no solo respalda esta decisión, sino que la ve como expresión de un liderazgo que escucha y entiende las necesidades del Poder Judicial y la sociedad «Evidentemente hay un respaldo al presidente porque lo conocemos, sabemos que es una persona que finalmente escucha a la sociedad, que escucha las opiniones de todos los jueces y evidentemente que lo respaldamos, porque no tenemos nosotros enemigos», manifiesta su apoyo. Subraya que tanto los jueces que provienen de la carrera judicial tradicional como aquellos que ingresan a través de la reforma judicial —como él— comparten el objetivo común: «Nosotros no los vemos como enemigos. Para nosotros tanto los de carrera judicial como los que venimos de afuera, para nosotros son nuestros amigos».
Objetivos a mediano y largo
plazo: eficiencia y empatía
Con un mandato que se extiende hasta el 2033, Abarca tiene una visión clara de las transformaciones que busca consolidar en su juzgado. La meta no es revolucionaria, sino evolutiva: mejorar continuamente «Nuestro objetivo es hacer que el juzgado sea más eficiente de lo que ahorita lo estamos haciendo. Que sea más organizado, más eficiente, que sea más empático con la sociedad, que sea más empático con los justiciables, que sea más empático con los abogados, y eso lo estamos logrando», detalla con optimismo fundamentado.
En concreto, ya está implementando prácticas que reflejan estos valores. La recolecta de víveres para damnificados por las recientes lluvias fue un ejemplo de cómo la institución judicial puede ser sensible a las realidades sociales. «Nosotros participamos y hicimos una labor importante en el edificio de arrendamiento. Juntamos víveres con otros compañeros, ¿por qué? Porque sí nos interesa la sociedad», explica.
Un Llamado a la unidad
institucional y superar Enconos
Uno de los mensajes más recurrentes del juez Abarca es la necesidad de que los enconos internos del Poder Judicial cedan frente al objetivo común de servir a la sociedad «No hay encono entre nosotros y los compañeros que ya estaban ahí, que son parte de la carrera judicial. Esos enconos se tienen que terminar, porque eso no le ayuda a la sociedad ese tipo de enconos», afirma con énfasis. Va más allá: «Algunos compañeros puede que no les caiga bien, pero no es nuestro problema. Para nosotros ellos no son nuestros enemigos, aunque nos ataquen, porque no tenemos enemigos. Para que haya un pleito es de dos, y en ese pleito yo no voy a participar».
Esta actitud no es ingenuidad, sino estrategia institucional. Abarca entiende que la legitimidad del Poder Judicial depende de que presente una imagen unida y de que todos los jueces, independientemente de su origen, trabajen por el bien común. «Yo le pido a la ciudadanía que den tiempo a los compañeros, en general, a todos los compañeros. Obviamente sí hay el interés de cambiar por el beneficio de la sociedad muchas cosas y los cambios se están dando, claro que se están dando de forma paulatina, pero esos cambios no deben de venir con enconos. Tenemos que sumar, tenemos que sí llegar a acuerdos».
Un puente entre
tradición y transformación
El juez 57 Civil del Poder Judicial de la CDMX Noé Abarca Munguía se perfila como una figura de transición en el Poder Judicial capitalino: alguien formado en la excelencia académica tradicional, pero comprometido con la transformación institucional que demanda la sociedad. Su apoyo a la reelección de Rafael Guerra no es un acto de subordinación, sino la expresión de una convicción: que el fortalecimiento de la institución depende de la capacidad de todos —antiguos y nuevos integrantes— de trabajar en dirección común.
Con un horizonte hasta 2033, Abarca se propone no conquistar el juzgado, sino mejorarlo; no imponer sus ideas, sino sumar las de todos. En sus palabras finales, reconoce que «los compañeros que trabajan con nosotros son una parte sumamente importante y sin ellos no podríamos hacer las cosas, de verdad». Esta filosofía de humildad institucional, combinada con su rigor académico y compromiso con la justicia transparente, configura una promesa: que la impartición de justicia en México puede ser reformada desde adentro, por aquellos que comprenden tanto la tradición como la necesidad del cambio.











